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Debate presidencial, tribuna desierta en Honduras

Tegucigalpa (Proceso Digital) – Los aspirantes presidenciables no quieren debatir. La negativa a participar en los propuestos debates presidenciales o presentarse a foros de trascendencia nacional es achacable a los aspirantes con opciones de gobernar Honduras en los próximos cuatro años.

– En el país no existe cultura de sancionar con el voto a quienes se niegan a participar en los debates públicos, coinciden analistas.

La clase política hondureña prefiere “cazar” el voto del electorado realizando visitas de campo, llevando ayudas u obras, ofreciendo un nuevo y mágico país o simplemente mediante temas pegajosos que se vuelven tendencias en la campaña político-electoral.

Son especialmente los presidenciables de los partidos mayoritarios quienes no suelen acudir a escenarios en los que podrían resultar cuestionados, ellos prefieren acudir a ciertos espacios donde tienen cierto dominio de la escena política, dijeron a Proceso Digital analistas consultados.

En el país no existe una cultura cívico-electoral, que valore el compromiso de los aspirantes de presentarse a espacios de trascendencia nacional, mucho menos hay un castigo del electorado para sancionar con el voto a los que se niegan a debatir sus programas y planes de gobierno, reflexionaron.

Sociólogos, politólogos y analistas del proceso electoral convergen en asegurar que la indiferencia ciudadana para exigir a sus postulantes a que participen en este tipo de eventos se matiza con la falta de compromiso para debatir con ideas ante la masa electoral.

Temor a consecuencias

El sociólogo Pablo Carías

Para el sociólogo Pablo Carías los partidos políticos mayoritarios tienen poco que ofrecer en los debates presidenciales, y prefieren evitarlos porque temen que les reclame las promesas incumplidas.

“Los partidos políticos tienen muy poco que ofrecer, sobre todo los que han hecho gobierno, en un debate tiene que haber una remembranza hacia el pasado y algunos candidatos tienen ese temor de promesas incumplidas”, declaró el académico en conversación con Proceso Digital.

Indicó que undebate presidencial podría provocar una confrontación de ideas entre los diferentes aspirantes que no sienten solvencia para responder con pensamiento claro.

Conjeturó que los presidenciables de los partidos mayoritarios no apuestan por los debates porque cuentan con un amplio espacio en los medios de comunicación para darse a conocer en el confort de sus posiciones y sin rebatir.

Carías puntualizó que los debates presidenciales les funcionan a los candidatos de los partidos minoritarios porque no cuentan con espacio en los medios para dar a conocer sus planteamientos a la ciudadanía y, además, no han sido gobierno.

También recalcó que un debate presidencial podría provocar que un candidato se equivoque en cuanto a la postura de un tema y le reduzca las posibilidades de ganar en las elecciones generales.

“Hay algunos que no logran mantener las preferencias porque una palabra mal dicha, un concepto mal interpretado, una postura sobre determinado problema puede ser aprovechado por los contendores”, analizó.

Desinterés en temas centrales

Julieta Castellanos

A juicio de la exrectora de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), Julieta Castellanos, la no participación de algunos presidenciables en esos espacios de interés social, es dar prácticamente la espalda a los problemas de nación, eso solo demuestra que a los políticos solo les gusta la acción pública, pero en sus públicos, donde no se les pregunte, no se les cuestione, ni se les planteen los temas de interés común.

Según Castellanos, eso indica que no están interesados en los temas centrales del país, donde la mayoría de los problemas estructurales tienen que ver con la forma de gobernar, es decir la economía, desempleo, pobreza, migración, violencia, inseguridad, educación y salud, son temas de fondo que se deben resolver, pero hay que añadir las malas prácticas del gobierno como corrupción, impunidad y clientelismo político.

Población muy permisiva

No hay un interés -dijo la entrevistada- en atender los debates bien planteados de la sociedad, ya que existe un rechazo y huyen de la realidad, ellos sin ningún problema siguen hablando de lo que les gusta, pero hay un elemento que mencionar, que la ciudadanía no es muy exigente, es demasiado contemplativa porque no hay una cultura de sancionar con el voto a quienes se niegan a participar en los debates públicos.

“A algunos de ellos los veremos en algunos foros televisivos porque seguramente ponen algún tipo de condición para no referirse a un determinado tema, hay programas abiertos que se hacen preguntas puntuales, pero hay otros que son complacientes con ellos y donde se les garantiza que no se les va a cuestionar”, indicó la rectora y exdirectora del Instituto Universitario Paz y Democracia (Iudpas).

Oportunidad de Libre de usar estos espacios

Otra desventaja para el contexto político actual es que la cultura del debate no está muy fortalecida en un país donde hay cuatro tipos de electorales en las ciudades grandes: los que votan por su partido sea quien sea el candidato, los burócratas y sus familiares, los beneficiarios de programas y proyectos; y los independientes, quienes tienen resueltos sus problemas, son críticos y no creen en los políticos.

Pero hay un grupo que cada vez es más grande y eso preocupa, son a los que no les interesa la política para nada, esto deja un nuevo desafío para las elecciones de manera que se sepa si 14 partidos políticos pondrán motivar al voto indiferente. No sorprende para nada que el Partido Nacional no participe porque tienen 11 años en el poder y deben responder a muchas preguntas, dijeron los entrevistados.

Otra conclusión de los expertos indica que los presidenciables no quieren responder a preguntas sobre la pobreza, deuda externa, vínculos con el crimen organizado, entre otros temas y tienen sus razones, pero si es menos comprensible en Libertad y Refundación, que tendría razones de sobra para aprovechar esos espacios que son una vitrina para ellos y podría servirles para expresar sus planteamientos al electorado indeciso.  

Herramienta esencial de la democracia

Eugenio Sosa

De su lado, Eugenio Sosa, profesor e investigador del Departamento de Sociología y Coordinador de la Maestría en Sociología de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), el debate es una característica esencial de la democracia, por lo que recomendó a los candidatos presidenciales que se muestran anuentes a participar y brindar transparencia a la ciudadanía.

“Quienes aspiran a dirigir la República deben estar abiertos a participar de la manera más abierta y respondiendo a la ciudadanía en esos debates”, expresó a Proceso Digital.

Explicó que los candidatos presidenciales tienen el derecho de conocer y discutir las reglas del debate.

En cuanto a los presidenciables de Libre y Partido Nacional, refirió que seguramente obedecen a una estrategia política, pero en el caso de quien ya han gobernado queda la pregunta ¿qué van a decir? después de tanto tiempo en el poder.

Defendió que asistir o no asistir a un debate, sobre todo cuando el convocante cuenta con alta credibilidad, obedece a una estrategia política.

También exhortó, al igual que en Estados Unidos, a que asistan a un debate presidencial los representantes de las fuerzas políticas en el país ya que con una quincena de candidatos presidenciales en un mismo debate poco o nada se podrá reflexionar.

“El debate es otra forma de construir ciudadanía y es una forma de responder a las demandas ciudadanas… los candidatos presidenciales deberían estar abiertos a participar”, comentó el sociólogo hondureño.

Falta de profundidad de propuestas

Melissa Elvir

La integrante de la Fundación Democracia sin Fronteras (FDsF), Melissa Elvir, dijo que los candidatos evitan los debates porque no tienen profundidad en sus propuestas y mucho menos los conocimientos para hacer planteamientos realizables.

Calificó que todo pasa por no querer enfrentarse a señalamientos o interrogantes que no puedan responder, ya sea por desconocimiento de los temas o falta de preparación de las realidades nacionales.

“No se trata de decir qué se hará en los primeros 100 días, o que van a quitar o poner, me parece que más allá de eso es desglosar la complejidad que existe en las diferentes instituciones públicas, un estudio del contexto social y económico con propuestas y análisis creíbles”, expresó.  

La abogada Elvir, citó que también los candidatos toman en cuenta quién organiza los debates y si tienen diferencias con ellos, prefieren no acudir a los mismos y desaprovechan una estupenda oportunidad de dar a conocer al pueblo su oferta política.

Puntualizó que, aunque no exista cultura de los debates políticos, es el momento de ir preparando el escenario para que se tornen cotidianos e indispensables previo a acudir a las urnas cada cuatro años.

“La cultura que se tiene de votar por partidos políticos poco a poco se va perdiendo, la cultura que se tiene de ir a votar por un estipendio se va perdiendo con el paso del tiempo. La población ha entendido que es necesario ir más allá de quien llega a mi colonia a regalarme cosas y votar por él. Eso es algo que culturalmente tenemos que ir cambiando mediante la instauración de debates, no solo con los candidatos presidenciales, sino también con los que aspiran a llegar al Congreso o a una corporación municipal”, reflexionó.

Un sueño lejano

Luis León

De su parte, el director del Instituto Holandés para la Democracia Multipartidaria (NIMD), Luis León, dijo que las democracias se nutren de propuestas, planteamiento de ideas y búsqueda de soluciones a los problemas sociales.

“Cuando vemos a nuestros candidatos ante la posibilidad de tener interacción entre ellos, quitándose esas banderas partidarias y luchas ideológicas, no es precisamente lo que quieren hacer”, cuestionó.

Dijo que en casi un mes de campaña política no se han visto propuestas sólidas, creíbles o realizables. “Tampoco vemos un diálogo político alrededor de las propuestas y esta se rodea de señalamientos, conflictos y crisis”, mencionó.

León citó que un debate es lo correcto en una democracia, pero en Honduras “parece ser un sueño lejano para nuestro proceso electoral”.

El personero de NIMD, remarcó que el hondureño no tiene cultura cívico-electoral sólida, tampoco se tiene formación al respecto.

“No se nos enseñó a votar por la mejor propuesta. Nos decantamos por la mejor canción, el mejor baile o en el peor de los casos por quien nos regala una bolsa comida, nos repara el techo o tapa la calle de nuestro barrio, entonces el pueblo hondureño no vota alrededor de un concepto de cambio de país o desarrollo social, sino que vota por el abrazo, el canto y eso nos hace mucho daño”, esbozó.

Llamó a entender que el voto no es un premio a la cantante, al futbolista, al locutor o a la modelo.

Arguyó que por todo lo anterior no existe en el hondureño un consciente interés para ir a un debate.

Calificó como “una postura desinteresada ante el escrutinio público porque muchos se abstienen a ser evaluados, a que el pueblo hondureño analice quién es quién en los debates”.

Hondureños votan por tradición familiar y simpatía

Julio Navarro

Mientras, el sociólogo Julio Navarro bosquejó que los aspirantes a cargos de elección rehúyen a los debates para evitar la confrontación pública y el escarnio popular.

“La causa es que el hondureño en su gran mayoría históricamente ha votado basado en la emoción o simpatía heredada de su familia a través de los procesos de socialización del compromiso partidario de la vieja familia tradicional de Honduras”, explicó.

Indicó que tomando en cuenta que los hondureños votan por tradición familiar o simpatía, entonces los presidenciables con opciones no ven necesario acudir a un debate o foro público.

Navarro subrayó que, si los candidatos saben que es mejor motivar al elector en llegar a despertarle sus emociones, a confrontarlo con alguien o tener una actitud en contra de alguien, es mejor para ellos.

“Como ciudadanía no exigimos planteamientos precisos. El periodismo obliga a los candidatos que digan algo sobre los problemas, entonces existe cierta forma de complicidad entre el electorado hondureño en no provocar a un candidato presidencial a que diga algo sobre un problema en particular, sino que éstos plantean los problemas desde la visión de ellos”, concluyó.

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