Nueva York, Estados Unidos. La dramaturgia y el espíritu de William Shakespeare se apoderó de la sala del juicio Estados Unidos vs. Juan Orlando Hernández.
Saber hablar, saber decir, saber transmitir son elementos esenciales de la comunicación, entonces: ¿por qué no litigar haciendo uso de habilidades comunicativas?
Siendo así, los alegatos iniciales estuvieron bien “fumados” (perdón, este caso es sobre cocaína, no marihuana).
Poder, corrupción y mucha cocaína…
Aunque la Fiscalía arrancó con voz apenas audible, ante el llamado del juez Kevin Castel, el abogado David Robles se acercó al micrófono, y (¡ahora sí) con fuerza, determinación y rompiendo el silencio de la sala, inició su alegato de aproximadamente 14 minutos de duración con esta frase: “este es un caso sobre poder, corrupción y mucha cocaína” …
Mientras señalaba con su dedo índice al acusado, fulminó: “este hombre por años ha trabajado en el tráfico de drogas”, brindando seguridad y protección a narcotraficantes; envió tonelada tras tonelada de cocaína aquí a Estados Unidos, usó a la Policía Nacional, a los militares y al sistema de justicia; consiguió los más altos cargos políticos a cambio de sobornos, financió campañas con dinero proveniente del narcotráfico y van a escuchar declaraciones en donde dijo que “le iba a meter la droga en la nariz a los ‘gringos’ y que ni cuentan se iban a dar”, acusó Robles en representación de la Fiscalía de Estados Unidos, país en donde enfrenta un juicio por posesión de armas y haber ayudado a introducir toneladas de cocaína a través de una conspiración en donde la política y el narcotráfico se dieron la mano en una alianza que solo sería destruida por sus mismos miembros. (El cartel de los sapos 2.0).
El infierno está vacío…
Llegó el turno de Renato Stabile, quien se lució en su alegato inicial.
“El infierno está vacío y todos los demonios están aquí”. ¡Vaya forma de parafrasear a William Shakespeare con su obra “La Tempestad” para anunciar a la cadena (casi perpetua) de “fichitas” que van a declarar en contra de su cliente (desviando el juicio de EE UU vs. JOH a un ángeles vs. demonios).
“Mi nombre es Renato Stabile y junto a Raymond Colon represento a Juan Orlando Hernández”, prosiguió.
El camino narrativo usado por el abogado de la defensa hizo que el juez, jurado y la audiencia cayeran en un efecto alucinógeno que les hacía sumergirse en un vaivén entre quién es culpable y quién es menos culpable (porque para pensar que en este caso hay inocentes se ocuparía una droga más potente).
¡El “viaje” del usuario (customer journey) estaba dando resultado!
Las historias se cuentan para entretener, persuadir y explicar. Stabile cumplió con los tres elementos.
Su narración fue accesible para el público, al emplear habilidades discursivas con recursos gráficos para que en la memoria de los presentes -la recordación- (top of mind) y en la cobertura mediática (framing) se posicionara el mensaje en el que se basan los argumentos de la defensa: un cliente víctima de la venganza por “no sentarse, sino enfrentarse a los narcotraficantes y asesinos confesos”.
¿Ven cómo las ciencias de la comunicación pueden ser un arma de doble filo cuando se saben usar?
Stabile “diagramó” su caso y lo expuso cual si fuera tesis previa a obtener el título de “Doctorado en Comunicación, Marketing y persuasión de audiencias”.
Presentó líneas de tiempo, mapas, cuadros comparativos, perfilamientos, balances, alegorías y conclusiones magistrales: “mi cliente Juan Orlando Hernández no es culpable”.
Inició su “ponencia” con una fotografía del expresidente (hasta la imagen la escogieron bien) y empezó a desplegarse por todos los monitores de la sala el rostro de un hombre sonriente y de aspecto amigable, que a la vez es esposo y padre de familia.
En una segunda diapositiva ubicó a la audiencia con el mapa de Honduras señalando el potencial turístico de este pequeño país ubicado en Centroamérica.
Sin embargo, la belleza de ese destino vacacional “de primer nivel” se ve opacado por la violencia, que -según el alegato de la defensa- JOH luchó para combatir, arrebatándonos nuestra marca país para convertirnos en un narco-Estado.
Pero, como no se trata de contar primero, sino de contar mejor, Renato -con buen timbre y entonación, luciendo seguro frente al pódium, resaltó las cifras que oficializó en su entonces el gobierno de Juan Orlando.
La tercera diapositiva la enfocó en las iniciativas de seguridad de su mandato como presidente del Congreso Nacional y al frente del Poder Ejecutivo; en este apartado mencionó la aprobación de la Ley de Extradición, la creación de la Agencia Técnica de Investigación Criminal (ATIC), la Fuerza de Seguridad Interinstitucional Nacional (Fusina) y la depuración policial.
Luego enumeró lo que no se está viendo, enfatizando en que no hay pruebas de mensajes de texto, correos electrónicos, grabaciones, transacciones bancarias, etc.
Lo que sí se ve, continuó Stabile, es el peso de los asesinatos (que constan en sus declaraciones) que suman los ahora testigos.
Acto seguido, se mofó de la foto de un cargamento de droga con las iniciales de “TH” y dijo que eso solo significaba “Tommy Hilfiger”.
¿Ustedes creen que, a falta de evidencias, pruebas o testigos creíbles, se puede ganar un caso a puro storytelling? ¿O la magia del universo narrativo desaparecerá al momento de la deliberación?