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Elecciones, ¿hay tiempo para las reformas?

Tegucigalpa (Especial Proceso Digital) – La Cámara Legislativa ha empezado a retomar su ritmo al volver a sesiones, tras más de 130 días de parálisis legislativa, al lograr obtener la mayoría simple de votos (65) para sacar adelante algunas leyes, entre ellas las amnistías y el Presupuesto General de la República, pero siguen en el tintero las ansiadas reformas electorales y su viabilidad o no de ser aprobadas en momentos que ha iniciado la prematura campaña político electoral.

Las reformas electorales que con insistencia vienen impulsando desde hace varios años sectores de la sociedad civil e incluso algunos partidos y líderes políticos, junto a organismos electorales, parecen distanciarse entre las prioridades legislativas, y algunas de ellas, como el balotaje o segunda vuelta, da un respiro a las fuerzas del tripartidismo político que no terminan de convencerse para impulsar este proceso.

Si bien existe un dictamen favorable de la comisión de asuntos electorales en el Congreso Nacional, luego de una amplia socialización, el proyecto no entra al debate al hemiciclo, y la parálisis legislativa del año pasado, en el fondo, dio respiro a la elite política representada en el parlamento para que ese anhelo ciudadano fuera sometido a un largo reposo.

El actual pleno legislativo no ha tocado las reformas electorales pendientes para evitar conflictos postelecciones.

La segunda vuelta electoral o balotaje ha sido vista como un mecanismo que puede ayudar a fortalecer las democracias y el sistema de partidos políticos, ante la desafección y desencanto generado entre la ciudadanía por el incumplimiento de promesas y el avance de la corrupción, entre otros factores.

Los partidos políticos y el parlamento en Honduras no gozan de buena salud, confianza ni credibilidad entre los electores y la ciudadanía en general, enfrentan uno de los mayores desgastes en la historia, que pueden llevar al elector a decantarse por liderazgos populistas y autoritarios, advierten los estudios sobre el comportamiento de las democracias en América Latina.

De acuerdo con el Latinobarómetro 2024, la democracia apenas es apoyada por un 32 % de los hondureños, uno de los más bajos de la región latinoamericana, además de tener el mayor número de indiferentes al tipo de régimen que exista en el país, es decir, un 41 % de los hondureños les es indiferente el tipo de régimen que les gobierne.

La salud deteriorada de los partidos

Estos datos hablan de una especie de colapso en el desempeño que los gobiernos han hecho dentro de la democracia, debilitando aún más este modelo considerado como la mejor forma de gobierno. El desencanto con la democracia se acrecienta y dentro de ella el debilitamiento institucional y de los partidos políticos.

El mismo Latinobarómetro revela dos datos preocupantes para los partidos políticos hondureños: un 73 % de los consultados considera que los partidos políticos no sirven, no están funcionando bien, en contraste con un 22 % que cree que sí funcionan bien.

El otro dato es que un 40 % de los hondureños considera que la democracia puede funcionar bien sin la existencia de los partidos políticos. Estos datos evidencian el declive en que están cayendo los partidos políticos, erosionados en su confianza y en su credibilidad, bajo el riesgo de ser suplantados por los llamados liderazgos PAP: Personalistas, Anti-elite y Populistas.

Se está frente al desplome de los partidos políticos aseguran los analistas y politólogos, al hacer hincapié que uno de los factores que más les está lacerando es la corrupción y el crimen organizado que se han tomado los sistemas políticos en cinco países latinoamericanos: Venezuela, Haití, Nicaragua, Honduras y Guatemala.

Diversos sectores demandan se aprueben reformas electorales.

Sin tiempo para el balotaje

En Honduras, los partidos políticos vienen presentando problemas desde hace más de una década, el bipartidismo político cayó para convertirse en un tripartidismo que junto a otras fuerzas minoritarias han hecho del panorama político un país de multipartidismo que en su gran mayoría carecen de fuerza electoral y popular entre sus electores. La gran mayoría de los nuevos partidos políticos empiezan a agonizar después de un proceso electoral y otros más son una especie de bonsái que pueden desaparecer de cara a los comicios generales de 2025.

En tal sentido, los esfuerzos por impulsar reformas electorales que robustezcan la democracia, sus instituciones y el mismo sistema de partidos políticos ha sido un anhelo de diversos sectores e instancias sociales y civiles que vienen promoviendo reformas electorales que el país parece ofrecerlas a cuenta gota.

Dentro de esas reformas se encuentra la separación de elecciones presidenciales de las municipales y legislativas para abrir mejor el proceso y hacerlo más democrático, asimismo la necesidad de ciudadanizar las mesas receptoras de votos y evitar así una politización partidaria que sienta su fuerza en los llamados activistas políticos que en las elecciones pueden prestarse al tráfico de votos en las urnas.

En septiembre de este año se elige un nuevo pleno del CNE.

Elección de pleno del CNE

Asimismo, la elección de los consejeros del Consejo Nacional Electoral mediante un proceso de selección amplio y transparente, y no de forma discrecional a criterio de la clase política representada en el Congreso porque vuelve su elección en un proceso político-partidario, sin garantías de autonomía e independencia.

Se pide también incorporar la elección de los diputados por distrito, el uso del voto electrónico, la ley procesal de justicia electoral que regulará las actuaciones del Tribunal de Justicia Electoral, entre otros.

Los entendidos en temas electorales sostienen que si bien en septiembre de este año, el Consejo Nacional Electoral convocará a elecciones primarias a realizarse en febrero de 2025 y luego a comicios generales en noviembre del próximo año, aún hay un margen para que los congresistas aprueben algunas reformas electorales.

Dentro de esas reformas electorales destacan reformas a determinados artículos de la Ley Electoral que no requieran mayoría calificada y que no compliquen tanto el proceso electoral, pero han sido claros en indicar que, en el ambiente de las fuerzas políticas representadas en el Congreso Nacional, no hay ambiente para aprobar una de las reformas más ansiadas: la segunda vuelta o balotaje.

Se prevé que en las elecciones de 2025 haya más partidos políticos en contienda.

Partidos políticos

Esta promesa electoral de todos los partidos políticos, no se concretará de cara al próximo proceso, aseguran, al señalar que es muy probable que el país vaya a los comicios generales de noviembre de 2025 con las mismas reglas o reformas mínimas que no impactarán en las tres fuerzas políticas mayoritarias: Partido Libre, en el poder, Partido Nacional y Partido Liberal, en la oposición.

En Honduras la figura de la segunda vuelta electoral cobra fuerza en vista que—a excepción de los comicios pasados que ganó la presidenta Xiomara Castro—los presidentes nunca son electos por mayoría y la segunda vuelta garantizaría que las mayorías elijan a los gobernantes y ello genere mayores niveles de gobernanza y gobernabilidad democrática, necesarias para generar certidumbre y rumbo al camino que fije la Nación.

Por ahora, la campaña política electoral ha arrancado con ímpetu del lado del oficialismo, mientras la oposición política calienta también sus motores, y en el parlamento hondureño, después del amplio receso remunerado que se recetaron, las reformas políticas no asoman como prioridad de los partidos políticos y con mayor caudal electoral ahí representados. La prioridad parece centrarse en los bonos, los subsidios y otros recursos populistas que les permitan ascender o retener el poder, aunque las cifras de la democracia les indiquen que como partidos políticos están tocando fondo. PD

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