Tegucigalpa (Especial Proceso Digital) – No habían transcurrido setenta y dos horas de la decisión de la presidenta Xiomara Castro de jugarse su carta de afrenta al imperio estadounidense cancelando el tratado de extradición, denunciando una presunta conspiración para un golpe de barracas, cuando el secretario del Congreso Nacional, Carlos Zelaya, rompió la feroz narrativa gubernamental para confesar que se había reunido con capos de la droga hondureña en búsqueda de fondos para la campaña de Libre de 2013.
La noticia cayó como bomba, pues meses atrás Carlos Zelaya negaba que se hubiese dado algún acercamiento con líderes del cartel de Los Cachiros, en especial con Devís Leonel Rivera Maradiaga, quien en el juicio de Fabio Lobo y luego en el de Juan Orlando Hernández (JOH), ratificaba que había sobornado a Carlos Zelaya y financiado la campaña de la ahora familia presidencial.
Rivera Maradiaga en los testimonios en ambos juicios, relató como caía la droga en la base de El Aguacate, en donde Carlos Zelaya, estaba implicado en la presunta custodia, y luego señaló que habría otorgado al menos entre 100 y 200 mil dólares al actual secretario del Congreso Nacional y diputado por el departamento de Olancho del partido en el poder, Libertad y Refundación (Libre) para las campañas políticas.
En ese momento, Carlos Zelaya y su hermano, el coordinador general de Libre, asesor presidencial y expresidente de Honduras, Manuel Zelaya, rechazaron esas imputaciones, restaron importancia a las palabras de “delincuentes confesos” cuyos relatos salían de los juicios sostenidos contra narcotraficantes hondureños en cortes de Estados Unidos, una de ellas en la corte del Distrito Sur en Nueva York. La negativa fue la misma que ha sostenido la familia del expresidente JOH—condenado por narcotráfico—en Nueva York al conocer esos testimonios.
La misma que usó JOH al salir a la luz pública las andanzas de su hermano Juan Antonio “Tony” Hernández, al ser capturado, luego procesado y condenado en los Estados Unidos. La familia Hernández—entonces en la presidencia del país— señalaba con insistencia que no sabía nada de las andanzas de Tony Hernández, y que el presidente JOH ignoraba lo que su hermano hacía.
Hoy, en otro capítulo, con otros protagonistas, el secretario del Congreso Nacional, Carlos Zelaya, acepta que se reunió con los capos hondureños que le fueron presentados como “inversionistas” interesados en colocar fondos en la campaña de Libre de 2013, con Xiomara Castro como candidata presidencial. Dijo que lo hizo “usando el nombre” de su hermano Manuel Zelaya, pero éste, según su versión, nunca le avaló.
Zelaya se explaya en su relato a la prensa, al salir de las oficinas del Ministerio Público donde se apersonó a rendir testimonio, luego que el fiscal general Johel Zelaya, anunciara el 8 de agosto que citaría a todos los mencionados en el juicio de JOH en Nueva York, en donde el exgobernante fue condenado a 45 años de prisión por narcotráfico. Más de 30 personas serán citadas, y los primeros ya comenzaron a llegar, entre ellos Carlos Zelaya.
Zelaya y su hermano, el expresidente Manuel Zelaya, saludaron casi en forma simultánea el anuncio del fiscal Zelaya: que se cumpla la ley y el orden, dejaron entrever en su posteo en redes sociales. El sábado 31 de agosto, Carlos Zelaya llegó al Ministerio Público, sin un representante legal que le acompañara, y estuvo desde las 11 de la mañana hasta las 4 de la tarde rindiendo testimonio ante los fiscales.
Un tsunami inesperado
Se supo que en la reunión del viernes 30 en el Consejo de Defensa y Seguridad (CNDS), conocieron que Carlos Zelaya iría a declarar a petición de éste para que le adelantaran su encuentro con la Fiscalía. Lo que, presuntamente, no sabían ni sospechaban, era el tsunami político que Carlos Zelaya iba a generar a la salida de esa citatoria.
El gobierno de la presidenta Castro intentaba enderezar y justificar la metida de pata cometida al dar por terminado el tratado de extradición con Estados Unidos, vendiendo en los medios una teoría de conspiración y de golpe de barracas promovido por Washington. El gobierno se agarró para posicionar su teoría conspirativa de una declaración ofrecida a los medios por la embajadora estadounidense, Laura Dogu, preocupada y sorprendida por el encuentro entre el secretario de Defensa, Manuel Zelaya y el jefe del Estado Mayor Conjunto de las fuerzas armadas, Roosevelt Hernández, con el jefe militar venezolano, Vladimir Padrino López, acusado por Estados Unidos de ser uno de los líderes del Cartel de los Soles, una de las mafias más grandes de Venezuela con ramificaciones transnacionales y conexiones en Honduras.
En eso estaban, intentando convencer a la opinión pública de esta teoría conspirativa, en donde la presidenta Castro se rasgaba las vestiduras diciendo que no aceptaría ni golpes de barracas, ni injerencias de ningún tipo, porque Honduras era un estado soberano que debía respetar. Aseguraba que no iba a tolerar que se “atacara” a las Fuerzas Armadas, al comandante Roosevelt Hernández, menos a su ministro de Defensa, su sobrino político José Manuel Zelaya, mucho menos que se usara la figura de las extradiciones como un “chantaje” con fines políticos.
Esa era la tesis que esparcía como pólvora el gobierno de Castro en los medios y redes sociales, intentando revertir el rechazo total que ha tenido en la población la decisión de suspender el tratado de extradición con Estados Unidos. Más del 90 % de la población rechazó la cancelación de la extradición, según sondeos de opinión, donde el imaginario popular fue que la medida buscaba proteger a gente cercana a la familia presidencial o “familión” como se conoce popularmente.
Y a esa tesis de defensa de la “soberanía y dignidad” se sumaban en respaldo países y voces de izquierda como Cuba, Venezuela, el expresidente boliviano, Evo Morales y hasta los países del Alba. La estrategia era buscar respaldos externos e imponer su pensamiento único a lo interno, a toda costa.
Hasta que Carlos Zelaya habló. Dijo que se había reunido con un grupo de “empresarios” en Río de Piedras, en San Pedro Sula, invitado por los líderes políticos de Olancho de ese entonces: Rafael Sarmiento (ahora diputado y jefe de bancada de Libre en el Congreso Nacional) y el abogado Carlos Muñoz (diputado suplente del expresidente Manuel Zelaya) para que conversara con estos “inversionistas” de la política que querían aportar a la campaña política de 2013, es decir, hace 11 años.
Un video…un relato
Carlos Zelaya llegó a la cita, y de los ahí presentes dijo que el único que conocía, aparte del abogado Carlos Muñoz (ahora cónsul de Honduras en Miami, Estados Unidos) era a Ramón Matta Waldurruaga, hijo del capo de la droga Ramón Matta, quien guarda prisión perpetua en una cárcel estadounidense por temas de drogas.
El secretario del Congreso Nacional—considerado el poder detrás del trono en el parlamento hondureño—luego en el relato a los medios confesó que a otras de las personas que reconoció en la cita fue al político Adán Funez, hoy alcalde de Tocoa, reelecto en varias ocasiones. Indicó que llegó ahí “usando” el nombre del expresidente Manuel Zelaya.
“Quiero pedir disculpas públicamente al presidente Zelaya porque mencioné su nombre”, dijo un hermano arrepentido que, en la tertulia con los capos de la droga, escuchó ofrecimientos de recursos para la campaña política de 50 hasta 150 mil lempiras, pero ninguno de esos recursos, asegura, llegó a sus manos o a la campaña misma. Fue un encuentro de “acercamiento”, dejó entrever.
Con el tiempo, dijo, supo que los otros personajes que estaban ahí eran el señor “don Cachiro”, además de Matta, Muñoz y Funez. Conocedores del narcovideo aseguran que además de Devis Leonel Rivera Maradiaga, participaron en la reunión Héctor Emilio Fernández, conocido como “Don H”, igualmente Matta, Muñoz y Fúnez.
Todo esto que había sido negado por Carlos Zelaya al trascender los testimonios de las cortes de Nueva York, toma un giro de 180 grados, cuando el mismo secretario del Congreso Nacional dice que aparentemente existe un video, “que alguien grabó” y “caí en una trampa”.
“Estoy convencido de que esa reunión fue grabada por todo lo que pasó ahí. Caí en una trampa. Pues asumo mi responsabilidad. Y así lo creo, existe un video, y bueno pues si hay un video, cuando ustedes conozcan el video se van a dar cuenta que lo que estoy diciendo es la verdad. He venido aquí a ponerme a la orden de la justicia hondureña y también a la justicia internacional”, dijo la mano derecha del expresidente Manuel Zelaya Rosales.
Se derrumba teoría conspiración
Carlos Zelaya anunció que renunciaría a su cargo como secretario del Congreso Nacional y a la diputación de Libre por el departamento de Olancho. Que se ponía a la orden de la justicia. El Ministerio Público se ha llamado al silencio tras el escándalo, ha trascendido que, en la cita con los fiscales, Carlos Zelaya, habría conocido el video, que le hizo salir con tremendo destape.
El tsunami político se había desatado. Horas después, el ministro de la Defensa, José Manuel Zelaya Rosales, (hijo de Carlos Zelaya, sobrino del expresidente Zelaya y de la presidenta), estaba interponiendo la renuncia al cargo.
Zelaya dijo en su red social de X que renunciaba al puesto porque la “misión del Partido Libre y de la Resistencia está por encima de un cargo público” y para que se investigue con toda libertad (a su padre) pone a disposición el cargo. El hasta ahora ministro de Defensa, se asegura, fue forzado a renunciar, pues el tsunami desatado por su padre no solo golpea al partido y gobierno de la presidenta Castro, también a la familia, que ha empezado a distanciarse, revelan fuentes del primer círculo del poder.
El” familión” ha sido golpeado internamente por sus propios integrantes; el círculo del primer anillo de poder se reduce aún más y los estrategas buscan en las últimas 24 horas ver como revierten la tormenta, levantan la caída imagen de una presidenta, exhibida como pocas veces, además de mantener a flote un gobierno a escasos días del inicio oficial de una campaña electoral en donde buscan retener el poder, aunque los escenarios les sean adversos.
La teoría de la conspiración, gestada por Washington y la embajadora Dogu, se desmoronó, y en paralelo transcurre en la prensa versiones acerca del relato que el capo de la droga Midence Oquelí ha empezado a ofrecer a los fiscales en Nueva York para evitar ir a juicio por narcotráfico. El financiamiento de las campañas es una arista de la que Midence Oqueli tiene mucho que aportar.
Las confesiones de Carlos Zelaya botaron la tesis de “independencia y defensa de la soberanía”. El partido en el poder, Libre, también presenta fisuras entre quienes nunca acuerparon la cancelación de la extradición y los que piden una purga en el partido que pasa por rodar cabezas, entre ellas la del jefe de bancada en el Legislativo, Rafael Sarmiento y el alcalde de Tocoa, Adán Funez.
Ante la renuncia del ministro de Defensa, políticos como Arístides Mejía, ex titular de Defensa en el gobierno de Manuel Zelaya Rosales, dice que debe rodar también la del jefe del estado mayor conjunto de las fuerzas armadas, Roosevelt Hernández, a quien considera un “hombre débil” dentro de la institución.
La familia presidencial achica su círculo de allegados y no le ha quedado más que echar mano de la candidata que impulsan como su carta para continuar en la presidencia, la abogada Rixi Moncada, a quien designaron como la nueva titular de la Defensa, abriendo así otra grieta, esta vez a lo interno de las Fuerzas Armadas, garantes de la custodia electoral según la Constitución.
Moncada, precandidata presidencial de varias facciones internas de Libre, aspira a ser la candidata oficial de Libre en los comicios primarios de marzo de 2025, y ahora, al frente de la Secretaría de Defensa, será juez y parte en un proceso electoral marcado por la incertidumbre. Lo militares nuevamente han sido elevados al centro de la controversia política: ¿hacia dónde apuntarán? Es la gran incógnita.
Las cábalas están por doquier entre quienes piden la renuncia a Moncada, y los que dicen que ésta puede seguir y renunciar seis meses antes de las elecciones generales de noviembre de 2025. Pero no parecen escenarios fáciles para un tsunami político desatado por Carlos Zelaya, el hombre y hermano de mayor confianza del “hacedor de victorias” como le conocen en Libre, al expresidente Manuel Zelaya Rosales. (PD).