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Alemania respira aliviada y piensa en clásico de octavos ante Inglaterra

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Berlín- El objetivo mínimo de la selección de fútbol de Alemania está logrado -con sufrimiento-, y lo que tiene que venir ahora es una clara mejora en el juego para superar las instancias que empiezan con el duelo de octavos de final ante Inglaterra.
 

Ése es el resumen de las reacciones que se han producido en Alemania tras la clasificación para los octavos de final con la victoria ante Ghana por 1-0 con un gol del centrocampista Mesut Özil, en un partido que le costó muchos nervios a la afición alemana.

«Lo logramos», titula la revista «Kicker» en su portada, para luego comentar que «Özil redimió al equipo de Joachim Löw».

Los titulares de los otros medios de comunicación apuntan en la misma dirección. La sensación de alivio se debe a que Alemania se salvó de firmar al peor actuación de su historia mundialista.

Alemania nunca se ha quedado en la fase de grupos y siempre ha superado los octavos de final desde 1986. En realidad, los alemanes sólo quedan contentos a partir de semifinales y a partir de ahí saben vender cualquier cosa como un éxito.

Las finales perdidas de 1966, 1982, 1986 y 2002 y los terceros lugares de 1970 y 2006 se registran en los anales como el resultado de mundiales exitosos, mientras que, en cambio, las derrotas de cuartos de final en 1994 y 1998 fueron vistas como estrepitosos fracasos.

Todo ello, traducido a la situación actual, quiere decir que Alemania se salvó del fracaso más grande de su historia mundialista, que está a un partido de lograr su mínimo histórico y a dos de lograr un resultado ante el que el júbilo predomine sobre las críticas.

Lo que está claro es que la selección es tremendamente querida en Alemania y que el seleccionador, Joachim Löw, ha recibido todo tipo de reconocimientos por la apuesta que ha hecho por jugadores jóvenes y por tratar de introducir un juego más elaborado y de más posesión de pelota que el que había caracterizado al equipo germano en el pasado.

Ya antes del partido contra Ghana llovieron los comentarios que se pronunciaban a favor de la continuidad de Löw, independientemente de si se alcanzaban los octavos o no.

Sin embargo, todos sabían que con una eliminación en la primera ronda Löw se hubiera ido sin que nadie se lo pidiera. Ahora, la defensa de la continuidad de Löw continua y se sigue insistiendo en que esta no debe depender del éxito o el fracaso mundialista.

Hoy, por ejemplo, la revista «Kicker» sostiene en un comentario que el equipo no ha explotado todavía todo su potencial y que el proceso debe seguir, aunque la estación final sean los octavos o los cuartos.

En esa insistencia hay una mezcla de fe y de temor. Fe porque se cree en el futuro de un equipo en los jóvenes como Mesut Özil o Thomas Müller han dado un salto tremendo y es mucho lo que se puede esperar de ellos cuando adquieran más madurez. Y temor porque lo que este equipo, en comparación con el pasado reciente alemán, tiene en talento le falta en experiencia.

Los experimentados de hoy son, con la excepción de Miroslav Klose -el último de la tropa del Mundial de 2002- son los «jóvenes salvajes» del Mundial de 2006 encabezados por el capitán Philipp Lahm y Bastian Schweinsteiger.

La baza de calidad que puede estar en los pies de Özil o de Müller despierta simpatía pero los alemanes viven convencidos -y su historia les da la razón- de que las eliminatorias directas en los Mundiales muchas veces se resuelven por caminos distintos a los de la técnica.

En alemán hay una expresión que dice que hay partidos que no hay que ganar con exquisiteces sino «con el garrote». Y en la Alemania actual se extraña al hombre que, en caso necesario, pueda sacar el garrote.

En medio de esa reflexión es cuando muchos piensan en lo que puede terminar costando la ausencia del lesionado Michael Ballack en las instancias claves

Su gol en la Eurocopa contra Austria, en un partido ‘a vida o muerte’, con un disparo desde 30 metros, es un ejemplo de lo que significa ganar un partido con el garrote. También se extraña su efectividad en el juego aéreo y se suele recordar que esta Alemania lleva tiempo sin hacer un gol en una situación con balón parado, que en el pasado estaban entre sus armas más letales.

Ahora en octavos empiezan los partidos de la verdad y los jóvenes tendrán que sacar el carácter y madurar repetinamente para las grandes instancias y lograr que ante Inglaterra sigue siendo cierta la frase de Gary Lineker según la cual el fútbol es un partido en el que juegan 11 contra 11 y donde al final gana Alemania.

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