Centroamérica, entre los demócratas liberales y los ambivalentes

Tegucigalpa (Especial Proceso Digital)- Seis de los ocho países centroamericanos se debaten entre los demócratas liberales, que aún creen en la democracia como la mejor forma de gobierno, y los llamados ambivalentes, núcleos de personas que muestran contradicción con el sistema político deseado, revela el más reciente informe sobre las democracias centroamericanas en el Estado de la Región, que advierte de los populismos y la involución democrática en varios países del istmo.

La democracia no ha dado a los centroamericanos las satisfacciones necesarias pese a los acuerdos de paz generados en el siglo pasado para dar fin a las guerras intestinas vividas en la mayoría de los países de la región, y lo cierto es que hoy los países del área enfrentan democracias erosionadas y fuerzas políticas que han capitalizado ese desasosiego para promover proyectos populistas preocupantes.

El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, muestra el nuevo rumbo que toma la política exterior del demócrata hacia Centroamérica, cuya mayoría de países sufre una fuerte crisis de derechos humanos, corrupción y de auge de autoritarismos.

El sexto Informe Estado de la Región, aborda en uno de sus capítulos lo que denomina “Perfiles de apoyo a la democracia”, y entre los hallazgos indica que, en cuatro de los ocho países analizados, que incluye Panamá y República Dominicana, además de Belice, el perfil de quienes se adhieren con la democracia como mejor forma de gobierno (demócratas liberales), es menos del 10%, reflejando un hecho preocupante para las democracias.

En tanto, el sector de los llamados ambivalentes, es decir, la ciudadanía con actitudes contradictorias con la democracia ya representaba una cuarta parte de la población en países como Belice, El Salvador, Guatemala, Honduras, Panamá y República Dominicana en el 2004, experimentando un crecimiento significativo en los últimos 12 años.

El asedio del populismo

El pueblo de Nicaragua sufre persecución y ataques letales a manos del gobierno de Ortega durante las protestas en reclamo de justicia, paz y libertades civiles. 

“En esta coyuntura adversa para la democracia, algunas fuerzas políticas han capitalizado el desarraigo promoviendo proyectos populistas o antidemocráticos para adueñarse del Ejecutivo. De este modo, se trata de un momento propicio para estudiar los cambios y repercusiones de la composición de los demócratas en las sociedades de la región con una mirada retrospectiva a lo largo de los últimos veinte años”, señala el informe.

La investigación efectuada por un equipo multidisciplinario que contó con expertos analistas y comentaristas destacados en la rama de la democracia, gobernabilidad y cultura política, entre otros aspectos, es una radiografía de lo que está pasando en la región y sus democracias, un punteo adecuado que llama a la reflexión y concita a generar cambios en los sistemas de los partidos políticos para frenar la involución y el descrédito en que han caído.

En materia de cultura política, se asegura, en la región centroamericana se han suscitado dos fenómenos desfavorables para la democracia, por un lado, las esperanzas depositadas en los procesos de democratización se han quedado cortas, pues estos no han expandido la cantidad de personas más afines a la democracia como sistema político.

La democracia pierde puntos

Costa Rica sigue siendo una democracia representativa, afortunadamente, pero la comunicación moderna ha rebasado justamente esa representatividad.

Y, de otro lado, en sociedades con amplia trayectoria demócrata, como Costa Rica, por ejemplo, la población está migrando hacia el escepticismo y la ambivalencia, advierte el informe.

En tal sentido, de los ochos países analizados, la democracia va perdiendo puntos frente a los ambivalentes en seis de los países, siendo las únicas excepciones Costa Rica y Belice, como naciones en los cuales la democracia sigue con respiro, pero no tan fuerte como años atrás.

La democracia no produjo más demócratas, sostiene el informe, que llama la atención sobre los sectores de estratos medios y con nivel educativo aceptable, los cuales no se están alineando con la democracia ni los demócratas, sino migrando al sector de los ambivalentes.

En ese sentido, los regímenes políticos centroamericanos se enfrentan a una mezcla de vulnerabilidad y amenaza, el escenario más desfavorable desde el retorno de la democracia, y bajo este contexto, el surgimiento de líderes mesiánicos o populistas cobra fuerza en la región.

Julieta Castellanos

En Honduras, el más reciente estudio sobre persistencia y cambios en la cultura política, realizado por la socióloga y ex rectora de la estatal Universidad Nacional, Julieta Castellanos, revela que un 77 % de la población se encuentra insatisfecha con la democracia, en contraste con un 19% que asegura estar satisfecho con la democracia.

La investigación de Castellanos analiza en detalle el desgaste del bipartidismo, los retos que enfrenta el sistema político hondureño y cómo se percibe la democracia por los hondureños desde sus regiones, generando así un patrón de análisis sobre el comportamiento del hondureño desde la territorialidad y también desde las zonas urbanas.

El trabajo de Castellanos, promovido por el Iudpas de la UNAH, refuerza los hallazgos que sobre la democracia y el perfil de apoyo encontró el informe de Estado de la Región, en cuanto a identificar el por qué algunas de las razones del proceso democratizador no establecieron en Centroamérica las bases para un escenario en el que prevalezca una firme creencia en la democracia, y en su lugar, dicho escenario ha sido sustituido por la extendida presencia de valores y actitudes antidemocráticas.

Los movimientos en algunos países del istmo llevan a determinar que algunos casos recientes de inestabilidades evidencian que ha habido apoyo ciudadano para la regresión democrática, o al menos, aquiescencia a fuerzas y actores antidemocráticos, destaca el informe regional.

Instituciones fuertes, reservas democráticas

El 77 % de la población en Honduras se encuentra insatisfecha con la democracia, en contraste con un 19% que asegura estar satisfecho con la democracia.

En la región centroamericana, tras la firma de los acuerdos de paz, la democracia no ha dado los efectos deseados de menor desigualdad, pobreza, acceso a salud, educación, vivienda, entre otros. Las causas estructurales que dieron origen a los conflictos bélicos de antaño no solo subsisten, se han ensanchado.

En los países con instituciones fuertes, las crisis de la democracia siempre han tenido avenidas de avance hacia las soluciones, gracias a la fortaleza de las instituciones que la representan, pero en aquellos, en donde la institucionalidad es débil, los partidos políticos caen en su legitimidad y credibilidad, las democracias enfrentan fuertes riesgos de sobrevivencia.

“Si las reservas (democráticas) son suficientes, la estabilidad política no estará en peligro, pero, en el peor escenario, si las reservas (democráticas) son escasas, puede ocurrir una eventual desestabilización”, advierten los expertos.

De ahí que el creciente auge de los ambivalentes ponga en riesgo a las democracias, en vista que éstos, abren un escenario para que determinadas fuerzas políticas capitalicen el desarraigo de los ambivalentes para impulsar intentos populistas o abiertamente antidemocráticos para hacerse con el gobierno, como ha ocurrido en varios países.

En un contexto de debilitamiento de los partidos, descrédito de la política, irregularidades electorales, golpes de Estado y aumento de la protesta social, como el que se ha suscitado en varias naciones de la región, el riesgo de escenarios de inestabilidad es latente y son un caldo de cultivo para lacerar la democracia y acelerar sus retrocesos.

De ahí que el informe del Estado de la Región llame la atención sobre el sector de los ambivalentes que coge fuerza en Belice, Guatemala, El Salvador, Honduras, Panamá y República Dominicana, al estimar que el crecimiento de estos grupos más escépticos con la democracia, debe llamar la atención para que no avancen hacia la franja más peligrosa: el eje de la antidemocracia. (PD)

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