Los aficionados a los juegos saben que un uso intensivo de las teclas sólo lo soportan los teclados mecánicos. Son más caros, algo más grandes, están retroiluminados y cada pulsación implica la emisión de un sonido que no a todos agrada, pero sobre todo son precisos al teclear y soportan millones de pulsaciones como el primer día.
Para los “gamers” su uso está más que indicado frente a los habituales teclados de membrana, pero ¿son igualmente útiles para personas que también teclean mucho, como periodistas o escritores? Hemos llevado a cabo una prueba para demostrarlo.
Quien tenga edad suficiente para recordar la primera época de la informática caerá en la cuenta de cómo hubo un momento, en los años noventa, en que los teclados dejaron de hacer ruido con cada pulsación y adelgazaron bastante.
El teclado mecánico dejó paso a los de membrana, mucho más baratos, y se generalizó su uso.
Sin embargo, el teclado mecánico vive ahora una segunda juventud de la mano de millones de aficionados a los videojuegos y muchas personas que también trabajan muchas horas cada día introduciendo texto o datos se plantean también si volver al teclado mecánico les reportará alguna ventaja, pues implica una inversión mayor.
Lo primero es dejar claro cómo funcionan unos u otros modelos y las ventajas e inconvenientes de cada familia de teclados.
El teclado mecánico utiliza interruptores completos e individuales debajo de cada tecla.
Cada interruptor (“switch”)se compone de una base, un muelle, y un vástago. Existen diferentes configuraciones en el recorrido del muelle y la forma en que hace contacto que suele clasificar los teclados con el nombre de un color que se suma a la denominación Cherry MX (que es el más popular “swich”) y cada una tiene unas características en la sensación y el efecto de pulsar que va en gustos.
Las más comunes son las marrones y las azules y éstas se supone son las más adecuadas para el procesamiento de textos según todos los expertos.
En las siguientes gráficas se observa cómo funciona un interruptor y los distintos tipos existentes.
El de membrana funciona de forma radicalmente distinta.
No existe un mecanismo individual para cada tecla, sino que todas están sobre una misma pieza.
Bajo cada tecla tenemos un par de contactos separados entre sí por un espacio mínimo. Al pulsar una letra, los dos conectores se tocan y envían la señal eléctrica al ordenador y luego la tecla vuelve a su posición original gracias a media esfera de goma.
Precios y vida útil
El mecanismo más complejo, junto con los materiales empleados, provocan que los teclados mecánicos sean más caros.
Los hay desde 40 euros, pero para adquirir un modelo medio debemos invertir unos 100.
Sin embargo, por 10 euros tenemos un teclado de membrana y la media podría estimarse actualmente en unos 20 euros, por eso están infinitamente más presentes en los hogares y oficinas.
Otra gran diferencia entre ambos tipos de teclados es su resistencia y vida útil.
Podemos trabajar durante años con un teclado mecánico sin que éste se resienta, ya que cada tecla puede aguantar 50 ó 60 millones de pulsaciones frente a las 5 de uno convencional, que sin duda cambiaremos cada pocos años.
Un adicto a los juegos en línea tiene claro que el teclado mecánico es su única opción. De hecho, las grandes estrellas del universo “gamer” protagonizan importantes campañas publicitarias de periféricos, tanto teclados como otros elementos como los ratones o las alfombrillas para que éstos se deslicen.
El mercado de los teclados experimentó un gran incremento en el año 2014 en muchos países europeos, como Reino Unido, aunque en el presente ejercicio se ha estancado, según la consultora GFK. El gasto global en periféricos para ordenadores este año roza los 82.000 millones de euros.
Prueba de concepto
Pero el objeto de este reportaje es aportar elementos de juicio para que una persona que escriba mucho “a máquina” considere la posibilidad de cambiar su teclado habitual por uno mecánico.
El vídeo que acompaña a la información es una prueba de escritura que hemos realzado con una persona con título de mecanografía, pero tras un uso bastante prolongado de un teclado mecánico podemos decir que uno recupera viejas sensaciones con un teclado mecánico sofisticado.
Cada pulsación se efectúa con seguridad y precisión. Para un equipo de sobremesa, cuando no tenemos falta de espacio, un teclado mecánico aporta estabilidad, pues no se mueve un milímetro aunque escribamos con vigor y también aporta otras ventajas, como la presencia de un puerto USB en el propio teclado (en la unidad que hemos probado) y la retroiluminación de las teclas, un gran adelanto cuando se trabaja a horas intempestivas.
Al principio, la sensación puede ser nueva y chocante, pero acostumbrarse es cuestión de horas y se gana velocidad al teclear conforme pasan los días.
Está claro que para un usuario doméstico puede no compensar una inversión en un buen teclado, pero quien se gana la vida escribiendo podría llegar a amortizarlo y a la vez disfrutar con su tacto.
En cualquier caso, como demuestra la prueba que hemos llevado a cabo, la precisión y la velocidad alcanzada con un teclado de “gaming” son similares a las de otros teclados mucho más modestos, es decir que no son teclados sólo para jugar, aunque los utilicen habitualmente los más “jugones”. EFE