Día Martes 10:00 am, bajo el intenso Sol y la bruma que adornan el Hospital Psiquiátrico, Jaime de 50 años se encuentra sentado esperando a ser atendido por la Unidad de Atención al Usuario para luego ser llamado por un ruidoso altavoz que en lugar de dar paz solo provoca sobresaltos.
Tiene una mirada cansada por no poder dormir, pero, a la vez, con muchas esperanzas que al estar aquí todo tendrá solución. Pasaron las 11:00 am, las 12:00 pm, las 2:00 pm, para que dijeran que el médico no había podido llegar, eso implica que Jaime debe concertar otra cita, donde esto incrementa el tiempo de espera y los niveles de ansiedad que ya padece. Pasaron las 3:00 pm, 4:00 pm, hasta que al llegar a las 5:00 pm al fin pudo ser atendido.
Justo en este momento, su nombre se escucha por el parlante, él se pone de pie con mucha felicidad para atender su llamado con la esperanza que será una atención personalizada y podrá ser escuchado, pero, es ahí donde comienza el mayor martirio de la consulta. El “psiquiatra” con voz altanera y prepotencia le indica que pase y se siente, sin siquiera tener un contacto visual con él. Comienza a leer en voz alta su expediente como si fuese un niño que está siendo castigado por la forma en que trabaja su cerebro. Jaime con temor solo responde con voz temblorosa con un “si” o un “no”.
El “psiquiatra” sin realizar un estudio más minucioso lo satura con medicamentos que lo único que harán es sedarlo. Jaime solicita al “psiquiatra” sesiones de terapia, “el psiquiatra” sin levantar su mirada solo expresa: “dentro de tres meses y veremos si la necesita”. La mala sensación no quedó ahí, Jaime ahora debe pasar por caja, Farmacia, Unidad de Admisión en donde el trato es poco amable y hasta se esconden para no atender cuando ya se acerca la hora de salida. Jaime con mucho desgaste mental y físico sale con su bolsita repleta de esperanzas y medicamentos para la restauración de su salud mental y emocional.
Como Jaime, mas de 400 personas acuden todos los días a estos hospitales en busca de “ayuda profesional”, que más que ayuda se convierte en un calvario, desde el trato de los practicantes de las diferentes universidades hasta los especiales que devengan un salario y en donde hacen un juramento de Velar con sumo interés y respeto por la vida humana. Es de urgencia analizar la situación por la que atraviesan los hospitales psiquiátricos y los pacientes de estos, ya que el gobierno no tiene interés en realizar esfuerzos en la mejora de la problemática.
La Salud mental fue una de las tantas promesas que hizo nuestra Presidenta Xiomara Castro, en donde reconoce la desatención en salud y sobre todo la mental. Mencionando que sería un 12% para servicios de salud mental y el 88% para los tres hospitales psiquiátricos: Mario Mendoza en el Distrito Central, Santa Rosita en Valle de Amarateca y Hospital San Juan de Dios en Cortés.
Entonces, aquí va mi pregunta: Excelentisima Presidenta Xiomara Castro, ¿cómo podemos apoyar a estas personas que llegaron al límite de sus posibilidades y que están sufriendo porque consideran que la única posibilidad de parar este sufrimiento es quitándose la vida?.