El fragor electoral revive retazos de la historia entre Lobo y Zelaya

Tegucigalpa – Aún no se sentaba en la silla presidencial, faltaban siete días para su asunción al poder, cuando el recién electo presidente de Honduras, Porfirio Lobo, determinó posibilitar un salvoconducto para que el ex presidente Manuel Zelaya pudiera salir de su cautiverio en la embajada de Brasil en Tegucigalpa.
 

Corría el 20 de enero de 2010 cuando Lobo firmaba un acuerdo que a la letra decía “consciente de la responsabilidad que la historia ha puesto sobre mis hombros; convencido de la necesidad de devolver a mi país, Honduras, la tranquilidad nacional, interrumpida por aciagos sucesos recientes; deseoso de alcanzar la reconciliación de nuestro pueblo y la plena vigencia del Estado de Derecho…Se establece el acuerdo de que el Presidente José Manuel Zelaya, sus familiares y los integrantes de su círculo íntimo podrán salir hacia la República Dominicana el próximo 27 de enero de 2010, en calidad de huéspedes de esa hermana nación”.

Desde entonces han pasado tres años y medio y a seis meses de entregar el poder, el presidente Lobo, quien recibió a Zelaya con muestras de generosidad, según el sociólogo Julio Navarro, ahora es víctima del descrédito de su protegido.

“Vea la contradicción, Lobo ha sido generoso con Mel, lo sacó de aquella ratonera (embajada de Brasil) y hoy Mel aparece descalificándolo, lo que me parece una falta de generosidad”, dijo Navarro.

La historia retomó vigencia tras los señalamientos del presidente Porfirio Lobo, referente al “desmadre” en el campo económico y de seguridad que le heredaron sus antecesores Manuel Zelaya y Roberto Micheletti, denuncias consideradas por analistas consultados por Proceso Digital como “tardías” en la víspera de las elecciones generales.

Y es que Lobo no solo sacó a Zelaya de la embajada de Brasil, donde permaneció meses encerrado, sino que le posibilitó su retorno a Honduras tras firmar el acuerdo de Cartagena.

En la rúbrica de aquel acuerdo, del que poco se supo en su contenido no escrito, sirvieron de testigos el extinto presidente venezolano Hugo Chávez y el colombiano Juan Manuel Santos.

Más allá de ello y después de su ostentosa vida en República Dominicana, a su regreso a Honduras Manuel Zelaya fue recibido por el presidente Lobo con honores en Casa de Gobierno.

Los señalamientos en torno a malversación de fondos y corrupción, en los que se acusaba a miembros del primer anillo zelayista, quedaron apagados poco a poco hasta desaparecer mientras que desde el poder se le facilitó la formación de una plataforma política de la que surge el Partido Libertad y Refundación, (Libre).

Los retazos de la historia inicial del gobierno de Lobo ahora contrastan con el ir y venir de señalamientos en el fragor de la recta final de la campaña política y del término de la actual administración.

El reconociendo internacional, principal logro de Lobo

Para el académico y reconocido analista político, Matías Funes, la gestión del presidente Porfirio Lobo obtuvo un gran éxito al lograr el reconocimiento internacional durante su primer año de gobierno.

“Coincido con el presidente (Porfirio Lobo) que encontró el país en una situación difícil. Si nos vamos a otros temas del análisis en asuntos específicos como en materia de seguridad, creo que los avances no han sido los que se esperaban”, afirmó Funes, al tiempo que consideró como “lamentable” el grado de inseguridad que viven los hondureños.

Mientras, en otro tema como el empleo reflexionó: “Hace más de un año escuché al presidente Lobo con cierto nivel de preocupación diciendo que de repente era necesario traer técnicos con mucho conocimiento en esta materia para hacer un evento que arrojara luces a fin de generar altas tasas de empleo, finalmente no se hizo nada en ese sentido y vemos que más del 50 por ciento de la Población Económicamente Activa en nuestro país no tiene trabajo”.

Funes refirió que ambos temas, trabajo y seguridad, fueron la promesa fundamental del mandatario Lobo en su campaña política.

Sin embargo, el académico resaltó que la actual gestión gubernamental haya integrado en diferentes cargos públicos a miembros de otros institutos políticos, aunque eso le generara críticas de su propio partido, pero “en cierta forma rompió con el esquema sectario con que se ha manejado la administración pública”.

Referente a las aseveraciones del ex gobernante Manuel Zelaya al decir que el gobierno interino de Roberto Micheletti fue mejor que el del actual, Funes apuntó que en la historia de Honduras esa práctica ha sido normal en todos los presidentes.

“Casi siempre responsabilizan de la crisis a sus antecesores, especialmente si estos son de otro partido político, eso ha sido así siempre”.

Añadió que “Honduras tiene una crisis estructural profunda que se manifiesta con más fuerza en unos momentos que en otros; si no se hace nada para resolver los temas esenciales del país, volveremos a la misma historia, unos acusando a los otros y en definitiva el pueblo hondureño sumido en una situación de pobreza, desempleo e inseguridad”.

Manifestó que no deja de haber una nota de sectarismo de parte de todos los políticos, independientemente del partido para el que militan.

Funes argumentó que “pesa mucho el ambiente electoral que vivimos en el país, hay una tendencia generalizada de asociar a Lobo Sosa con su partido”.

Hay un sesgo electoral, tomando en cuenta que todo parece indicar que los contendientes más fuertes son la candidata de Libre, Xiomara de Zelaya; y el nacionalista Juan Orlando Hernández”, puntualizó.

Navarro: Lealtad rural impidió denunciar desastre liberal

Por su parte, el analista Julio Navarro, es del criterio que el mandatario Porfirio Lobo ha actuado con lealtad para los que de alguna forma le abrieron el camino para llegar al poder.

“Sin duda lo que pasó el 28 de junio (2009), eso a Pepe (Lobo) le permitió dejar sin capacidad participativa al candidato del Partido Liberal (Elvin Santos). Lobo, conocedor de esa coyuntura, no fue capaz por una lealtad rural de acusar al gobierno anterior del desastre que encontró en las finanzas públicas”, estimó.

Explicó que el presidente Lobo no era capaz en aquél momento de acusar al gobierno de Manuel Zelaya, debido a las simpatías internacionales que tenía Manuel Zelaya. “Comenzar a culpar el gobierno de Zelaya le pudo poner obstáculos a su proceso de reconocimiento internacional, donde todos sabemos fue clave la participación de Hugo Chávez porque en el fondo es él quien abre la válvula del reconocimiento internacional en muchos países”, argumentó.

Según Navarro, Lobo en esos primeros dos años de su gobierno no podía dedicarse a descalificar la situación en que encontró el país y señalar al gobierno anterior porque de alguna forma él había cosechado ciertos beneficios.

“¿Pero por qué hacerlo hasta ahora? Pepe se informa a través de las encuestas que Xiomara tiene posibilidades enormes de ganar las elecciones en perjuicio del candidato de su partido. Entonces, el presidente Lobo cree que descalificando el gobierno anterior lo hace igualmente con la candidata Xiomara (Castro) y que de alguna forma ella no pueda llegar al poder”, enfatizó.

También esa posición lo lleva a tener una mínima reconciliación con los grupos del Partido Nacional que siempre le han reclamado la falta de compromiso con los cachurecos, explicó Navarro.

El sociólogo estimó que Lobo ignoró en alguna forma a su partido para gobernar, aunque eso no se puede ver mal. “El presidente no tiene la aprobación de la mayoría de su partido y tampoco la de la mayoría de la población, son las paradojas tristes que le pasan a los políticos que no saben actuar coyunturalmente. Sus acusaciones son tardías y reflejan cierto grado de frustración”, consideró.

“Vea la contradicción, Lobo ha sido generoso con Mel, lo sacó de aquella ratonera (embajada de Brasil) y hoy Mel aparece descalificándolo, lo que me parece una falta de generosidad”, remarcó Navarro.

En este devenir, los hondureños se aprestan a elegir a un nuevo presidente. Por ello el presidente Lobo advirtió en las últimas horas a los hondureños que de no saber elegir a su sucesor podrían arrepentirse y lamentarlo.

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