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Adiós al papa que tocó el alma del mundo

Tegucigalpa/Vaticano– El papa argentino, fallecido el pasado lunes a los 88 años, fue despedido este sábado con un funeral en la plaza de San Pedro del Vaticano al que asistieron unas 250 mil personas y delegaciones de unos 140 países y organizaciones del mundo, para despedirse de Francisco, el papa humilde, que velaba por los pobres, por los migrantes y adultos mayores.

Su humildad quedó evidenciada desde el inicio de su pontificado hasta el final, con un entierro a su medida como él lo solicitó.

El funeral del papa Francisco comenzó poco después de las 10.00 hora local (8.00 GMT), 2:00 de la madrugada hora hondureña, con la marcha del féretro a hombros de los “sediarios” seguido en procesión por los cardenales concelebrantes desde la basílica de San Pedro del Vaticano hasta el sagrado de la plaza.

A la vista del féretro en las pantallas instaladas en la plaza se escuchó un fuerte aplauso por parte de los fieles, que después continuaron el resto del funeral en absoluto silencio.

El ataúd fue colocado frente al altar, sobre una alfombra y junto a un cirio encendido y después se colocó encima el libro del Evangelio abierto.

«Adiós, padre», los fieles brindan una despedida solemne y sentida al papa Francisco

El funeral del pontífice mostró la influencia transversal global de la que aún goza la Iglesia Católica, ya que asistieron poderosos del mundo.

Reyes, presidentes,príncipes, cardenales, amigos y feligreses

El funeral del pontífice mostró la influencia transversal global de la que aún goza la Iglesia Católica, ya que asistieron poderosos del mundo, pero también los últimos, migrantes y desfavorecidos, a sus exequias celebrado en la plaza de San Pedro en el que se recordó que fue un “papa en medio de la gente”.

Delegaciones de alrededor de 150 países, entre quienes estaban unos 50 jefes de Estado y Gobierno, como el presidente de Estados Unidos, Donald Trump; el de Francia, Emmanuel Macron, y el de Ucrania, Volódimir Zelenski, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, entre otros, se situaron en el lado derecho de la plaza de San Pedro.

También estuvieron reyes como Felipe VI de España y monarcas de otras naciones católicas y no católicas europeas, príncipes herederos como Wiliam de Gales, primero en la línea de sucesión en el Reino Unido.

El papa Francisco tuvo un funeral sencillo como lo solicitó en una ceremonia solemne.

También cinco presidentes latinoamericanos: el argentino Javier Milei, el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, el ecuatoriano Daniel Noboa, el dominicano Luis Abinader y la hondureña Xiomara Castro estuvieron presentes en la ceremonia fúnebre.

Mientras, en el lado izquierdo, estaba el “poder eclesiástico” compuesto por unos 220 cardenales, de los que 133 tendrán que elegir a su sucesor en el cónclave que se celebrará en los próximos días.

Pero también estuvieron invitados, aunque no en la primera fila, pero sí en un lugar privilegiado, la terraza llamada “loggia del maggiordomato», los amigos del papa, como el cartonero argentino Sergio Sánchez.

También las asociaciones de ayuda a los pobres y a los migrantes a las que el papa apoyó en sus doce años de pontificado.

En el resto de la plaza, unas 50 mil personas, que acudieron durante la madrugada para poder acceder, y otras 200 mil en la vía de la Conciliazione y en las calles aledañas tuvieron que seguir la ceremonia por las pantallas gigantes que fueron instaladas, según los datos que proporcionó el Vaticano.


El cardenal decano del colegio cardenalicio, Giovanni Battista Re, encargado de oficiar el funeral, recordó en su homilía que Francisco solía terminar sus discursos y encuentros diciendo: “No se olviden de rezar por mí”.

Ahora reza por nosotros

El cardenal decano del colegio cardenalicio, Giovanni Battista Re, encargado de oficiar el funeral, recordó en su homilía que Francisco solía terminar sus discursos y encuentros diciendo: “No se olviden de rezar por mí”.

“Querido papa Francisco, ahora te pedimos que reces por nosotros y que desde el cielo bendigas a la Iglesia, bendigas a Roma, bendigas al mundo entero, como lo hiciste el domingo pasado desde el balcón de esta basílica en un abrazo final con todo el Pueblo de Dios, pero idealmente también con la humanidad que busca la verdad con corazón sincero y tiene en alto la antorcha de la esperanza”, terminó Re, que recibió el aplauso de los fieles.

En su homilía, Re destacó que el Santo Padre “estableció contacto directo con la gente, deseoso de estar ahí para todos, con una marcada atención a quienes tenían dificultades, dedicándose a pensar en todo, hasta en los últimos habitantes de la Tierra y en los marginados. Fue un papa entre el pueblo, con un corazón abierto a todos”.

También que «frente al estallido de tantas guerras en estos años, con horrores inhumanos e innumerables muertos y destrucciones”, el papa Francisco “no ha cesado de alzar su voz implorando la paz e invitando a la sensatez, a la negociación honesta para encontrar posibles soluciones”.

Y no olvidó su atención a los migrantes con su primer viaje fuera a Lampedusa, “isla que es símbolo de la tragedia de la migración con miles de personas ahogándose en el mar”, o que viajase también a la isla griega de Lesbos y celebrase una misa en la frontera entre México y Estados Unidos, con motivo de su viaje al primero de estos países, para tener en cuenta a los migrantes.

También recordó que el papa abogó por “construir puentes y no muros”, en la homilía pronunciada ante más de medio centenar de líderes mundiales, incluido el presidente estadounidense, Donald Trump, y el primer ministro húngaro, Viktor Orban, adalides de la políticas anti-inmigración.

El funeral concluyó con los sediarios pontificios que mostraron el féretro a la plaza para que pudiera recibir un aplauso de los fieles y luego condujeron de nuevo el féretro a la basílica de San Pedro y llevado en procesión a la basílica de Santa María la Mayor, donde Francisco indicó que quería ser enterrado.

El último viaje del pontífice argentino fue sobre un papamóvil que llevó su féretro a la que es su tumba: la basílica romana de Santa María La Mayor.

Su último viaje

El último viaje del pontífice argentino fue sobre un papamóvil que llevó su féretro a la que es su tumba: la basílica romana de Santa María La Mayor.

El ataúd salió de las murallas del Vaticano por la Puerta del Perugino, la que da acceso a la que a lo largo de sus más de doce años fue su residencia pontificia, la Casa Santa Marta.

Después, emprendió su ruta de seis kilómetros en los que, en todo momento, estuvo acompañado por miles de personas que abarrotaron las aceras coreando su nombre, emocionados, o capturando el momento con sus teléfonos.

Tras salir del Vaticano cruzó uno de los puentes monumentales que salvan las orillas del río Tíber para embocar enseguida la avenida ‘Vittorio Emanuele’ hasta la plaza de Largo Argentina, donde según la tradición cayó asesinado Julio César.

El papamóvil bordeó un lugar romano de gran valor para el primer papa jesuita de la historia, la iglesia del ‘Gesù’, de la Compañía de Jesús, para llegar después a la enorme Plaza de Venecia, invadida por las obras de la futura línea 3 del metro.

El papamóvil recorrió con paso solemne, pero sin pausas por la vía de los Foros Imperiales, entre los vetustos palacios de antiguos emperadores y pontífices, para acabar a la sombra del Coliseo al que solía ir el Viernes Santo a presidir el Vía Crucis.

Tras bordear el Anfiteatro Flavio, el vehículo puso rumbo a su destino final: la basílica de Santa María La Mayor, la misma a la que antes y después de cada viaje apostólico acudía a rezar ante su Virgen, la ‘Salus Populi Romani, de la que era muy devoto.

A las puertas del templo un grupo de personas pobres e inmigrantes acogió el féretro.

Pobres e inmigrantes lo esperaban en Santa María La Mayor  

A las puertas del templo un grupo de personas pobres e inmigrantes acogió el féretro, en una última señal de respeto para un pontífice que tanta atención prestó a los últimos y descartados por la sociedad en su ministerio.

El ataúd fue cargado en hombros por los sediarios pontificios e introducido en el templo con una procesión guiada por un crucifijo y seguida por monjes, obispos, cardenales u otros miembros del clero entre cánticos y coros solemnes.

Antes de reposar, el féretro fue llevado a la Capilla Paolina para dejarlo brevemente ante la mirada de la Virgen ‘Salus Populi Romani’, en cuyo altar unos niños dejaron unas cestas con algunas rosas blancas.

Después, fue llevado al sepulcro que Francisco encargó en vida, situado justo al lado de la Capilla Paolina, que acoge dicho icono.

El entierro del papa Francisco se produjo ante el camarlengo y sus familiares

El entierro del papa Francisco en la basílica de Santa María la Mayor se produjo ante el cardenal camarlengo, Kevin Joseph Farrel, los cardenales que acompañaron el cortejo fúnebre y los familiares del pontífice.

Su entierro en privado

El entierro del papa Francisco en la basílica de Santa María la Mayor se produjo ante el cardenal camarlengo, Kevin Joseph Farrel, los cardenales que acompañaron el cortejo fúnebre y los familiares del pontífice.

La tumba del papa Francisco en la basílica romana de Santa María La Mayor tiene una lápida de mármol de Liguria (norte), la tierra de sus antepasados italianos.

Estará, entre la Capilla Paolina, donde se encuentra el icono mariano y la de la familia Sforza, es sencilla, en la tierra, con una lápida de mármol blanco con la inscripción ‘FRANCISCUS’, su nombre papal, y una reproducción ampliada de su cruz pectoral en plata.

El templo volverá a abrir sus puertas a los fieles desde la mañana del domingo donde los feligreses podrán rezar en su sepultura. PD/EFE

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