Tegucigalpa (Especial Proceso Digital) – En la caza de votos, los partidos políticos hacen uso de sus creatividades y recursos a mano, unos con más ventaja que otros. Esos recursos son el llamado clientelismo político, que tiene su mayor expresión en la compra de votos, el otro, son las redes sociales, una de las vitrinas favoritas de los aspirantes
El proceso electoral de noviembre próximo no variará mucho en este aspecto, el clientelismo político sigue vigente y con alta capacidad de adaptación, conforme a las circunstancias, aseguran los expertos que trabajan este fenómeno político en Honduras y Latinoamérica. En el caso hondureño, afirman que éste se acopla a las características que le impone la competencia política.
Considerado como la distribución de un bien indivisible condicionado a apoyo político, el origen del bien del clientelismo puede ser público o privado, pero siempre sujeto a una hipotética acción de reciprocidad, cuyo cumplimiento no necesariamente es observado, pero sí esperado. Para asegurar dicho cumplimiento, se pueden emplear acciones de monitoreo coercitivas o prohibitivas que vulneran los principios de elecciones limpias, libres y justas. Así lo señala el experto en temas electorales y de clientelismo, Carlos Meléndez, quien ha efectuado varias investigaciones al respecto en Honduras.
A su juicio, existen algunas modalidades de relacionamiento entre políticos y ciudadanos que normalmente pasan como clientelares, pero que están en el limbo entre políticas públicas y acciones clientelistas, detalla el experto.
Formas más comunes de clientelismo
En Honduras, las formas más comunes de clientelismo político es la compra de votos, el rol que juegan los operadores políticos asociados a las políticas sociales gubernamentales o no, mediante programas donde se entregan un sinfín de subsidios o bonos.
Este tipo de clientelismo se suma también a los patrocinios que se otorgan desde el parlamento hondureño, con bonos o subsidios a diputados, según el nivel de acercamiento con la cúpula del poder que controle el Congreso Nacional, pero al que casi todos acceden, en ese momento. Los subsidios a los que tienen acceso los diputados son diversos, unos más fáciles de rastrear que otros.
Los comicios primarios de marzo del 2021, según un informe del Centro de Documentación de Honduras (CEDOH), evidenciaron que existen diversos tipos de clientelismo, según el comportamiento con los partidos políticos, dependiendo de los recursos con que dispongan, resaltando entre esas formas el papel del Estado y los recursos públicos en la forma encubierta del clientelismo electoral.
El elemento común que caracteriza al clientelismo electoral es el sistema de prebendas, independientemente del partido político que éste en el poder o en la llanura, esa característica o modus operandi no varía, cambia en los montos o cantidades que manejan, pero no en los métodos para “cazar” o “atraer” al elector.
Una de las modalidades que ha caracterizado el clientelismo electoral ha sido a través de financiar campañas y comprar voluntades, disfrazadas de programas de proyección social, revela el estudio del CEDOH.
Los operadores de estos fondos públicos que luego lo distribuyen a sus activistas son alcaldes, regidores, diputados, ministros, empleados, activistas, entre otros.
Las redes sociales y la política
Esa forma de clientelismo electoral con sus variaciones es uno de los principales atractivos que usan los partidos políticos y sus aspirantes en época de campaña electoral, y a medida que arrecia la campaña, también la presión por obtener recursos.
Si el clientelismo electoral es una de las apuestas más fuertes en campaña política, entra como elemento, clave, para unos, colateral, para otros, el tema de las redes sociales y su uso con fines propagandísticos y aquí no necesariamente el que tiene más recursos puede ser el más popular en las redes.
Mensajes, videos, Tik Tok, fotografías en Instagram, auto entrevistas y cualquier mecanismo que les pueda promover en las redes para atraer votos, son parte de las estrategias políticas, unas usadas con mayor inteligencia por los políticos, que otros. Muchas, en su mayoría, con mensajes vacíos como suelen ser también los discursos que ofrecen en público.
Las redes sociales no dejan de crecer, expandirse, modificarse y es un elemento que hoy día no se puede obviar entre un aspirante político que quiera comunicarse y ganar electores en estas plataformas sociales, máxime si uno de sus propósitos es atraer voto independiente o tratar de contrarrestar el abstencionismo. Al igual que se comunica con los gestos, movimientos, palabras y miradas, en las redes sociales, las formas de comunicación pueden ser tantas que, si no se tiene en cuenta cómo hacerlo, los efectos conseguidos son posiblemente negativos. Ese es el riesgo que enfrentan los políticos, muchos de ellos, caen, incluso, en el ridículo.
Las elecciones de noviembre próximo, no se ganarán solo con el voto duro de los partidos políticos, mucho de ellos apalancado en el clientelismo electoral, ahora existe un electorado diverso e independiente que no está de acuerdo con el status quo del sistema tradicional de partidos políticos.
Las redes sociales poco a poco son una ventana por medio de la cual se informa gran parte de los electores, en su mayoría jóvenes desencantados con los partidos políticos y con lo que les ofrece la democracia.
Después de los medios de comunicación, las redes sociales son el otro medio por el cual se informan los hondureños, su uso en las cuatro regiones del país supera el 44 % y en la región Centro su uso llega al 54.4 %, destaca la ex rectora de la UNAH, Julieta Castellanos, en su más reciente publicación denominada “Honduras: persistencia y cambios en la cultura política 1980-2020”.
Entre los jóvenes, el uso de las redes sociales es arriba del 67 %, señala la investigadora, al destacar este elemento de la comunicación social como una herramienta que incursiona con fuerza en los mecanismos que usan los hondureños para informarse, pero también dentro de los nuevos elementos que caracterizan las campañas políticas.
En la pandemia y la virtualidad que se ha impuesto en el mundo, las campañas electorales tendrán dos ingredientes, el clásico reflejado en el clientelismo político, y el de la estrategia en redes sociales para agenciarse el voto de los millennial y otras generaciones aptas para votar. (PD)