Shanghái (China) – Su nombre cayó prácticamente en el olvido tanto en España como en China, pero Abelardo Lafuente (1871-1931) fue uno de los arquitectos más destacados en la legendaria Shanghái de los años veinte, una vibrante metrópolis internacional que se ganó el sobrenombre de «la París de Oriente».
A escasos metros de uno de los Starbucks más grandes del mundo continúa en pie un edificio, humilde ahora en comparación con sus vecinos, en una de las principales avenidas de la ciudad, que llama la atención por sus arcos de inspiración árabe, entremezclados con columnas de estilo dórico y jónico.
Se trata del Star Garage, el ejemplo más antiguo (1915) del estilo neoárabe español que Lafuente introdujo en China, todo un símbolo para la entonces principal compañía de ‘rickshaws’ -los vehículos de tracción humana antecesores de los ‘tuk tuk’ que todavía se ven hoy en las calles- y automóviles de importación de la ciudad, propiedad del millonario español Albert Cohen.
Otro de los españoles más destacados de la época, el granadino Antonio Ramos, es clave en la historia y la obra de Lafuente: el conocido como ‘Rey del Cine’ dominaba su sector con hasta siete salas, donde proyectaba películas en la ciudad -posteriormente, construyó el Rialto en la Gran Vía de Madrid-, y le pidió al arquitecto, al que le unía una amistad, una mansión de verano.
Una ‘Alhambra’ en Shanghái
La conocida como ‘Mansión Ramos’ (1924) es el proyecto más representativo del estilo de Lafuente, y todavía hay habitantes que disfrutan hoy de sus cúpulas de estilo árabe, baldosas cerámicas de las que se cree que fueron llevadas desde España, réplicas de columnas nazaríes del palacio y fortaleza de la Alhambra de Granada (sur español) y arcos ojivales y peraltados que hacen de ella una obra única en Shanghái.
Aparte de su situación en una popular zona del distrito de Hongkou, la casa tiene una rica historia, ya que allí vivió el primer ministro chino Kong Xiangxi después de que Ramos huyera en 1927 debido a la violenta agitación política que amenazaba la presencia extranjera en la ciudad.
En la misma parcela, Lafuente construyó también un edificio de apartamentos -inversión inmobiliaria de Ramos- con patios de luces típicamente españoles y unos interiores que recuerdan a los bloques del Madrid de finales del siglo XIX. Hoy, siguen siendo conocidos como ‘Apartamentos Ramos’.
Lafuente llegó en 1913 a Shanghái desde Filipinas con un gran prestigio entre la colonia española de Asia, pero su carrera no solo estuvo vinculada a sus compatriotas.
Entre sus obras también destaca la sala de baile (1917-1923) del Astor House -el primer hotel occidental de China, convertido hoy en museo debido a que la Bolsa de Shanghái nació allí-, que mantiene todavía elementos originales como el suelo de madera ondulado, piezas de mármol en las pilastras y bóvedas acristaladas en el falso techo.
Un legado «sorprendente»
En 1924, Lafuente firmó el que probablemente fue su proyecto más famoso, y al tiempo uno de los más efímeros: la reconversión interior de una mansión en el popular hotel Majestic (derruido en 1932), lo que le permitió abandonar Shanghái al mismo tiempo que Ramos para emprender una nueva aventura en California.
Endeudado tras el crac de 1929, el arquitecto volvió a Shanghái a finales de 1931, un regreso celebrado por la comunidad y la prensa, pero truncado por la muerte solo dos meses después, a los 60 años.
La vida y obra de Lafuente, olvidadas desde entonces, fueron redescubiertas por otro arquitecto español, Álvaro Leonardo, que encontró el nombre del arquitecto madrileño tras mudarse a Shanghái en 2009, lo que le incitó a desarrollar una tesis doctoral sobre él, que le llevó una década de investigación.
«Lo sorprendente es que en una ciudad tan cambiante como Shanghái (…) estos edificios hayan quedado ahí 100 años. Creo que la única razón por la que no los demolieron es por ser tan diferentes del resto», explicó Leonardo hoy a EFE antes de ofrecer una conferencia en la Biblioteca Miguel de Cervantes.
«Lafuente estaría orgulloso de la Shanghái actual»
En su opinión, Lafuente quedó olvidado porque era de una nacionalidad poco común en una Shanghái dominada por británicos, estadounidenses y franceses, aparte de que «España estaba muy lejos y había arquitectos muy importantes» en una época en la que «se hablaba muy poco» de la pequeña comunidad española de China, el país donde «más disfrutó de trabajar» el madrileño.
A pesar de haber trabajado para la compañía más grande de hoteles de Asia, nunca le dejaron hacer ningún edificio completo por no ser estadounidense o británico: «A él le dolía un poco», reconoce el investigador.
En cualquier caso, Leonardo cree que Lafuente estaría «muy orgulloso» de la Shanghái actual: «En 1931 (…) propuso hacer edificios con mejores materiales y más altos, y hacer más zonas verdes de las que había, y esa es la Shanghái de hoy en día». EFE