¿Se imagina ponerse gafas de geólogo por un día para conocer Sierra Nevada? e ¿incluir en sus vacaciones una ruta matemática por Granada, una visita a Atapuerca para regresar al pasado o escudriñar el cielo estrellado en El Teide? Esto es posible, es turismo científico, una tendencia incipiente en España pero con nicho.
Las posibilidades son enormes y, según los expertos consultados por Efe, una condición imprescindible para ello es la cualificación y formación de las personas que lleven a cabo estas experiencias.
Este tipo de turismo, más avanzado en otros países como Francia o EEUU, engloba todas aquellas actividades que tienen lugar en la naturaleza, ciudades, entornos de investigación o museos en los que la ciencia es el argumento central para disfrutar y aprender, relata a Efe Teresa Cruz, directora de la Fundación Descubre (Andalucía), quien afirma: la ciencia puede ayudar a que la gente acuda a las ciudades.
A su juicio, en España hay público (que va “preparado”) y se dan todas las condiciones para que se desarrolle este tipo de turismo, que todavía no ha encontrado un hueco en las encuestas oficiales.
El más desarrollado, el astronómico
Entre los más desarrollados está el astronómico, sobre el que sí existe algún dato. Por ejemplo, en Tenerife, el número de visitantes que subieron al Parque Nacional del Teide para contemplar las estrellas ya ha alcanzado la cifra de 200.000, según Luis Martínez, director de la Fundación Startlight, creada en 2009 y entre cuyos objetivos está la protección y conservación de los cielos nocturnos, importante recurso científico.
Pero no solo, ya que tambiénlos cielos son un tesoro cultural, medioambiental y turístico de “primera magnitud”.
De hecho, esta fundación, que tiene como patrones fundadores al Instituto de Astrofísica de Canarias y la empresa “Corporación 5″, ha creado un sistema de certificación, con varios sellos, para acreditar aquellos espacios que poseen una excelente calidad del cielo y representan un ejemplo de protección y conservación.
Son escenarios (espacios naturales protegidos, municipios, comarcas u hospedajes) que fomentan el turismo de las estrellas.
Entre las distinciones están “Reservas Starlight” (espacios naturales protegidos) y “Destinos Turísticos Starlight”.
En España han obtenido una de estas distinciones la comarca de la Sierra Sur (Jaén), la Sierra Morena andaluza, La Palma, Gredos Norte El Teide o la reserva de la biosfera Valles del Leza, Jubera, Cidacos y Alhama (La Rioja).
“Lo que más nos interesa es que ese excelente cielo protegido sirva como palanca para desarrollar la economía local”, afirma Martínez, quien apunta que aquellas zonas que consiguen la cualificación Starlight -para la que existen controles- desarrollan una “interesantísima” actividad de divulgación de la astronomía.
En la medida que los ciudadanos se interesan cada día más por la ciencia, también se interesan por conocer las instalaciones en la que los investigadores desarrollan esa ciencia. Así, cada día tienen más visitante los observatorios astrofísicos en Canarias, el yacimiento de Atapuerca y su museo en Burgos o el CERN en Ginebra.
Un cambio en la ciudad de Burgos
A juicio del director científico del Museo de la Evolución Humana, Juan Luis Arsuaga, este espacio ha cambiado la vida de una ciudad como Burgos, “no solo a nivel urbanístico, con el espectacular edificio de Juan Navarro Baldeweg, sino también en cuanto a la proyección, mentalidad e imagen de la ciudad”.
Arsuaga señala que en España sí hay interés por el turismo científico: “veo día a día el interés de la gente no solo por visitar exposiciones, sino también por participar en actividades, programas o conferencias. Este tipo de turismo está despegando”.
“Los museos cada vez tienen más visitantes y el interés de la sociedad es cada vez mayor, también porque está cada vez más preparada (…). Tenemos la suerte de contar con grandes divulgadores científicos en nuestro país (…)”, según Arsuaga.
Desde Dinópolis aseguran que “la combinación de ciencia y ocio puede y es un éxito, lo ha demostrado Territorio Dinópolis”.
“Ciencia y Ocio se dan la mano para convertir la paleontología en un recurso socio-económico y turístico, que atrae cada año a más de 178.000 personas a la provincia de Teruel y que desde su inicio, el 1 de junio de 2001, ha hecho que 2.254.589 visitantes hayan querido conocer las joyas paleontológicas que estas tierras turolenses tenían escondidas bajo tierra y que gracias al trabajo que realiza la Fundación Dinópolis han dado lugar a hallazgos científicos de gran relevancia internacional”.
Para Álvaro Martínez, profesor de álgebra en la Universidad de Granada (UGR), se trata de hacer un turismo motivado, consciente.
El equipo de este matemático ha diseñado una ruta matemática por Granada, para la que van a editar una guía con más de 200 construcciones matemáticas, que tendrá su versión virtual en 3Dy una aplicación móvil.
Por ahora han hecho esta ruta por encargo, por ejemplo como actividad para la Noche de los Investigadores, pero el objetivo es abrirla al público, por eso plantean montar una empresa que organice estas caminatas matemáticas por 21 monumentos granadinos.
Por ejemplo, en el Palacio de Carlos V los visitantes podrán descubrir que la planta está construida en base a un módulo o número específico usado para definir los diferentes espacios del edificio, quedando todos ellos ordenados por éste.
Quien ya ha montado una empresa, junto a otras dos socias, es Ana Crespo, catedrática de Geodinámica Interna de la UGR.
Geándalus ofrece varias rutas con una visión geológica de la naturaleza, por ejemplo al Valle del río Monachil (Sierra Nevada).
Para esta geóloga, en España, aunque empezando, hay nicho para el turismo científico y hay que hacer alianzas. EFE