Tegucigalpa, Honduras. Entre barrotes, graderías, paredes y carreteras yacen millones de lempiras, hundidos en fosas de corrupción.
Una era de piedra de la que no evolucionamos ni lo haremos, si seguimos «heredando» obras como Ciudad Mateo, el Trans 450 y los hospitales móviles.
Como una oda a la memoria ciudadana que nos invita a no olvidar, el Consejo Nacional Anticorrupción (CNA) presentó recientemente el fotolibro «Monumentos de la corrupción», una compilación de esas historias que parecen fábulas, pero que son reales y nos recuerdan cómo un país llamado Honduras se permite dejar en el suelo (literalmente) cuantiosas cantidades de dinero en proyectos fallidos, unos que operan a medias y otros que están abandonados.
El peso simbólico de este libro es tanto como el impacto económico de L 4,775,174,933.98 que suman los diez monumentos que incluye la edición.
El dinero ajusta cuando no se lo roban… y cuando no lo desperdician.
Hierro, metales, madera, cemento y otros materiales que se pierden no solo entre la maleza, sino en la indiferencia de las autoridades que, de gobierno en gobierno, siguen sin hacer nada.
La obra (también gris) ya está disponible para su descarga en www.cna.hn y próximamente se tendrá la versión en físico de forma gratuita.
Este libro es un museo de recuerdos de la espantosa corrupción y de cómo las y los funcionarios violan sus deberes y el precepto de administrar de forma óptima los fondos públicos.
Es un viaje al pasado, que inicia en 1986 con la construcción del estadio Roberto Suazo Córdova, en La Paz, y avanza por varios departamentos hasta finalizar con los hospitales móviles, en 2021.
Si no se hace algo, seguiremos siendo y convirtiendo nuestra infraestructura en polvo, con una corrupción monumental de la que todos hablan, pero por la que nadie responde.
Es un ejemplar que quedará en la historia, porque no basta con criticar, con quejarse, con condenar… Ni siquiera con denunciar ante las autoridades (como también lo hizo el CNA con el monumento de la corrupción en el que por años se ha convertido la cárcel de La Acequia), tampoco es suficiente con judicializar, ¡estos hechos corruptos se deben registrar!, reunir y plasmar en los tiempos y qué mejor que hacerlo a través de un libro y la eternidad que este ofrece.
Esperemos que los entes persecutores del delito no pasen la página.