Tegucigalpa – Desde un cuerpo colgado en un puente, un hermano que le quita la vida a su hermano en una pelea de ebrios, una mujer torturada, violada y asesinada hasta la mayor tragedia en una cárcel con 46 féminas muertas, la deshumanización de estos crímenes desdicen las estrategias de seguridad en Honduras.
– La violencia exacerba los flujos migratorios y se ubica como la segunda causa que empuja a los hondureños a emigrar de forma irregular.
– Las masacres, que este año suman 41, es otra forma de violencia desmedida porque muchos mueren por estar en el lugar y momento equivocado.
– El país cumple el próximo 6 de diciembre un año en toque de excepción parcializado en zonas consideradas calientes y aunque ha existido una leve baja en las cifras, la incidencia sigue siendo alta y en ciertos casos con modalidad descarnada.
Muchos y quizás hasta incansables esfuerzos se realizan desde los cuerpos de seguridad del país para contener la violencia en el territorio nacional, pero ya no se trata de reducir una cifra y presentar un informe, hay líneas rojas que se han cruzado y evitan que el país encuentre la paz que necesita para asegurar las garantías mínimas que eviten que en primera instancia más personas arriesgan su vida al emigrar irregularmente y en otro plano que llegue la inversión extranjera al país.
Huir de la violencia que provocan las maras y pandillas en las comunidades se ha convertido en la segunda causa que empuja los flujos migratorios irregulares desde Honduras donde en promedio 500 personas a diario emprenden la ruta migratoria.
La deshumanización de los crímenes ha provocado que el agresor ya no sea un desconocido, sino un familiar; un padre que mata a su hijo, una pareja asesinada a puñaladas por su cónyuge o un hermano que asesina a su hermano son algunos de los casos que constatan que lo que algún momento solo fue un pasaje bíblico para anunciar el fin de los tiempos, hoy sea una realidad latente y cotidiana en el país de las cinco estrellas.
Rabia e impotencia
La doctora forense con una especialidad en criminalística, Ana Molina confesó a Proceso Digital que muchas veces ha sentido sensaciones de malestar cuando conoce de casos de violencia que sobrepasan los límites humanos.
Contó que durante un levantamiento al que acudió en Curarén, Francisco Morazán, sintió rabia e impotencia cuando llegó al sector montañoso y apartado de la ciudad. El equipo forense se hizo presente a una humilde vivienda de bahareque donde había dos muertos en forma violenta.
“Con la escena que me topó es que cuando abro la puerta, está un señor parado y me dice: ‘cuidado doctora, ahí está mi mujer’, cuando estoy abriendo la puerta ahí estaba la señora muerta, pero también miro un ataúd pequeño y a la par un bebé de 18 meses con tres disparos en la cabeza”, describió.
Resulta que -continuó su relato- un sobrino de la señora le pidió 50 lempiras, y ella le contestó que no tenía, entonces el sujeto, de unos 20 años, se fue y regresó para propinarles tres disparos al niño y tres disparos a la mujer.
“Esa vez me entró una impotencia, furia, rabia y mucho dolor”, reveló.
La galena puntualizó que en congresos internacionales a los forenses de Honduras les tienen una especie de admiración por colegas internacionales porque los especialistas catrachos pueden compartir experiencias que no ocurren fácilmente en países del continente.
Asimismo, descubrió que el drama de los encostalados es una fuente de ciencia para los médicos forenses que participan en los levantamientos porque pueden escudriñar las modalidades y mensajes de la criminalidad.
“No se puede culpar a la policía”
De su lado, Gonzalo Sánchez, abogado y criminólogo, dijo a Proceso Digital que no se puede echar la culpa de toda la criminalidad a la Policía Nacional y apuntó que la violencia en Honduras es un problema social.
Ejemplificó que cómo es posible que la policía pueda prevenir un suicidio o el asesinato de un cónyuge a otro cónyuge.
Sin embargo, aceptó que la prevención de delito disuade al criminal, por lo que se colige que algo falla en las estrategias de seguridad.
Insistió que un policía no va a estar en un hogar donde está peleando una pareja, por lo que la violencia en el país tiene una raíz social, externó.
Encostalados
El criminólogo razonó que dentro de los crímenes que se cometen con deshumanización tiene que ver con peleas de territorios de parte de estructuras criminales.
Al respecto, dijo que el tema de personas encostaladas está directamente relacionado con la pelea de territorios y un mensaje que se busca enviar al rival.
A su vez la pelea de territorio está ligada al mundo de las drogas. ”Las personas que no andan en ningún tipo de problemas, no tienen nada que temer”.
Lamentó que dentro de las estructuras criminales también se involucran mujeres lo que también provoca un aumento en los feminicidios, otra arista de la violencia que azota al país.
Menores, altamente vulnerables
De su parte, Lizeth Coello, directora de la Dirección de Niñez, Adolescencia y Familia (Dinaf) expuso a Proceso Digital que es preocupante que los menores en Honduras son altamente vulnerables frente a la violencia.
“Nos preocupa muchísimo el incremento de la violencia en general, pero también el incremento de la violencia dirigida hacia los niños y las niñas dadas su condición de altísima vulnerabilidad”, expresó.
En ese contexto, externó que es de mucha preocupación la violencia intrafamiliar secundaria a factores de estrés a causa de una estructura económica de pobreza que genera ansiedad entre los padres.
Por su condición los niños son un foco donde se canaliza esa violencia (intrafamiliar), lamentó la directora del Dinaf.
También reprochó la publicación de hechos sangrientos y crueles ya que también es un tipo de violencia en el imaginario de la niñez.
Con base en lo anterior, exhortó a que como sociedad asumamos la responsabilidad de proteger desde la salud mental hasta la integridad física de los y las niñas.
Informes vs percepción
Un contraste se vive en Honduras cuando se habla de violencia, las autoridades a través de la Policía Nacional hablan de reducción de violencia, mientras la población cada día percibe más inseguridad.
De acuerdo a datos publicados por el ministro de Seguridad, Gustavo Sánchez, en el presente año se registra una reducción de casi 17 % de los homicidios respecto al año anterior.
Los datos porcentuales se traducen en 527 homicidios menos, respecto a 2022, según las estadísticas compartidas por la Policía Nacional de Honduras.
“Es muy compleja la dinámica del delito en el país, el cual tiene 3 fuentes: crimen común; crimen organizado y factores culturales y convivencia”, reflexionó sobre el tema el ministro de Seguridad a través de su cuenta de Twitter.
En ese contexto, argumentó que las estrategias, planes y acciones implementadas están dando resultados en prevención, disuasión y control del delito.
Entre tanto, los asaltos, robos de vehículos y secuestros están a la orden del día, lo que provoca que la percepción de la ciudadanía sea contraria a las estadísticas que defienden los entes de seguridad del Estado. PD
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