Cada cuatro años, el escritor uruguayo Eduardo Galeano, a quien nunca le dieron, vaya usted a saber el porqué, el Nobel de Literatura, ponía un rótulo en la entrada de su casa: “Cerrado por fútbol”.
Es decir: ¡Por favor no me jodan mientras esté el Mundial!
Esta vez, la FIFA nos hizo la jugada del tonto y movió el calendario y todavía no nos acostumbramos al cambio.
Los primeros perjudicados son los alumnos de escuelas bilingües, pues están en clases, y si a las maestras que tienen no les gusta el fútbol (por la cara, sospecho que es la mayoría), serán días de sufrimiento.
¡Maestras, dejen que sus alumnos vean el Mundial en el aula!
Sin embargo, los niños y jóvenes de las escuelas de español, que están en vacaciones, podrán disfrutar del Mundial por primera vez en su vida con toda tranquilidad.
Es un poco de justicia terrenal.
No sé si les ha pasado, pero hay personas que viven en otro mundo, y se les ocurre llamar durante los mejores partidos. Entonces, tranquilamente te marcan al celular en la semifinal Alemania-Brasil.
Yo no les contesto, por supuesto, y cuando devuelvo la llamada, se ponen en poses de ofendidos: “Pucha, ¿por ese partido no me llamaste?”.
Sospecho que han de ser aficionados de fútbol americano.
El Mundial tomará el control de nuestras agendas —y de nuestras vidas—, del 20 de noviembre al 18 de diciembre. Todo lo que se haremos girará alrededor de los partidos.
Eso significa que un verdadero fanático tiene su calendario a mano: en el carro, en el escritorio, en la casa… El “Mmmm, dejame ver si hay partido”, se hace común.
“¿Te parece si nos vemos este domingo a las 10 de la mañana?”, pregunta alguien. El futbolero ha estado esperando ese día desde hace mucho tiempo y responde de inmediato, como un zurdazo de Messi que deja helado al portero: “No, hombre… ¡A esa hora es la inauguración del Mundial!”.
Habrá que hacer malabares, desvelarnos, cancelar citas, o, simplemente, recurrir a la típica catrachada: “Es que no quedamos en nada”.
Son fechas peligrosas para los matrimonios, noviazgos y otras clases de relaciones amorosas.
“Mi amor, fíjate que la Petu nos invitó el sábado a su casa. ¿Vamos? Siempre la pasamos bien con ella”… Vos sentís un escalofrío que te baja por la espalda: “¿Qué sábado?”. Y la respuesta es dulce, dulcísima: “El sábado 26 de noviembre a las 12”.
Hay una sensación extraña en los dedos, como un deseo de estrangular. Pero no vale la pena pasar el Mundial en la cárcel. Mejor responder con la misma dulzura de ella: “Mi vida, ese día juega Argentina contra México”.
Y luego la típica carita del Gato de Shrek. Y asunto arreglado.
Se nos viene el Mundial. Sí, todos andaremos más cansados y ojerosos, pero, sin duda, seremos felices, inmensamente felices.