spot_img

Agobiado por la corrupción en su gobierno, el presidente español, Pedro Sánchez, se niega a dimitir o adelantar elecciones

Por Alberto García Marrder, desde Madrid 
Especial para Proceso Digital, La tribuna y El País de Honduras

España asiste con una alegría mal disimulada al fin del socialismo español. Era un final ya esperado, pero ha llegado a su máximo con la denuncia de casos de corrupción, bien demostrados, que implican a máximos dirigentes del gobierno. 

Aun así, el presidente del gobierno, el socialista Pedro Sánchez, se niega a dimitir o adelantar las elecciones, sabiendo que las perdería. Es un caso de morir con las botas puestas. Y no apetece dejar el coche oficial y el avión privado. Ni la residencia presidencial en La Moncloa con más de cien asesores. 

Todo se ha desencadenado cuando se dio a conocer los informes oficiales de la Guardia Civil implicando al Secretario de Organización del Partido Socialista y mano derecha de Sánchez, Santos Cerdá, que cobraba “mordidas” de casi un millón de euros a las constructoras por contratos. 

El anterior Secretario de Organización, el ex ministro de Transporte, José Luis  Ábalos, también estuvo implicado en casos de corrupción también, además de “enchufar” a sus amantes en empresas públicas con buenos sueldos, aunque no fueran a “trabajar”. 

Ante las evidencias, Sánchez dijo que no lo sabía, pidió perdón por confiar en ellos e insistió que no iba a dimitir ni a adelantar las elecciones, que dijo están previstas para el 2027. 

La columnista Isabel San Sebastián, del diario madrileño ABC, lo dejó bien claro: “Pedro Sánchez huele a un cadáver político”. 

Los principales diarios de Madrid piden la dimisión de Sánchez, “por el bien de la democracia española”, a excepción de “El País” que ahora es “prosanchista 

Portada del diario EL MUNDO de Madrid.

El diario “EL Mundo” dice en un editorial que Sánchez debe marcharse por necesidad democrática: “El presidente no puede declararse ajeno a la corrupción que practicaron dos de sus Secretarios de Organización”. 

¿Qué va a pasar ahora? Pues que Sánchez, que no osa salir a la calle porque le abuchearían los ciudadanos en protesta, pretenderá salir adelante como un presidente débil y expuesto a que sus socios de gobierno (especialmente los separatistas catalanes y vascos) suban el precio por apoyarlo en el congreso. El chantaje será de vergüenza!!! 

Por eso, cuando es necesario (desfiles militares, por ejemplo) se esconde detrás del Rey Felipe VI, que sí es popular.  Y las protestas se diluyen. 

Este año de 2025 está viendo el caso insólito de un gobierno de izquierda que se sostiene solo por el apoyo condicionado de comunistas, separatistas catalanes y vascos y hasta la versión política (Bildu) del grupo terrorista vasco “ETA”. 

Y aún más insólito, que un fugado de la justicia española en Bélgica, Carles Puigdemont (por haber declarado la independencia de Cataluña) dirija desde lejos los pasos del gobierno. 

Por el simple hecho que el partido de Puigdemont (Junts per Catalunya) tiene siete votos decisivos en el congreso, Sánchez ha pedido una amnistía general para los separatistas catalanes (que la Comisión Europea ha descalificado) y que el catalán sea un idioma oficial en Europa (varios países europeos se negado a aceptarlo). 

Y el Partido Socialista que gobierna se ha visto salpicado por numerosos casos de corrupción, donde se han nombrado a varios exministros por pedir comisiones a cambio de contratos estatales. Además, el Fiscal General, Álvaro García Ortiz,  gran aliado de Sánchez, está en la cuerda floja por haber filtrado datos confidenciales del novio de Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid y enemiga política de Sánchez. 

Portada del diario EL PAIS de Madrid.

En lo personal, la esposa de Sánchez, Begoña Sánchez, está acusada de tráfico de influencia por ser la esposa del Jefe de Gobierno, y su hermano, David Sánchez, por beneficiarse de parentesco para obtener un puesto en la Diputación de Badajoz. 

Cuando la oposición le pide a Sánchez, incesantemente, que convoque elecciones dada la situación del país y de la fragilidad del gobierno, Sánchez contesta lo mismo: “No toca, si en 2027”. 

El partido Popular, de centro derecha, y con el apoyo de Vox (derecha radical) ganaría una moción de censura fácilmente, pero no se atreve a pedirla. Pero si se prepara para volver a gobernar España y espera que los socios de Sánchez se quemen por haberlo apoyado o chantajeado, no por razones ideológicas, si por codicia.

spot_img
spot_img

Noticias recientes

spot_img
spot_imgspot_img