Desde el retorno formal a la democracia, hace casi tres décadas, nunca como ahora la nación hondureña enfrenta su mayor desafío de cara a las elecciones generales, donde los y las hondureñas tienen el compromiso de salir a ejercer el sufragio a favor de la democracia y la libertad de la que han gozado, pese a sus imperfecciones.
Los sondeos nacionales e internacionales sostienen que la mayoría de los hondureños considera a la democracia como el mejor sistema de gobierno, aunque muestre insatisfacciones con la calidad de vida o mejoras que ésta le ofrece. Pero igual que el resto de los hondureños, la población latinoamericana considera también que la democracia es mejor a cualquier otro sistema totalitario de gobierno, según los registros del latinobarómetro.
Llamado al boicot es avalar continuismo de Micheletti
De ahí que los comicios del 29 de noviembre, más allá de reivindicar la cultura electoral de acudir a las urnas cada cuatro años, esta vez revista de otros componentes que representan enormes retos para la ciudadanía y los partidos políticos mismos, además de la candidatura independiente que encabeza el líder social y sindical, Carlos H. Reyes.
Los electores deben tener claro que quienes apuestan a un fracaso de las elecciones, en el fondo, indirectamente están promoviendo el continuismo del régimen de Micheletti y eso no es lo que quiere el país ni el propio presidente interino que ha sido claro en indicar que está anuente a abandonar el poder y buscar una tercería en el marco de la ley.
Honduras necesita tener un nuevo presidente y esa es la responsabilidad que la ciudadanía debe cumplir este 29 de noviembre.
Las elecciones del 29 de noviembre no deben servir para alimentar los escenarios fatalistas de quienes casi siempre se oponen a todo, pero nunca ofrecen opciones de salida cuando la nación las ha demandado cada vez que enfrenta crisis, siendo ésta última, la más grave que se está enfrentando desde el retorno formal a la democracia. |
Se acabó la tregua para los partidos políticos
![]() | El otro desafío que presenta este proceso, es para los partidos políticos legalmente inscritos y sus candidatos. Se acabó la tregua para las canciones, las falsas promesas, la sonrisa fingida y el abrazo forzado. Los partidos políticos no van el 29 de noviembre a cualquier proceso, están equivocados si piensan que su campaña se basará en las mismas acciones insulsas de antaño. |
El desempeño de los partidos políticos y sus respuestas a las colosales necesidades del país, es otra de las cosas en juego en este proceso. Las encuestas y documentos de análisis efectuados indican que las dos terceras partes de la población no están contentas con el desempeño de los políticos y sus partidos.
Este malestar se retrata más a nivel de las capas medias y sectores críticos, pero también en el sector de la juventud, quienes en este proceso serán un elector decisivo si se sienten motivados a votar, pero sobre todo, a entender qué significa vivir en libertad y democracia.
La ciudadanía hondureña en torno a los partidos políticos siente que se está ante una crisis de representación del sistema democrático y de la democracia misma; por ende, la gente está demandando más de sus dirigentes políticos y sociales.
En este proceso, los partidos políticos deben dar muestras contundentes de cambio y de apertura a las reformas sociales que el país amerita, de ello deben estar claras también las elites de poder en el país. Honduras ya no es la misma después del 28 de junio y los cambios deben hacerse a favor de mayor democracia, democratización y participación ciudadana.
Un proceso con innovadoras opciones
En el caso del PINU/SD, figuras que en el pasado demostraron su compromiso con el país y lo han seguido mostrando a lo largo de su trayectoria, van como aspirantes a diputados en el marco de una coalición denominada “Compromiso por Honduras”, lo que evidencia cierta madurez en algunos sectores políticos del país.
Matías Funes, Efraín Díaz Arrivillaga y Enrique Aguilar Paz no son cualquier nombre en el país, son políticos de otro nivel que junto a otros aspirantes de los otros partidos políticos pueden llegar a ser una “coalición no formal” de fuerzas en el hemiciclo, si resultasen electos.
La Democracia Cristiana también está haciendo lo propio, y su candidato, Felicito Ávila, un hombre extraído de la dirigencia sindical, no se conforma con “hablar ante la prensa”, sino que recorre el país y junto a Bernard Martínez, del PINU/SD, no se muestran como candidatos “minoritarios” frente a sus pares del bipartidismo, sino que han tomado en serio su “candidatura presidencial”, en la búsqueda de dar más dinamismo a sus estructuras partidarias y a la sociedad misma. |
UD a recapturar el voto perdido
![]() | En tanto, el partido de Unificación Democrática, con sus últimas trayectorias erráticas está obligado a “unificar criterios” a lo interno, ante la polarización existente en una izquierda que más parece convencida en llamar la “lástima” de la comunidad internacional afín, que en enfrentar una verdadera batalla política que abandone la violencia y la confrontación de insultos que le ha caracterizado hasta ahora. Con algunas excepciones, entre ellas la diputada y ahora aspirante a la alcaldía capitalina, Doris Gutiérrez, la UD debe luchar por tratar de reconquistar el voto del sector independiente y la clase media que la ha mantenido a flote hasta ahora. |
Si considera que por andar en las calles pujando por el regreso del depuesto mandatario Zelaya, bastará para agenciarse la simpatía del electorado, se equivoca la Unificación Democrática.
Alguna dirigencia de la UD, en tan poco tiempo, dio muestras de no ser distinta a sus pares aglutinados en el bipartidismo político, ante las denuncias de nepotismo, corrupción y tráfico de influencias, entre su cúpula, que obligó a Doris Gutiérrez a desmarcarse de la dirigencia de su partido.
Bipartidismo se juega su suerte
Ambos candidatos deben dar mucho más de lo que han ofrecido, deben mostrar apertura a los cambios y reformas sociales, estar dispuestos a suscribir un nuevo contrato social y a cumplirlo, así como a sentar precedentes de no más impunidad en ningún nivel en este país. Elvin Santos acepta que ya “en la recta final de las elecciones los hondureños se avocan el rumbo y el camino que deberán transitar”. Su partido muestra un fraccionamiento que le coloca el poder “cuesta arriba”, pero él dice tener “la templanza” para alcanzarlo. Por su parte Pepe Lobo, es un líder que ha manejado su discurso con prudencia para intentar no profundizar los límites del fraccionamiento social hondureño. Lobo dice que la polarización es el peor de los daños que sufre Honduras a la vez que ofrece un plan de país fundamentado en la justicia social.
La sorpresa de este proceso y compromiso con la libertad y la democracia, la debe marcar el candidato independiente, Carlos H. Reyes, un destacado líder popular y sindical que por su trayectoria de honestidad, goza de respeto entre las elites políticas, económicas y sociales del país.
Carlos H. Reyes, es el primer candidato independiente en la historia hondureña desde hace 28 años, que logra alcanzar una candidatura de tal naturaleza, lo que constituye, un enorme logro democrático que no debe quedar en un registro más. |
La candidatura de Carlos H. Reyes
El candidato independiente está en la obligación de demostrar que sus luchas a favor de mayores aperturas no han sido en vano, que ahora le toca el turno de dejar el discurso de la protesta para proponer un discurso de la propuesta que arrastre consigo al resto de los candidatos.
Incluso, está obligado a demostrar que su candidatura no es un anexo de la UD, cuya dirigencia, trascendió el fin de semana, busca aliarse con las fuerzas melistas para constituirse en un “movimiento ilegal” que “quiere entrar a la fuerza” dentro de la legalidad del proceso electoral del 29 de noviembre, si se concretan los acuerdos políticos y de negociación entre Manuel Zelaya y Roberto Micheletti, en el marco de la mediación política.
La cúpula que rodea a Carlos H. Reyes debe hacer tres lecturas de las fuerzas que encabezan el movimiento pro Zelaya: los liberales melistas; un sector de la izquierda radical que cree resolver todo con violencia, y un sector independiente que no comparte la abrupta salida del ex presidente.
Esas tres fuerzas constituyen el movimiento pro Zelaya, y dentro de ellas, no hay un líder que las aglutine porque los liberales melistas ven con reserva a las otras dos fuerzas y viceversa. | ![]() |
En este sentido, la candidatura independiente de Carlos H. Reyes debe apuntar al fondo de la reforma que amerita el país y no solo a la forma. Debe tener claro que si abandona el proceso para sumarse al “boicot” no saldrá como un “líder visionario”, sino como uno más que apuesta a fortalecer la continuidad del “micheletismo”, contra quien presuntamente se lucha. Esa es la claridad que debe tener en la democracia y para la
Hacia su candidatura se están centrando las esperanzas de un amplio sector electoral que si los motiva con contundencia puede ayudarle a sacar un buen porcentaje en las elecciones y mostrar al sistema de partidos políticos hondureños que el país ya no es el mismo.
Finalmente, este proceso electoral implica también un mensaje claro a la comunidad internacional, en el sentido que las elecciones son y han sido para los hondureños su mayor compromiso con la democracia, su ejercicio soberano de premiar o castigar al sistema de partidos políticos, así como su voluntad para indicarles la forma y tipo de gobierno en el cual desean vivir, más allá de las imposiciones.














