San Pedro Sula – Centenares de personas de todos los estratos sociales llegaron hasta el cementerio Jardines del Recuerdo en San Pedro Sula, norte de Honduras, para ofrecerle un tributo al periodista e ingeniero agrónomo Aníbal Barrow. Los aplausos, anécdotas, impotencia, llanto y dolor marcaron la tarde del último adiós del comunicador, el reloj marcaba las 5:50 de la tarde.
– Políticos, empresarios, artistas, representantes del gobierno y gente de a pie acudió a la última morada de Barrow.
– “Yo tengo tantos hermanos que no los puedo contar y una preciosa novia que se llama libertad”, era el fragmento de una canción que repetía mucho el extinto Barrow, dijo uno de sus colegas.
La comitiva fúnebre que salió desde la iglesia San Vicente de Paúl, donde se le ofreció a Barrow una reflexiva y sentida misa de cuerpo presente, llegó hasta el camposanto sampedrano Jardines del Recuerdo para iniciar el programa de despedida.
Y comenzaron las anécdotas de amigos, colegas, familiares y alumnos del malogrado periodista Barrow, las que arrancaron aplausos, sonrisas y lágrimas entre los asistentes.
El cantante nacional, Paul Hughes mejor conocido como Polache, llegó hasta el cementerio para poner una ofrenda en el féretro de Aníbal Barrow. “Tuve la oportunidad de ser entrevistado dos veces por don Aníbal y venimos a entregarle una pañoleta del grupo Boy Scouts”, mencionó el artista hondureño.
Oswaldo Martínez, compañero de labores del ahora occiso y quien lo acompañaba en el programa matutino “Aníbal y nada más”, relató momentos importantes junto al recordado periodista.
“No teman a los que son capaces de matar el cuerpo, sino a los que son capaces de matar el alma”, citó Martínez al tiempo que recordó que Aníbal repetía bastante la frase de una canción: “Yo tengo tantos hermanos que no los puedo contar y una preciosa novia que se llama libertad”.
Y así llegó uno y otro relato más que mostraba el dolor y la amargura de perder a un ser querido en las condiciones que se dio la muerte de Barrow.
La multitud se confundía entre abrazos, lágrimas y rostros desencajados. Todos gesticulaban el dolor y la impotencia de despedir a un amigo.
El hijo del malogrado periodista, Aníbal Alejandro Barrow Maradiaga, estuvo en todo momento a la cabeza de las honras fúnebres. Él es actual diputado suplente del Partido Liberal y toda la bancada de ese instituto político acompañó la última morada del que hiciera famosa la frase: “naca naca piriñaca, ni fu ni fa”.
Otro de los que llegó a despedir, a quien consideró su amigo, fue el precandidato liberal Mauricio Villeda. “Estamos aquí como un acto de solidaridad con él y su familia, pero esto nos debe impulsar a no quedarnos quietos ni callados”, expresó.
En tanto, el ex presidente Manuel Zelaya afirmó que “si Aníbal cayó porque no guardó silencio, nosotros tampoco lo vamos a hacer hasta que Honduras logre la paz. La inseguridad y el crimen es problema de todos y debemos luchar por mejorarla”.
El alcalde de San Pedro Sula, Juan Carlos Zúniga, manifestó que “ha muerto un periodista, un hondureño, por ejercer el ejercicio de sus funciones. El momento es propicio para que reflexionen los que tienen la responsabilidad de ofrecerle seguridad a la población.
Aníbal fue brutalmente asesinado y su cuerpo fue encontrado 16 días después de haber sido secuestrado, ya que desde el pasado 24 de junio varios individuos se lo llevaron por la fuerza cuando se conducía a inmediaciones del estadio Olímpico sampedrano. Su cuerpo apareció desmembrado el miércoles de esta semana en una zona pantanosa de Villanueva, Cortés.
También llegaron al último adiós, muchos vendedores sampedranos y empleados del Instituto Nacional de Formación Profesional (Infop), ente público que dirigió Aníbal Barrow en la zona norte durante la gestión del ex presidente Carlos Roberto Reina (1994-1998).
Entre tantos pésames, acuerdos de duelo y manifestaciones de dolor, otro periodista fue enterrado en San Pedro Sula, pero la pregunta que ronda entre los que ejercen la profesión de informar es: ¿Quién será la próxima víctima?