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Alza de la gasolina en Venezuela: evidente para unos, inadmisible para otros

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Caracas – El reconocimiento del Gobierno del presidente Nicolás Maduro de que discute la posibilidad de alzar el precio de la gasolina más barata del mundo es un asunto sencillamente «inadmisible» para parte de la oposición del país, pero impostergable para analistas y catedráticos.
 

Subir el precio de un litro que ahora equivale a un centavo de dólar «es algo evidente que debió hacerse hace mucho tiempo», porque ese precio es «un absurdo elevado al extremo», dijo a Efe Pedro Palma, economista profesor del Instituto de Estudios Superiores de Administración (IESA).

Al margen de consideraciones de cualquier otro tipo y solo teniendo en cuenta que «no tiene sentido seguir regalando» el combustible, se trata solo de establecer cuánto cuesta producir y distribuir el producto y fijar «un precio racional», sintetizó.

El Gobierno ya sacó las cuentas y el ministro de Petróleo, Rafael Ramírez, dijo ayer que la mejor gasolina del mercado, de 95 octanos, «se vende a 9 céntimos de bolívar» (un dólar cuesta 6,3 bolívares, según la tasa oficial), cuando el costo de producción es 28 veces mayor.

Ramírez reconoció que la discusión apunta a tratar de evitar más pérdidas.

El subsidio estatal para que el litro de gasolina se venda a un centavo de dólar supera los 12.500 millones de dólares anuales, lo que alienta el derroche y el contrabando, que llega a 100.000 de los 700.000 barriles diarios destinados al consumo interno.

En Venezuela no se paga por la gasolina sino que la estatal «PDVSA paga para que la gente eche gasolina», alertó Ramírez.

Para el antecesor de Ramírez al frente de PDVSA y actual titular de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), Alí Rodríguez, un precio justo al menos debe garantizar la recuperación de la inversión que se hace para llevar el producto a las gasolineras.

Por ello, «es falso», subrayó, que un ajuste tenga característica de «paquetazo neoliberal» como lo apunta la oposición al Gobierno, que además ha anunciado que antes de tomar una decisión al respecto desarrollará un amplio diálogo nacional.

«¡Cómo que no! ¡esto sí es un paquetazo cubano, es el regalo navideño de Nicolás!», dijo a Efe María Corina Machado, la principal cara femenina de la oposición al presidente venezolano.

Además del alza del precio de los combustibles, el Gobierno de Nicolás Maduro va por una maxidevaluación de la moneda nacional y también por un alza de las tarifas eléctricas, aseguró la opositora independiente.

«Con qué moral aumenta un céntimo la gasolina de los venezolanos un Gobierno que se la regala al régimen cubano», dijo Machado y aseguró que la isla recibe 115.000 barriles diarios, «lo que supera el consumo cubano» que gracias a Venezuela «ahora exporta gasolina».

Machado se refirió al envío de petróleo a Cuba por parte de Venezuela que recibe a cambio servicios médicos, educativos y deportivos por parte de los más de 45.000 técnicos que la isla tiene en la nación suramericana.

En los mismo términos se pronunció el presidente del partido opositor democristiano de Venezuela, Roberto Enríquez, quien dijo a Efe que justifica un alza de precios sólo si el Gobierno ofrece como alternativa la gasificación efectiva de todo el país.

El Gobierno gasta «más de 1.500 millones de dólares solo en hacer nuevas redes de gasoductos», dijo recientemente Ramírez.

Tal y como el Gobierno plantea el asunto, sin una sustitución de gasolina por gas, evidencia que «está sacando de sus cuarteles de invierno a los mariscales del neoliberalismo más rancio y salvaje», añadió Enríquez, y advirtió del riesgo de una convulsión social.

El politólogo Nícmer Evans, director de la empresa Visor 360º Consultores, cree que «desde el punto de vista de la psicología social y política» el alza del precio de la gasolina como elemento detonante de una crisis social «ya fue superado por la historia».

En 1989 se produjo el llamado Caracazo, una revuelta social que causó un número aún indeterminado de muertos y que obligó a la anulación de un alza del precio de la gasolina decretado por el Gobierno del entonces presidente Carlos Andrés Pérez.

Para Evans no es posible que se dé un escenario similar, mientras que para Enríquez «hay que tener cualidades de vidente para descartarlo del todo».


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