Barcelona – Un centenar de obras del novecentista Torres García (1874-1949) ha recalado en la Sala Parés de Barcelona con la exposición ‘Torres García. Entre el Noucentisme y las vanguardias (1891-1934)’, que conmemora el 150 aniversario del nacimiento de este artista uruguayo.
La muestra de gran formato -ocupa los tres espacios de la galería- ha sido presentada este viernes por los responsables de la sala barcelonesa, el director Joan Anton Maragall y el subdirector Sergio Fuentes Milà, y también por la doctora Michela Rosso, especialista en la obra de Torres-García y profesora del Departamento de Historia del Arte en la Universidad de Barcelona (UB).
Anton Maragall se ha mostrado orgulloso de ofrecer esta visita, que estará disponible del 30 de noviembre al 1 de febrero del 2025, pues el artista protagonista de ella ofreció su primera exposición en la Sala Parés en 1897, concretamente en «una muestra colectiva junto con artistas del Círculo Artístico de Sant Lluc».
El grueso de piezas incluye 120 obras -la mayoría de ellas a la venta-, entre óleos, obra sobre papel y juguetes, provenientes de «importantes colecciones privadas de París, Nueva York, Montevideo, Madrid y Barcelona», detallan los responsables.
En este sentido, ‘Torres García. Entre el Noucentisme y las vanguardias (1891-1934)’- elaborada en colaboración con el Museo Torres García y la Generalitat de Catalunya- repasa cuatro décadas de su trayectoria artística: desde su llegada a Catalunya en 1891, pasando por la etapa novecentista, el viaje a Nueva York (1920-1922), los años en París (1926-1932) y Madrid, hasta el retorno a su ciudad natal, Montevideo.
«Se entrecruza la producción de Torres-García de estas cuatro décadas, clave en la comprensión de su evolución, así como en la gestación del arte constructivo», ha apuntado Fuentes Milà, en alusión a «su gran aportación» al mundo del arte, el constructivismo.
Fue a partir de la década de los años 20, cuando inicia su periplo por Nueva York, París y Madrid, que su obra se vuelve «más dinámica» -con influencias del arte futurista italiano-, demostración de su vinculación con artistas de vanguardia y del dinamismo de las grandes ciudades.
Rosso y Fuentes Milà destacan de esta época de fascinación por la ciudad moderna piezas como ‘Entoldaldo’, ‘Calle de Barcelona’ o ‘Estación’, y algunas del 1927 y 1928 de su etapa parisina, como ‘Café París’, ‘Bodegón’ o el ‘Retrato de Blasco Ibáñez’, pinturas características del constructivismo.
Ya en su retorno a Uruguay , «reivindica el arte iberoamericano» como una forma de expresión propia de la América Latina y habla de «las fuentes precolombinas». Pero en sus correspondencias se desdice rápidamente sobre plantear estos temas ya que «tiene miedo de que los símbolos acaben teniendo un nexo con una determinada cultura» porque para él son universales, según Rosso.
La exposición también muestra una selección de juguetes realizados por el autor en la carpintería de la Sociedad del Juguete Desmontable (c.1917-1919). EFE