El coronavirus y el cambio climático

Salvador Moncada; Emeritus Professor
University of Manchester UK

Tercera parte

Desde el año pasado, cuando comenzó la pandemia algunas de las medidas adoptadas para reducir el contagio del virus, dieron lugar a la reducción temporal de las emisiones de gases de efecto invernadero y a la mejora de la calidad del aire, sin embargo, esos valores dependieron solamente de los confinamientos temporales y representaron una pequeñísima caída que ya se ha revertido y superado los valores de la pre pandemia.

Se agudiza entonces, la urgencia de mantener el calentamiento global por debajo del 1,5 °C, según como lo indica el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), para ello,  los gobiernos deben poner al centro de sus planes de post pandemia acciones que promuevan economías sin emisiones de carbono, terminar con las subvenciones y rescates a empresas del sector de los combustibles fósiles e invertir en las que lleven a cabo una transición hacia economías justas y acordes con los derechos humanos.

 El número de personas en el mundo que mueren de hambre ha aumentado, porque persisten los conflictos, la crisis climática, la desigualdad y el sistema alimentario disfuncional, y a estas causas se agrega la pandemia. Según el Programa Mundial de Alimentos (PMA) antes que concluya este 2021, 270 millones de personas sufrirán las consecuencias de la falta de alimentos, o sea, morirán al día entre 6 y 12 mil personas por hambre.  

Como siempre, mientras los más vulnerables sufren las consecuencias de las crisis, los más ricos siguen obteniendo beneficios. Apenas comenzaba a extenderse la pandemia por el mundo, y ya las mayores empresas de alimentación y bebidas habían pagado a sus accionistas dividendos por un valor de más de 18 000 millones de dólares, una cifra diez veces mayor de lo que solicita la ONU para evitar que la gente muera de hambre.

En un estudio de la Comisión Europea, se afirma que las decisiones que se tomen sobre cómo regenerar las economías post pandemia, afectarán el rumbo del calentamiento global. António Gutérres, Secretario General de la ONU, señaló que este año, debemos detener la pandemia con el relanzamiento de la economía en forma sostenible e inclusiva. Recordó también que los países ricos habían prometido en el Acuerdo de París donar 100 mil millones de dólares a los países en desarrollo, para ayudarles a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, enfrentar los estragos de los desastres naturales, cinco años más tarde, se ha distribuido poco de esa cifra a los países pobres.  

El cambio climático ha aumentado la desigualdad entre países, los más ricos han visto impulsada su prosperidad y los más pobres, han visto cada vez más deprimido su crecimiento económico, creándose una brecha 25% mayor de lo que habría sido sin el calentamiento global. El calentamiento global ha contribuido a aumentar el PIB per cápita de varias naciones ricas, entre ellas algunas de las mayores emisoras de gases de efecto invernadero del mundo.

En cambio, los países que en nada han contribuido al calentamiento mundial sufren todos los golpes. Ejemplo de ello es Centroamérica, donde recientemente los huracanes Eta y Iota produjeron daños que se calculan en 9 mil millones de dólares y afectaron a 4 millones de personas. Honduras vive una crisis económica desde hace mucho tiempo y tiene uno de los índices de pobreza más alto del continente americano, después del paso de los huracanes, este nivel ha alcanzado el 70 por ciento en la población.  

El Banco Mundial en un informe, urge a los gobiernos de los países ricos que lleguen a un acuerdo equitativo, pagando a los países subdesarrollados por el daño que han provocado sus emisiones en los lugares más pobres del mundo.

Mientras en cada cumbre se sigue hablando, sugiriendo soluciones, y reiterando promesas que no se cumplen, algunos países ricos ya están, tomando medidas para mitigar esos cambios y no para evitar el aumento del cambio climático, están planificando cómo adaptarse mejor a un calentamiento de 3,5 grados provocado por las emisiones del carbono. Un calentamiento de esa dimensión sería catastrófico, para toda la humanidad, pero especialmente para los países más pobres.

El Coronavirus nos ha sacudido, poniendo a dura prueba la resiliencia colectiva, no obstante, debe renovar la determinación de crear un futuro mejor, justo, equitativo y sostenible para las futuras generaciones.  

La crisis del covid-19 es sólo un aspecto de un problema más amplio con al menos tres componentes: la desigualdad social que ha alcanzado niveles inaceptables, la crisis económica que agudiza la desigualdad no sólo entre grupos sociales sino también entre países y la crisis medioambiental que es planetaria y requiere atención inmediata. En la medida que se tomen decisiones considerando estas problemáticas, dependerá el impacto final de la pandemia.

Los países ricos de Occidente tienen la posibilidad de resolver estos problemas, y ayudar a construir un mundo inclusivo y justo. Comparado con los efectos destructivos de la pandemia, el cambio climático producirá daños mucho más profundos y duraderos. Sin embargo, el comportamiento de los países ricos en los últimos meses, especialmente en lo que concierne a la distribución de las vacunas, no es para nada, alentador.  

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