Por Alberto García Marrder
Especial para Proceso Digital, La Tribuna, El País y Contexto
Siempre hemos admirado a los Estados Unidos, para estudiar, trabajar y vivir. Hasta para ir de compras a Miami. Y si aprendemos un nuevo idioma, tiene que ser el inglés, para entendernos cuando vayamos a Nueva York. O para poder ingresar a un “college” o una universidad.
He vivido en ese país más de diez años y noto un declive del Estado, de gobierno, de la cultura, economía y de que no es la súper potencia de hace unos años.
¿Ya le llegó a Estados Unidos ese declive cíclico que han padecido otras potencias colonialistas como el Reino Unido? Como periodista, he vivido también en Londres unos ocho años y mis colegas británicos asumían con naturalidad el declive de la potencia colonialista que fue su país y que ya no es la misma de antes. Y que hasta Escocia quiere independizarse y que ha sido un fracaso su salida de la Unión Europea.
Y la pregunta obvia, entonces, es la siguiente: ¿Podrán los norteamericanos reconocer el declive de su país, como lo hacen ahora los británicos de su país? Y los paralelos a las caídas de los imperios romanos, el español, el austro-húngaro, el otomano y el británico.
Los síntomas son muchos: en noviembre hay elecciones presidenciales y se presentan para la reelección, el actual Joe Biden, de 81 años y que tiene muchos problemas mentales y que alega que su tío “Bosie” fue comido por caníbales cuando su avión cayó sobre Papua Guinea en África, durante la Segunda Guerra Mundial. (FALSO: MURIÓ, AL CAER SU AVIÓN, PERO NO FUE COMIDO POR LOS CANÍBALES.).
Y por Donald Trump, un extravagante millonario egocéntrico de 77 años y rencoroso que ya anuncia que si es reelegido va a ser un dictador para acabar con sus enemigos. Pero antes tendrá que atender cuatro juicios pendientes. Y la pregunta vinculante es: ¿Cómo es posible que un 51 por ciento de los votantes apoyan a este tipo de candidato?
Más síntomas:
1- Muchos norteamericanos están renunciando a su nacionalidad. ¿Por qué?
2- Están bajando los salarios y la productividad de la clase obrera o asalariada estadounidense.
3- La incontrolable deuda pública, que es, según la publicación “The Hill”, una “bomba de tiempo”. Actualmente es de 34 billones de dólares, todo un récord. Totalmente difícil o imposible de pagar.
4- Declive total de capacidad en matemática y lectura de los estudiantes del último año de las primarias y son ampliamente superados por los estudiantes chinos del mismo grado.
5- Fracaso del actual sistema político, no quieren ni a Biden ni a Trump. “Horrible opción·, opina una columnista. (Los jóvenes electores americanos, en más de un 50 por ciento, prefieren nuevos candidatos a la presidencia de Estados Unidos y no que en estas próximas elecciones presidenciales tengan que votar por uno de los dos ancianos candidatos).
6- Ya no existe el concepto de “patriotismo” y la bandera la usan como símbolo de productos comerciales. La mayoría del WASP, el puro anglosajón blanco de religión protestante está desapareciendo en la demografía del país por la masiva inmigración (legal o indocumentada) y en menos de 40 años, se proyecta, los latinos y los hijos de estos, será una mayoría de la población.
7- Sus compañías ya no son tan competitivas en los mercados globales. En ciertas ciudades ya no se puede salir de noche por la inseguridad y el sistema de salud está empeorando. Hay más pobres que nunca.
8- En el aspecto exterior, Estados Unidos ya no tiene el peso, influencia o fuerza de antes. Ha tenido que aguantar a un país comunista (Cuba) a apenas 90 millas de la costa sur de Florida y a sus espías que rondan en Miami.
9- Su estado sureño, Texas, es un “coladero” de migrantes indocumentados que cruzan en barcazas o a nado, y de noche, el Río Bravo, fronterizo con México.
10- Ha dejado o permitido que China, su nuevo rival, más que Rusia, siga inundando su mercado con productos “clonados” y bien hechos, de originales americanos. El “Made in China” se ve en muchos supermercados y, totalmente, en los bazares chinos, en cualquier barrio del país.
Pero que no quede duda, Estados Unidos es, y seguirá siendo por muchos años más, la primera potencia nuclear del mundo, así como en tecnologías. Sus universidades de investigación, así como las empresas tecnológicas del Silicon Valley de California, nos seguirán dictando cómo pensar y comunicarnos. La Inteligencia Artificial, que tanto nos asusta, es un paso más… e inicial.
NOTA: Gracias a la valiosa colaboración del historiador hondureño Mario Argueta (estoy leyendo su libro “TIBURCIO CARÍAS, ANATOMÍA DE UNA ÉPOCA) y del sociólogo cubano-americano Ricardo Puerta, que me ha ayudado a corregir errores y centrarme en el tema. Con esa ayuda, da gusto escribir.