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Niños asesinos

Por: Otto Martin Wolf
Hagamos un experimento: Preguntemos a cualquier hombre menor de dieciocho años y mayor de diez algo relacionado con fútbol y le apuesto que con toda seguridad sabe la respuesta. 

Nombres y apodos de todos los  jugadores de los principales  equipos de Honduras y de todo el mundo. También sabe la edad y, aún más, cuántas veces ha sido seleccionado cada uno, goles que ha metido o veces que ha sido expulsado y por qué razón.
Hagamos un cuestionario sobre los resultados de los partidos de los campeonatos mundiales, de los últimos cuatro o seis mundiales y veremos que  con seguridad saben todo; cuántos goles metió cada selección, quiénes pasaron a los cuartos de final y, desde luego, quién ganó cada campeonato.
También preguntemos cosas más complicadas, como medidas oficiales de las canchas, peso del balón, reglamento de uniformes, tamaño de las porterías, regulaciones para tiros de esquina y penaltis;  preguntemos cosas sencillas o complicadas y, posiblemente, esos niños sabrán la respuesta correcta la mayoría de las veces.
Preguntemos cualquier cosa y veremos que conocen todo y que, si acaso presencian o juegan un partido, esos niños entienden perfectamente lo que está pasando y, además, tienen suficiente criterio para saber (fanatismo por su equipo aparte) cómo son las cosas de acuerdo a las “leyes” del fútbol.
Pues bien, un niño que sabe esas leyes del fútbol y que tiene la capacidad para saber cuál jugada es válida y cuál no, si se trató de un penalti o le robaron el gol, un niño que conoce todo eso, verdad que con toda seguridad puede distinguir lo bueno de lo malo?
No cree que también ese mismo niño está en perfecta capacidad de saber que  cuando empuña una AK47 y rocía de plomo a siete u ocho personas está haciendo mal?
No cree usted que ese niño sabe que matar es malo?
No cree usted que tiene capacidad para saber que la droga que anda vendiendo –y consumiendo- es mala?
No cree que ese niño sabe que asaltar a una señora o servir de “bandera” para un ladrón es un delito?
Cree usted que puede confundir cobrar dinero de extorsión con jugar con carritos o bailar un trompo?
Son delincuentes que, independientemente de la edad, así como saben si fue penalti o no, sin duda saben distinguir el bien del mal.
La verdad es que esos niños asesinos y delincuentes, a pesar de su corta edad biológica, perfectamente saben que lo que están haciendo es malo.
Realmente no son niños; son criminales adultos con cuerpo y edad de niño.
Claro que vienen de hogares destruidos o que quizá nunca tuvieron uno. Desde luego que faltó guía y enseñanza, que pasaron de infante a adulto sin haber  tenido una niñez normal, eso se entiende.
Pero, esa inocencia perdida no debe servir como escudo o justificación para ningún crimen.
Desgraciadamente para ellos, para la sociedad y, sobre todo para sus víctimas, son adultos en cuerpos de niños, capaces de causar daño a sangre fría sin el menor grado de arrepentimiento.
Son niños delincuentes que, sin duda, saben distinguir el bien del mal.
Por todas esas razones, por esa lógica sencilla, por esa triste y brutal realidad, la edad legal debe determinarse por la magnitud, saña y salvajismo del delito cometido, no por la edad biológica.
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