Sucedió exactamente a las 6 de la mañana del jueves dos de noviembre recién pasado y toda la humanidad pudo escucharla gracias a la magia de internet. Día de muertos. La marca más exitosa de la historia del Rock; el cuarteto que cambió el curso de la música volvió a sorprender: estrenaron su “último sencillo” a casi cincuenta y cuatro años de su disolución.
Una canción tan hermosa como oscura. “Now and then” ha maravillado de nuevo a los bitlémanos. “Lo hicimos utilizando la Inteligencia Artificial” dijo Paul McCartney en la introducción al videoclip. No debe de extrañarnos: Muchas maravillas vendrán pronto gracias a la magia de la imaginación y el talento humano.
Quizás para dejar en claro la superioridad del siglo XXI frente a quienes pontifican y reclaman por un pasado que no volverá, los Beatles nos han mostrado su atemporalidad: siempre se podrá mejorar todo si nos lo proponemos con inteligencia y humildad, reconociendo nuestras limitaciones y estudiando con denuedo para saber más, para lograr más. Ya lo hicieron Marco Polo, Isaac Newton, Pelé, Beethoven, Picasso, Tesla y muchos más. Aquellos cuatro chicos de Liverpool, ahora octogenarios dos de ellos, difuntos John y George, nos siguen mostrando la ubicuidad y templanza del genio.
Lo fantástico a ojos de cualquiera, aun de los “milenials”, es que podemos acercarnos a cualquier elemento que permita satisfacer nuestras ansias de mejorar y siempre lo conseguimos a través de la tecnología.
Si bien la IA llegó para hacernos la vida más fácil. La pregunta es ¿Qué tan listos estamos para lograr la prosperidad con su ayuda? ¿seguiremos porfiados en huir de sus posibilidades o enfrentaremos desde acá el reto de ser mejores, más humanos y sobre todo buenos gracias a ella?
Desde que en septiembre de 2020 el diario inglés The Guardian publicó un artículo escrito completamente por un generador de lenguaje que intentaba convencer a los lectores de que la inteligencia artificial y los robots venían en son de paz. A partir de allí, sino antes, escritores, analistas, periodistas y filósofos se han sumergido en el debate sobre la pérdida de autonomía y libertad individual; el poder y potencial del uso de los datos y de la tecnología para suplir las tareas humanas, incluyendo la del periodista.
El reto si es que reconocemos que necesitamos estar listos, es que desde aquí en nuestras Honduras se ve complicada una transición hacia algo que nos permita acelerar el flujo de conocimientos y con ello alcanzar mejores soluciones para una vida que poco a poco va siendo misérrima y desesperanzadora.
Si cinco de cada seis escuelas públicas carecen de acceso a internet, si una de cada tres tiene aún un solo maestro, si la población infantil con acceso a una nutrición adecuada se reduce aceleradamente como sucede en la actualidad, entonces podremos poco a poco llegar a la conclusión de que hemos fracaso como sociedad y solo queda huir al exterior como han hecho ya muchos valientes.
Pero hay esperanza. Cada vez más jóvenes entienden el reto que enfrentan y no cabe duda de que empezarán a buscar soluciones para ellos y sus hijos. Mas allá de la desidia y la flojera de esta clase política, por encima de la corrupción y el comportamiento criminal de la generación que hoy dirige estas instituciones cegadas por la ignorancia y inmoralidad, hay un cúmulo de trabajo que dará frutos y replanteará el camino a seguir.
Nadie le anticipó a John Lennon la suerte que su maravillosa canción correría cuando en 1979 se sentó al piano a componerla. Ninguno de los otros tres pudo haber imaginado allá en 1994, cuando Yoko Ono les pasó la cinta con el “demo”, que casi 20 años después, los Beatles estarían cerrando con excelencia su legado al mundo.
Así son estas cosas: aquella melodía armonizada en un triste “La menor” es capaz de regalarnos alegrías porque supo enrumbarse a través del uso inteligente de la tecnología.
¡Quien quita que pronto las cosas cambien para Honduras si somos capaces de entender que esta caminata triste puede revertirse en belleza si tenemos la audacia y la sabiduría de la esperanza!
