El Airbus 320 de la aerolínea Transportes Aéreos del Continente Americano (TACA), con 124 pasajeros y 11 tripulantes, se salió de la pista del aeropuerto Toncontín, el viernes pasado, tras aterrizar procedente de San Salvador.
En el accidente murieron el piloto, el salvadoreño César D’Antonio; el presidente del Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), el nicaragüense Harry Brautigam, y Jean Chantal Neele, esposa del embajador de Brasil en Honduras, Brian Michael Fraser Neele.
Además, fallecieron los hondureños Josué Rolando Aguilar y Gustavo Tróchez, cuyo vehículo fue impactado por el avión.
El religioso vio de buena manera que «se han puesto ya las medidas oportunas, radicales, de no permitir que haya ya aterrizajes en este aeropuerto».
Según especialistas, el Aeropuerto Internacional Toncontín se encuentra en una hondonada que requiere de gran experiencia de parte de los pilotos para realizar aterrizajes exitosos.
El presidente de Honduras, Manuel Zelaya, informó el mismo viernes que a raíz del accidente de TACA, se decidió que los aviones comerciales de más de 50 pasajeros no aterricen más en Toncontín, sino en la base militar local de Palmerola.
Según Roberto Kriete, presidente de TACA, la caja negra de la aeronave fue recuperada ayer por lo que especialistas de Francia, Estados Unidos y El Salvador han comenzado las investigaciones para determinar las causas del accidente.