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“Ambición de riqueza ha descarriado en una tremenda crisis económica”, señala Iglesia Católica

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Tegucigalpa – Si no se convierten todos perecerán, recordó este domingo el sacerdote Juan Carlos Martínez, cura párroco de la catedral metropolitana San Miguel Arcángel de esta capital durante la celebración de la homilía correspondiente al tercer domingo de la cuaresma donde también señalo que la ambición de riqueza ha descarriado en una tremenda crisis económica que afecta a los más pobres.

-Hoy se observan síntomas de precaución en nuestro mundo como la contaminación del planeta, el calentamiento de la tierra y la injusticia social que excluye a la mayoría, cuestiona.

“Ninguna desgracia que nos pueda alcanzar podemos atribuirla a un castigo de Dios, el mal no es enviado por Dios, Dios no quiere el mal de nadie, ni lo permite como a veces decimos, Dios sólo es amor. Si no se convierten todos perecerán igualmente, esas palabras de Jesús son una invitación urgente a la conversión, ciertamente si no nos convertimos, es decir si no hay un cambio en la profundidad de nuestra persona y de nuestra sociedad, todos pereceremos”, advirtió.

Acotó que hoy se observan síntomas de precaución en nuestro mundo como la contaminación del planeta, el calentamiento de la tierra, la injusticia social que excluye a la mayoría y la ambición de riqueza que ha descarriado en una tremenda crisis económica que la sufren los más pobres.

Agregó que ha crecido también la violencia que se manifiesta en la crueldad de las guerras actuales, un tema de increíble actualidad que el papa Francisco ha apaliado fuerte en su encíclica sobre la economía.

El prelado señaló que Jesús nos sitúa de esta forma: “Ante el riesgo de nuestra propia destrucción en un mundo frágil que nosotros mismos podemos destruir a través de nuestra violencia cósmica o social; si no nos convertimos de verdad, todos pereceremos igualmente”.

Insistió que estamos viviendo un tiempo que urge la conversión, el cambio de vida y de mentalidad y si no cambiamos, todos estamos perdidos, las estructuras injustas provocadas por el egoísmo y la ambición acabarán con la vida verdadera, a la que está llamada todo ser humano. Todos necesitamos de una verdadera conversión, así podremos poner los pilares de una sociedad nueva fraterna y solidaria.

Confió en que podamos acoger hoy la llamada a la conversión que Jesús nos está haciendo pues no sabemos cuándo acabará el tiempo de la espera, cuándo terminará el momento en que Dios deje de manifestar esa paciencia en la espera de nuestra conversión.

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