«Estados Unidos fue testigo de un horrible ataque en Oklahoma City, que mató a más de 160 hombres, mujeres y niños, y dejó heridos a cientos», señaló el presidente en un comunicado difundido por la Casa Blanca.
Obama, junto con su esposa, Michelle, envió sus condolencias a los familiares y subrayó que la resistencia de los ciudadanos estadounidenses para combatir el terrorismo «no va a flaquear».
«Michelle y yo enviamos nuestras más profundas condolencias a los familiares y amigos que perdieron a un ser querido y han sufrido por este trágico suceso».
Como nación, «debemos tomar un momento para reconocer el coraje y el espíritu de nuestros conciudadanos, los socorristas que acudieron al lugar para salvar innumerables vidas, y la gente de todo el país, que se unieron para levantar una comunidad más unida», señaló.
El 19 de abril de 1995, a las 09.02 hora local, Timothy McVeigh, quien contó con la ayuda de Terry Nichols, hizo estallar un coche bomba cargado con explosivos fabricados con fertilizantes que estaba estacionado en la entrada del edificio federal Alfred P. Murrah.
El atentado de Oklahoma se convirtió en el peor ataque terrorista perpetrado por un individuo en EE.UU. y el más mortífero hasta los ataques del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York, Washington y Pensilvania.
El atentado de Oklahoma coincidió con el segundo aniversario del final del sitio de 51 días y el incendio del rancho de los Davidianos en Waco (Texas), en el que murieron unas 80 personas, entre ellos el líder de esa secta, David Koresh.
Mañana además, será el doce aniversario de la matanza una escuela de Columbine (Colorado), perpetrada por los alumnos Eric Harris y Dylan Klebold, en la que murieron 13 personas, resultaron heridas 24 y los autores se suicidaron.
