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El seductor Fidel Castro: dos matrimonios, más de 10 hijos y muchas amantes

Miami, (EEUU) –  El líder revolucionario cubano Fidel Castro, fallecido el viernes pasado, acumuló en sus 90 años de vida una serie de amantes, incluso una espía alemana que no se atrevió, por amor, a llevar a cabo el encargo de asesinarlo.

Castro se casó dos veces. Primero con Mirta Diaz-Balart, de una familia vinculada al dictador Fulgencio Batista, y con la que tuvo un hijo, Fidelito. Esta pidió el divorcio en 1955, cansada de las infidelidades del entonces líder estudiantil.

MujeresFIDEL4Y por segunda vez, con Dalia Soto, una profesora de Cienfuegos, con la que tuvo cinco hijos, cuyos nombres comienzan todos con la letra A: Alexis, Alex, Alejandro, Antonio y Ángel.

Soto ha sido la sombra de Castro desde que lo conoció a los 17 años y es la que lo ha cuidado fielmente desde que cayó enfermo de gravedad hace unos diez años y ha aparecido en las fotos cuando recibían en su casa a líderes mundiales, incluido el Papa Francisco.

MujeresFIDEL2La única hija conocida del comandante fue Alina Fernández, que vive en el exilio en Miami, nacida por una relación extra matrimonial que tuvo con Natalia “Naty” Revuelta, una mujer bellísima de la alta sociedad cubana de los años cincuenta.

Estaba entonces casada con el médico Orlando Fernández, quien le dio su apellido a la niña “para evitar un escándalo”.

Revuelta murió el año pasado a los 89 años, víctima de un enfisema pulmonar y estaba acompañada de su hija Alina, que había regresado a Cuba después de su clandestina fuga de la isla en 1993, como una turista y con un pasaporte falso español.

Según la periodista Anne Louise Bardach, autora de una biografía de Castro, este tuvo en los años cincuenta una hija, que actualmente vive en Miami, fruto de una aventura con Micaela Cardoso y otro hijo, de una relación extramatrimonial en la década de los sesenta al que llamaron Ciro.

Bardach también menciona relaciones que tuvo Castro con una periodista venezolana, que terminó en malos términos al ser expulsada de Cuba y asegura que una amiga suya se acostó con el líder cubano cuando tenía 16 años, por debajo de la edad de consentimiento sexual en la isla.

Uno de sus ex guardaespaldas, ahora en el exilio, Juan Reinaldo Sánchez, asegura que Castro tuvo una aventura con una azafata de vuelo y con su traductora, quien posteriormente afirmó que era el padre de su hijo Abel.

Hay especulaciones de que Celia Sánchez, la guerrillera que fue la mano derecha de Castro en Sierra Maestra y en los primeros años de gobierno tras el triunfo de la revolución en 1959, fue algo más que su secretaria privada.

Pero de todas las amantes que tuvo Castro en vida, tal vez la que mantuvo con la joven alemana Marita Lorenz, fue la más fascinante, por que pudo haber cambiado la historia de Cuba si lo hubiera matado, como se lo encargó la Agencia Central de Inteligencia (CIA).

Foto 4 La espia alemanaEn 1959, tras el triunfo de la revolución cubana, un barco alemán de pasajeros, el “Berlín”, atracó en el puerto de La Habana y la hija del capitán, Marita Lorenz, conoció a Castro cuando este insistió en subir a bordo para conocerlo.

“Le enseñé el barco, pero el insistía en que lo llevara a mi camarote. Una vez allí, me empujó al interior, me atrajo hacia sí y me abrazó: Ese fue primer beso con un hombre”, relató Lorenz a la revista “Paris-Match”.

Lorenz regresó luego a La Habana, invitada por Castro y vivieron una aventura de ocho meses en el Hotel Hilton, donde también se hospedaba Raúl Castro y el “Che” Guevara”.

Cuando le preguntaron si Castro era un “buen amante”, contesta:

“No demasiado, era más interesante durante las caricias que en el acto sexual propiamente dicho. Pero los dictadores también son así, todos narcisistas”, dijo, aludiendo también a otra aventura posterior con otro dictador, el venezolano Marcos Pérez Jiménez.

Según ella, quedó embarazada y Castro le quitó luego a su hijo, que se llama Andrés Vázquez.

Años después Lorenz fue reclutada por la CIA para espiar a Castro y, eventualmente, asesinarlo. El reencuentro fue en el 1961 y ella dice que Castro ya sabía a qué venía:

“Me tendió su pistola y yo la empuñe. Y entonces, mirándome a los ojos, me dijo:

“Nadie puede matarme”. Tenía razón. Solté el arma y me sentí liberada”, dijo Lorenz, quien dice sentirse aun fascinada por Castro, aun a sus 76 años.

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