Tegucigalpa.- El izquierdista partido Libertad y Refundación (Libre) sigue dando traspiés, al contradecirse entre el pluralismo democrático que pregona y las lecciones de escarnio que amenaza con otorgar a quienes no cumplan sus órdenes, bajo la conducción de la familia Zelaya Castro, que lucha por aplacar las fuerzas internas divergentes que han surgido en búsqueda de mayores espacios de participación prometida.
Acostumbrados al cacicazgo, al mejor estilo de los hacendados olanchanos, la familia Zelaya Castro se hizo de un partido político, tras los acontecimientos de junio de 2009, ante la coyuntura política del momento que logró en los Acuerdos de Cartagena y la presión internacional, abrazar el surgimiento de una nueva fuerza política que daría forma y consistencia al llamado Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP), que dio origen a Libre.
El entusiasmo que concitó el FNRP, fue tanto que algunos nostálgicos académicos lo compararon con las gestas del mayo francés del movimiento estudiantil de esa época en 1968, que sacudió las estructuras políticas y sociales de París y de toda Europa occidental.
Lejos estaban de imaginar que ese entusiasmo sería una mala copia, pues ante la primera derrota electoral de noviembre de 2013, se abriría la caja de pandora en ese joven partido que surgió a la vida política el 15 de marzo de 2011.
No basta la habilidad política

Zelaya y su familia intentaron crear un partido que a lo externo, se vendió como una fuerza en la que “todos caben”, pero en la práctica el control y la democracia participativa no serían tan fáciles para una familia acostumbrada al poder y a imponer el caudillismo partidario.
A lo interno de Libre, nadie discute el liderazgo del ex presidente Zelaya, pero éste últimamente no ha podido salir ileso, pese a su habilidad política, de las primeras divergencias encabezadas, en forma aislada, por los periodistas a quienes llevó a ser parte de Libre como parte de la pluralidad democrática que pregonó.
Zelaya y su esposa, Xiomara Castro, ex presidenciable de Libre, han sabido manejarse en las aguas turbulentas de las denuncias de sus periodistas en torno a la necesidad de mayor democracia a lo interno de Libre y más espacios de participación. Pero en el intento, algunos ya fueron expulsados y otros siguen razonando su permanencia, en espera de diálogo y oportunidades.
Con mensajes cifrados, pero sin romper relaciones con la prensa y medios que han sido afines a sus propuestas, la familia Zelaya Castro ha intentado detener la tempestad en ciernes, sin importar caer en contradicciones del discurso público.
La última de sus acciones para retener el control de “su” partido fue el comunicado oficial emitido el 7 de enero, en el cual Libre hace saber al “pueblo de Honduras, a la opinión pública nacional y a su militancia” una serie de acciones en contra de quienes se salgan de sus lineamientos, tomando como pretexto lo ocurrido con la aprobación del aumento del peaje en un cien por ciento en San Pedro Sula.
¿Escarnio democrático?

Libertad y Refundación señala que convocará de “emergencia” al Tribunal de Honor por el proceder irregular de la regidora, que en “evidente acto de desapego a los principios y valores del Partido” apoyó las acciones del peaje.
Las acciones que tome el Tribunal de Honor, “deben ampliarse para abarcar a todos los electos por la militancia de Libre, que ejercen cargos de elección popular, con el fin de mandar un mensaje contundente, a más de 500 regidores de Libertad y Refundación, a los 36 diputados (as) y sus respectivos suplentes, que sirva de escarnio, si continúan votando y reviviendo órdenes del Partido Nacional en favor de medidas injustas e impopulares que afectan a las comunidades y en contraposición a los claros mandatos del Partido Libertad y Refundación Libre”.
Escarnio, hipócritas, fariseos y otro tipo de calificativos han sido algunas de las expresiones que han brotado últimamente de la dirigencia de Libre, donde al parecer el tema de la reelección, una propuesta original de ellos, ahora está concitando reacciones encontradas porque algunos consideran que en el afán reeleccionista de la familia Zelaya Castro, se están dejando de lado las ideas originarias de consulta, constituyente y refundación.
El ex presidente Zelaya, el 30 de diciembre, en una intervención en un medio radial de prensa ratificó que por ser parte interesada no se referirá más al tema de la reelección, dijo que es partidario de la consulta popular, que no renuncia a ello, tras indicar que quienes ahora le critican son unos “hipócritas y fariseos” que deberían irse de Libre y armar un partido político con Roberto Micheletti, el ex presidente interino que gobernó el país tras el estallido de la crisis de 2009.
Y así ha venido en ese tono desafiante el principal caudillo político de Libre, que también ha señalado que quienes se sientan derrotados, que “se vayan a su casa” porque él no se dará por vencido nunca.
El último comunicado de Libre y el posteo de varios tuits del ex presidente Zelaya, ante el surgimiento de una cuenta en la red social Twitter, denominada “Chambres de lavadero”, son una clara muestra que Zelaya y su familia—muy activa también en defensa del clan en las redes sociales—están dispuestos a librar fieras batallas, unas discretas, otras intensas y algunas públicas, por seguir manteniendo el control de “su” partido: el pluralista, pero dispuesto también al escarnio.