¿Tasas de interés o falta de interés?

Por: Luis Cosenza Jiménez

Mucho se ha dicho recientemente sobre la reducción de las tasas de interés, al extremo que el Presidente de la República decidió presionar a la banca nacional para que las reduzca.

Pero, ¿no estaba ya esto ocurriendo siguiendo patrones normales? Al final, ¿qué tan importante es este asunto y por qué? Analicemos la situación y llegue usted, estimada lectora, a sus propias conclusiones.

Comencemos con el segundo punto. Las tasas de interés son un medio para un fin; no son un fin en sí mismas. El fin último de la conducción macroeconómica es el desarrollo, el cual requiere del crecimiento económico sostenido y de políticas sociales que reduzcan la pobreza y la desigualdad. Las tasas de interés son importantes por su impacto en el crecimiento económico. Si las tasas que se pagan sobre los depósitos de los ahorrantes, las llamadas “tasas pasivas”, son muy bajas, particularmente si son más bajas que la inflación, entonces las personas optan por consumir en lugar de ahorrar. Eso disminuye los recursos disponibles en la banca para que los emprendedores financien sus proyectos y generen crecimiento y empleo. Por otro lado, si las tasas a las cuales los bancos prestan los recursos, las llamadas “tasas activas” son muy altas, entonces los empresarios perciben que será más difícil que sus proyectos rindan los frutos esperados y se abstienen de endeudarse. En este caso, la demanda de crédito cae. Se trata pues de un delicado equilibrio y claramente la reducción de las tasas activas conlleva la reducción de las tasas pasivas. En otras palabras, para bajar la tasa a quien busca un préstamo hay que sacrificar al ahorrante, quien recibirá menos intereses por sus ahorros. Curiosamente, este es un hecho que no se menciona en el debate sobre las tasas.

Para juzgar que tan cerca se está del ansiado equilibrio se puede usar, como termómetro, la liquidez de que dispongan los bancos. Por liquidez entendemos la cantidad de fondos de que disponen los bancos y que no han sido colocados o prestados. En cierto sentido se les puede considerar como “recursos ociosos” que están a la espera de ser empleados y sobre los cuales los bancos pagan intereses a sus propietarios. Una baja liquidez podría indicar que la demanda de fondos del público está muy cercana a la oferta del público ahorrante. Una alta liquidez podría revelar que la demanda está por debajo de la oferta. En nuestro caso, el consenso indica que la banca cuenta con un amplio margen de liquidez, y eso lleva a que algunas personas reclamen una reducción de la tasa activa, olvidando, por supuesto, el impacto que eso tendrá sobre los ahorrantes.

Además del impacto sobre el ahorrante, cabe preguntar si las tasas de interés son el único factor que impacta la liquidez, y como el acucioso lector probablemente sospecha, esto no es así. Más importante que la tasa de interés es la capacidad y el interés del emprendedor en invertir. Si no cuenta con recursos para financiar parte del proyecto, la banca no le aprobará un préstamo y recordemos que en nuestro caso el gobierno ha venido extrayendo más y más recursos del sector privado por la vía impositiva. Basta con recordar el severo ajuste fiscal que se dio a inicios de 2014, el polémico impuesto del 1.5%, la opaca tasa de seguridad y recientemente el 4% que habrá que aportar como consecuencia de la nueva ley de Seguridad Social. Al restarle recursos al sector privado se vuelve más difícil que este logre financiar sus proyectos, independientemente del nivel de la tasa de interés activa.

Además de lo anterior, el apetito de inversión es también influenciado por la confianza que inspira el respeto al estado de derecho y la estabilidad política y social que vive el país. A la luz de lo ocurrido en el Congreso en el proceso de aprobación y publicación de la ley de Seguridad Social, y considerando la puesta en vigencia caprichosa y opaca por parte del Presidente de la Ley General de la Industria Eléctrica, es probable que el sector privado sienta que no se respeta el estado de derecho. Si además se palpa un ambiente de desconfianza e inestabilidad que se origina en la percepción de inseguridad, impunidad y corrupción, los emprendedores procederán con cautela y prudencia.

Sin perjuicio de lo anterior, es menester señalar que la banca nacional comenzó a bajar las tasas hace varias semanas, debido a que obviamente no le conviene contar con una alta liquidez. Incluso, la banca ha reducido las tasas en préstamos ya concedidos, ya que de otra forma los prestatarios procederían a pagar anticipadamente sus obligaciones. Esto es normal, y seguirá ocurriendo, independientemente de las declaraciones populistas. Lamentablemente la renegociación de préstamos existentes no genera nuevos empleos, pero no por eso deja de ser importante para el prestatario.

En resumen, y como sabemos, la banca obtiene beneficios al colocar los recursos, y no al tenerlos ociosos. En este contexto cabe recordar que en el informe Haciendo Negocios del Banco Mundial, se detalla que en cuanto al acceso al crédito, y aún incluyendo a los países desarrollados, Honduras figura entre los países mejor calificados. Esto habla muy bien de nuestro sistema financiero y de su compromiso con el desarrollo del país, salvaguardando a la vez los intereses de los depositantes.

Al final, la pregunta que la lectora debería formularse es la siguiente: ¿es posible que la banca decida castigarse y opte por preservar las tasas innecesariamente altas y así mantener más recursos ociosos? O por el contrario, ¿será que no hay apetito del sector privado por invertir, o que no haya muchos proyectos y solicitantes que llenen los requisitos mínimos para ser sujetos de crédito? Después de todo, los bancos prestan los recursos de los depositantes, por lo que la quiebra de un banco afecta primordialmente a sus depositantes. Como lo expresó don Jorge Bueso Arias, una persona ampliamente apreciada en el ámbito nacional, “no se trata de otorgar préstamos a la garduña”.

Aceptemos que el crecimiento de un 3.5% programado para este año es absolutamente insuficiente para reducir la pobreza, y recordemos que para crecer a una tasa más alta es imprescindible fortalecer el estado de derecho, así como reducir la inseguridad, la corrupción y la impunidad. Esa es la tarea de nuestros gobernantes. Si no se logra eso, será la falta de interés en invertir por los emprendedores, más que las tasas de interés, lo que afectará el crecimiento económico y la creación de empleo.

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