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Desafíos económicos y sociales sustituyen diferencias políticas en la región

Managua – Los desafíos económicos y sociales han sustituido a las diferencias políticas en Centroamérica, donde hace veinte años se firmó un acuerdo de paz regional que no subsanó la dispar situación de desarrollo de los cinco países del área.
 

El 7 de agosto de 1987, los presidentes de Costa Rica, Óscar Arias; Guatemala, Vinicio Cerezo; Honduras, José Azcona Hoyo; El Salvador, José Napoleón Duarte, y Nicaragua, Daniel Ortega, firmaron los Acuerdos de Paz de Esquipulas II, que dictaron «el procedimiento para establecer la paz firme y duradera en Centroamérica».

El documento, de once puntos, estableció un calendario de cese del fuego en el área, la celebración de elecciones libres, la restauración de los procesos democráticos en la región y acuerdos para «acelerar el desarrollo y alcanzar sociedades más igualitarias y libres de la miseria».

Veinte años han pasado desde entonces y, según especialistas, como el analista político y diplomático nicaragüense Mauricio Díaz, falta congeniar el desarrollo material con el respeto a libertades fundamentales.

A juicio de Díaz, que es diputado suplente ante el Parlamento Centroamericano (Parlacen), creado como parte de los acuerdos de pacificación de Esquipulas II, el proceso está inconcluso porque falta avanzar en el desarrollo institucional.

No hay genuinos procesos de reconciliación en una región donde «la paz firme y duradera» sigue siendo frágil, y hay todavía, incluso, conflictos territoriales, declaró Díaz a Acan-Efe.

En su análisis sobre los acuerdos de Esquipulas II, destaca, sin embargo, que no se han registrado interrupciones en los procesos electorales de la región desde la firma de los tratados.

También se superó la violencia formal de la guerra, aunque prosperan nuevas formas de violencia, originadas por las desigualdades sociales y económicas persistentes.

Tras los estragos de la «guerra fría» de la década de los 70 y 80, añadió, Centroamérica sufre el fenómeno de las «maras» o pandillas, el recrudecimiento del narcotráfico internacional y el fortalecimiento del crimen organizado trasnacional, que no existía en esos años de conflicto.

Pese a que no se vislumbran en la región peligros de nuevas confrontaciones bélicas, «la violencia campea aún con mucha fuerza» en la zona, agregó.

En Guatemala hay problemas de inseguridad ciudadana, lo mismo que en El Salvador, Honduras y Costa Rica, en este último país por la alta inmigración extranjera, particularmente desde Colombia, debido al conflicto que se vive en ese país suramericano.

El procedimiento para establecer la paz firme y duradera en Centroamérica, establecido en los acuerdos de Esquipulas, señala que la región necesita la pacificación para fortalecer las instituciones, el estado de derecho y el sistema democrático.

Pero la paz actualmente es frágil porque hace falta una revisión de los compromisos de Esquipulas, indicar los aspectos que se han cumplido con éxito y los que se han alcanzado de manera parcial para llegar a la etapa final y lograr, según el sacerdote jesuita Xavier Gorostiaga, «la Esquipulas de los pueblos».

Según Gorostiaga, hace falta poner sobre la mesa cómo atacar el problema de la extrema pobreza en que viven unos 17 millones de centroamericanos.

Si esos problemas no se tratan de forma global, como región, y no se juntan esfuerzos, los compromisos tampoco servirán de mucho en la parte social, apuntó por su parte Díaz, quien estuvo presente en la firma de los Acuerdos de Esquipulas.

En ese sentido, el analista y diplomático señaló que la postura conjunta adoptada por los países centroamericanos en las negociaciones de un acuerdo comercial con la Unión Europea (UE), puede servir como modelo para abordar otros problemas comunes de las naciones del área.
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