«Por eso cuando se presentó la oportunidad de continuar la historia dije que sí, porque nos llevamos muy bien y le debemos mucho a la película», aseguró.
A la presentación acudieron los cuatro actores principales y originarios de la primera película, estrenada en 2001, y que contaba la historia del musculoso campeón de carreras ilegales Dominic Toretto (Diesel) y su enemigo, el agente
El lado femenino del filme lo ponen las actrices originarias Michelle Rodríguez y Jordana Brewster, que interpretan a Letty, la chica de Toretto, y a su hermana, Mia, el gran amor de Brian, respectivamente.
Diesel también es el productor de la película, que se estrena mundialmente el próximo 3 de abril, y destacó que «fue muy interesante» continuar con las relaciones que formaron parte de la primera película porque «la dinámica entre los dos personajes era única».
«Esta nueva entrega es la exploración de una amistad que normalmente no se ve en las películas de acción de Hollywood», apuntó.
Para Jordana Brewster, lo mejor de haber rodado esta película fue «trabajar con gente agradable con la que te diviertes y viajas por el mundo» y, destacó, «ha sido importante verlos ocho años después, ver cómo han crecido».
Por su parte, Rodríguez apuntó que hacer la película ha sido como «volver a la familia» y «recuperar la química inicial de los personajes que le dieron inicio a la saga».
La historia de «Fast and Furious» comienza en México, donde el fugitivo Toretto intenta rehacer su vida, pero una trágica muerte le obliga a regresar a Los Ángeles, en donde forjará una nueva alianza con O’Conner para acabar con un enemigo común, un importante narcotraficante.
Preguntado por cuál es la mejor parte de la película, Diesel aseguró que le gusta «pensar en ella como un todo» y que «está muy orgulloso de que todas sus partes funcionen en conjunto».
Aun así, «la mejor parte es lo que no se puede ver», aseguró para pasar a contar la anécdota de cuando hace unos días, en una conferencia de prensa en Los Ángeles, les dieron las llaves de los coches, se pusieron a conducir rápidamente y acabaron metidos en problemas con los productores.
«Hace ocho años nadie nos conocía, éramos dos chicos a los que les dejaban conducir coches lo más rápido que podían y muchas veces no podíamos parar; en algunas ocasiones volvemos un poco a eso, a ser dos niños pequeños», apuntó.
