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América Central, ¿democracias maduras o en retroceso?

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Tegucigalpa.- Las cosas para América Central no pintan nada bien. Se avizoran niveles de conflictividad social y un mayor protagonismo de los militares en el espacio público en auxilio de los gobiernos para frenar la ola de inseguridad y el control de zonas sensibles por parte de los grupos paralelos de poder ligados al narcotráfico y el crimen organizado, mientras la clase política tiene problemas de recambio generacional y lejos de potenciar la institucionalidad democrática, apuesta por debilitarla.
 

En materia de política exterior, los problemas de definición marítima en las fronteras marcarán las relaciones de la región intra y extrarregional, a la vez que la presencia de Estados Unidos será más fuerte por razones geopolíticas y estratégicas ante la cercanía que algunos países muestran a naciones como Irán, Rusia y China, siendo el caso iraní el que represente las mayores preocupaciones estadounidenses.

Más de dos décadas después de haber encerrado a los militares en sus cuarteles e iniciar un proceso democrático por la vía de las elecciones, todo indica que la pacificación y los votos no han sido suficientes para los centroamericanos para quienes su ADN sigue estando marcado por la inequidad y la pobreza.

Así pintaron el panorama para la región un grupo de expertos y académicos durante un foro regional de periodismo efectuado en Costa Rica y promovido por la fundación alemana Konrad Adenauer, el Círculo Copán, el Centro Internacional para el Desarrollo Humano y la Secretaria General Iberoamericana.

El debate, que concitó a destacadas personalidades de la opinión pública centroamericana, analistas políticos y periodistas, permitió a los asistentes identificar los avances y retrocesos que en su conjunto, y con sus particularidades, ha tenido en estas dos últimas décadas América Central.

Uno a uno se fueron desgajando los países que conforman la región, que enfrentan, más que antes, la necesidad de fortalecer y dar sostenibilidad a sus débiles democracias que presentan ya zonas fallidas en donde el control se encuentra en grupos ligados al narcotráficos y el delito transnacional.

Pacificación y votos no fue suficiente

Para Constantino Urcuyo, doctor en Ciencias Políticas y director del centro académico CIAPA, “hablar de maduración en las democracias centroamericanas es muy optimista, yo lo que veo es un retroceso, un panorama involutivo y más que madurez lo que existe es un deterioro democrático”.

La inseguridad y la ola de violencia que ronda en todos los países de la región, con mayor énfasis en Guatemala, El Salvador y Honduras, “está reflotando la participación militar en los espacios públicos y eso es peligroso, pero parece ser la tendencia en los próximos años”.

En Honduras, dijo, cuando “una elite política es incapaz de resolver sus problemas y acude a los militares para hacer y promover la salida de un ex presidente, pareciera que estamos entonces ante un desmembramiento de sus elites y no se ve en el recambio político, líderes que realmente promuevan una opción de cambio”.

Lo ocurrido en Tegucigalpa “rompió el mito de la intervención no militar y cada vez estos señores serán más protagónicos en la región, porque no hemos podido desarrollar las instituciones de rendición de cuentas con la solidez del caso”, advirtió.

Urcuyo dijo que la clase política centroamericana ha sido incapaz de reconocer los conflictos que genera y mucho menos entender la reforma institucional como una reingeniería burocrática para hacer de las democracias mecanismos más biertos y participación hacia la ciudadanía. De ahí que acuñara el término del sociólogo guatemalteco, Edelberto Torres Rivas, que afirma que las crisis políticas en América Central son producto de las “malas democracias” que ha tenido a la fecha.

Remilitarización de la seguridad

A su vez, el secretario general de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), el doctor Francisco Rojas Aravena—quien estuvo hace un mes en Honduras– no tuvo empachos al afirmar que la presencia estadounidense “seguirá marcando” a la región centroamericana, en particular, y latinoamericana en general.

La lucha contra el narcotráfico, el desborde la violencia en México, pegará fuertemente en los países centroamericanos que ante la ola de inseguridad que enfrentan, ofrece a los gobiernos mayor dificultad para separar los temas de defensa y de seguridad.

“Vamos a tener una mayor presencia de Estados Unidos en la región, porque este país quiere tener la posibilidad de desarrollar un plan militar cuyo contenido no se conoce y habrá por ende una remilitarización de la seguridad”, acotó.

Las consecuencias de la militarización en la región, dijo, es la privatización de la seguridad, ya que “la falta de control de los Estados sobre seguridad pública es completo, y ello produce una gran polarización política y social”.

Aravena vaticinó también que producto de las inequidades, habrá mucha migración intracentroamericana y quizá se enfrenten las primeras “eco emigraciones” por el impacto del cambio climático en las economías y el medio ambiente, entre otros factores.

Tensiones en las fronteras marítimas

A nivel marítimo, las tensiones limítrofes no han desaparecido y seguirán siendo fuente de conflicto, y en el plano de las relaciones comerciales con Europa, el tratado de libre comercio suscrito recientemente en España, dependerá de cómo se resuelva la crisis económica europea, por lo que no vislumbran resultados positivos de corto o mediano plazo. Los intereses europeos, se afirmó, están en Europa misma.

El cientista político de FLACSO fue enfático al indicar que en Centroamérica no “hay Estados fallidos aún, sino área fallidas en determinadas zonas donde el control lo tienen otros actores que no son las instituciones legítimas del estado”.

Destacó la creciente sorpresa que dio Costa Rica al anunciar la instalación de una base militar antidrogas de Estados Unidos en su territorio, así como algunos problemas de violencia que asoman, en tanto destacó el anuncio de Managua en autorizar también la instalación de una base norteamericana en Nicaragua.

La conflictividad social lejos de disminuir puede aumentar y la baja cohesión social es un caldo para ello, por lo que recomiendan que ha llegado el momento en la región piense, diseñe y ejecute el tipo de modelo de desarrollo que quiere impulsar.

¿Qué modelo de desarrollo busca Centroamérica?

En el debate se destacó la vulnerabilidad de la región en cuanto a la promoción y propuesta de los centros de pensamiento y el fomento de la ciencia y la investigación por parte de la academia.

Se dijo que las elites políticas y económicas no están pensando en el tipo de modelo de desarrollo que quieren para la región y los centros de pensamiento tampoco. De momento se vislumbran al menos tres modelos de desarrollo: el socialismo del siglo XXI; un modelo de visión pro mercado y un tercero que puede ser mixto fusiando las dos primeras visiones.

El mercado de las maquilas, las remesas y el turismo no será duradero, hay que buscar opciones para impulsar el desarrollo. Países como Honduras y Guatemala, por ejemplo, comparten la africanización de algunos municipios por hambre; mientras en toda la región se percibe una incapacidad para absorber a los nuevos profesionales y se está produciendo una forma silenciosa de exclusión no conocida hasta ahora.

Así, los retos para la región son enormes y es urgente no sólo reformas institucionales profundas a nivel político, económico y social, sino también la búsqueda de nuevas elites porque las actuales viven un “envejecimiento” que a estas alturas no se sabe a ciencia cierta quiénes son los nuevos líderes centroamericanos.

Un vistazo a los problemas:

Guatemala: Inflitración narcotráfico, problemas de desnutrición, militarización del espacio público, volatilidad del sistema de partidos políticos, problemas con la reforma tributaria, fracaso instituciones que acuden a la ONU como suprapoder sobre un país, crisis de liderazgo político.

El Salvador: Descomposición del sistema de partidos políticos, militarización del espacio público, pandillas y niveles de inseguridad; contradicciones entre presidente Funes y el FMLN, problema migratorio, crisis liderazgo político.

Honduras: Lucha de Porfirio Lobo por legitimacion más allá de las elecciones, el reciente triunfo en el SICA, dificultades con la OEA, los acercamientos con Manuel Zelaya; paranoia antichavista, elites no han entendido la necesidad de abrirse un poco; el partido Liberal desmembrado, crisis de recambio generacional político, las elites no aceptan el tradicional sistema bipartidista, reflotación de los militares en los espacios públicos.

Nicaragua: Fraude electoral de Ortega, ausencia de independencia de poderes; partidización del Consejo Electoral; destitución de alcaldes, cuestionamiento policial; opositores perseguidos; reelección cuestionada; reedición del pactismo; fuerzas políticas excluidas, amistades peligrosas con Rusia, China e Irán; aislamiento del país del SICA; anuncio de instalar una base estadounidense en Managua. Nicaragua avanza a ser un embrión de país fallido.

Costa Rica: Fragmentación de los partidos políticos; dificultades de arranque de la presidenta Laura Chinchilla, ausencia de una agenda articuladora, novatadas del nuevo gobierno, la oposición extra partidaria desaparecida, activismo judicial. Costa Rica, se dijo, vive una democracia de opinión enfatizada mayormente en las redes sociales, al desaparecer la oposición político-partidaria, la instalación de una base norteamericana en su territorio para lucha antidrogas.

Panamá: El presidente Ricardo Martinelli carece de base social; vive los problemas típicos del populismo mediático; las organizaciones sindicales empiezan a repuntar con fuerza, surge los primeros indicios de violencia e inseguridad pero en menor medida a los países de Guatemala, El Salvador y Honduras.

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