Tegucigalpa– En Honduras la pasión por el fútbol impulsa a las mujeres a romper otra de las barreras del tradicionalismo.
En este país, como en casi toda Latinoamérica, el futbol es el rey de los deportes, desata pasiones extraordinarias y su influencia llega a unir a las sociedades que como la hondureña tienen devoción por su selección nacional. El equipo nacional une a los más acérrimos opositores en cualquier campo social, político o cultural y no distingue a ricos de los excluidos.
Pero la práctica del futbol ha sido tradicionalmente casi exclusiva para hombres, una tendencia que poco a poco ha ido cambiando y las mujeres han empezado a ocupar los espacios de polvorientas canchas en barrios de ciudades como Tegucigalpa, la capital del país, donde ellas muestran técnica, velocidad, fuerza y la gracia exquisita con que dominan el balón.
En las canchas de barrios y colonias de Honduras pueden verse docenas de mujeres practicando el fútbol. Muchas son jóvenes estudiantes, madres jefas de familia, obreras o simplemente muchachas sin muchas oportunidades que encuentran en el deporte una motivación y un espacio social acogedor.
También las mujeres dirigentes deportivas son pieza clave en el impulso de las ligas o simplemente de equipos femeninos a los que ayudan a sostener con el ingenio propio del género.
“El fútbol es la mejor droga”
Un ejemplo de la incursión de las mujeres en el fútbol es Sherly Hernández Sánchez, una jovencita de 14 años que reside en la colonia 21 de Febrero, una de las zonas “calientes”(por los niveles de inseguridad) de Comayagüela, ciudad gemela con Tegucigalpa. Ella cursa el tercer año de ciclo común y aspira ser una licenciada en Enfermería.
Con sus sueños a flor de piel Sherly relató a Proceso Digital que gusta del fútbol desde los ocho años e igual que su prima Bessy Daniela Cruz, ella juega en el equipo Emanuel en la liga de la colonia 21 de Febrero. Ellas – dice Sherly – han tenido apoyo de su tío Daniel Cruz, quien les observó cualidades de buenas futbolistas.
Sherly nos cuenta que su mayor sueño es integrar una selección nacional.
“Sé que tengo mis responsabilidades, estudiar, ayudar a mi mamá con el quehacer de la casa, pero solo me dicen pelota y me cambia todo, esto se trae en la sangre, es la mejor droga que los jóvenes podemos tener”, comentó.
Acto seguido dijo que ella se motiva pensando que va a ganar cada partido.
Con una mezcla de culpa e hilaridad, dice que “me he ganado un par de regañadas tanto de mi entrenador como de mis compañeras por los errores que cometo ya que juego como defensa, pero a veces se me olvida y quiero meter los goles”.
La joven deportista lamentó las dificultades que pasan para obtener implementos deportivos, mismos que llegan por esfuerzos de voluntarios y gestiones de directivos comunales. Jugar al futbol requiere de pocos implementos: un par de zapatos (tacos) que tienen un costo en el mercado local de 160 lempiras (unos siete dólares); un uniforme compuesto de calzoneta, camisola y medias cuesta unos 194 lempiras (unos ocho dólares con 30 centavos) ; un balón de calidad aceptable puede adquirirse por 400 lempiras (17 dólares y medio).
Las peripecias de Joaquina
Otra de las jugadoras consultadas por Proceso Digital es Joaquina Lizeth Ávila, de 21 años, ama de casa, madre de una niña de dos años; ella integra el equipo Cruceiro, que junto a otros siete clubes compiten en una liga femenina en la no menos “caliente” zona de El Pedregalito en Comayagüela.
Joaquina relató que no le ha sido fácil jugar al fútbol por el escaso tiempo del que dispone entre sus quehaceres y el cuidado que debe prodigar a su pequeña hija.
Cuando ella asiste a cada partido deja a su bebé al cuidado de su madre o la lleva al campo y sus compañeras, en la banca, la atienden mientras ella juega.
Es portera del Cruceiro, ella describe que el fútbol es todo para ella ya que le ha dado muchas alegrías, indica.
Esta joven madre reflexionó sobre el futuro y dice que aspira a que su hija tenga oportunidades y mejores condiciones en el deporte.
Al igual que Sherly, ella resiente el escaso apoyo que el futbol de mujeres tiene en Honduras.
“Me gustaría que mi hija jugará cuando crezca, que tenga mejores condiciones, que no tengan que andar peleando por un uniforme, que tenga tacos, y que demuestre lo que tiene a todos” dijo esperanzada la mujer.
La joven portera mandó un mensaje para todas las jóvenes a quienes les apasiona el deporte rey: “el futbol es lo mejor, no dejen su sueño, luchen por lo que quieren…”
“Quiero ser seleccionada”
Otra joven futbolista hondureña es Bessy Daniela Cruz, ella tiene 23 años, es pasante de la carrera de Sicología en la estatal Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) y trabaja junto a su madre en un pequeño negocio que tienen en su casa en la colonia 21 de Febrero.
Bessy Daniela aspira formar parte de una selección nacional – “estuve a punto de formar parte de la selección sub 20, pero me perdí un par de entrenamientos porque tenía que cuidar a mi hermanito”, dijo la joven con la voz entrecortada.
Esta universitaria pone su alma en la búsqueda de ser una estrella femenina del futbol, – “todos en el campo dicen mira que bien juega esa chava y eso lo llena a uno y lo motiva a seguir en esto, es duro cuando en una mala jugada te puedes quebrar o dar un golpe, ya me ha pasado y eso te aleja de las canchas por varias semanas y para mí el fútbol es todo”, comentó.
Bessy Daniela juega al futbol desde los seis años y, al igual que las otras entrevistadas, también vive en una zona marcada por la violencia.
Con tono firme dijo que en una cancha de futbol “no me he sentido discriminada porque tenemos mejor capacidad que los hombres para jugar”. Para ella una referente que le inspira en el futbol es la jugadora estadounidense Alexandra Patricia Morgan.
Como experiencia que le dejó una enseñanza importante en su carrera deportiva, rememoró que una vez disputando una final, su papá le reclamó porque estaba perdiendo muchos goles, – “de tan caliente que estaba que mejor me salí del juego y perdimos esa final, me acuerdo que mi papá me dio una tremenda sacudida, todavía me suenan sus palabras, dijo que tenía que ser más humilde y enfrentar el juego hasta el final, con la frente en alto”.
Talentos sin oportunidades
Ingrid López Elvir es una hondureña de 30 años, apasionada por el fútbol, desde los 14 años juega en el equipo Real Betis en el sector de El Lolo en Tegucigalpa.
Ella está casada, es madre de dos hijos, estudia enfermería y los domingos se dedica a lo que más le gusta: jugar al fútbol.
“El fútbol es un deporte que lo pueden practicar hombres, mujeres, personas no videntes, niños, niñas, mujeres adultas, hombres maduros, todo aquel que le guste este deporte”, comentó.
Ingrid lamentó que las diferentes ligas en barrios, aldeas y colonias de Honduras no tengan un apoyo directo de la Federación Nacional de Futbol de Honduras (Fenafuth), lo que hace que muchos talentos femeninos se pierdan, sin la mínima oportunidad.
Doña Ingrid, una voluntaria con alma
Pero el futbol de mujeres también involucra a dirigentes de la calidad de Ingrid Gómez, una ingeniera, de 54 años, ella coordina y dirige desde hace más de una década equipos de futbol femenino en el sector El Lolo. Es de esas voluntarias comunales dedicadas y comprometidas, dan fe vecinos del sector.
Consistentemente ella programa campeonatos para mujeres y en esas competencias una docena de colonias se hacen representar con sus equipos. El Lolo es una de las áreas donde el futbol femenino ha florecido con mayor acento en la capital hondureña.
Doña Ingrid, como le conocen en el ambiente deportivo, inició como dirigente en el fútbol hace 30 años formando campeonatos masculinos ya que es madre de tres varones fanáticos al fútbol.
“A los juegos llegaban amigas de mis hijos o jovencitas de las colonias que también querían jugar …”, indicó.
Entonces, – relató -, “inicié formando grupos de niñas de 15 años, quienes mostraron mayor habilidad de los varones y fue así que año tras años se fueron formando campeonatos con la incursión de varias colonias como la Flor del Campo, La Cuesta Uno y la Cuesta Dos, El Lolo, Río Abajo, Campo Cielo, Guangololo, Cerro Grande y El Durazno, entre otras”.
Doña Ingrid dijo que no es nada fácil sostener los equipos femeninos de futbol, mismos que enfrentan una serie de dificultades tanto económicas, como logísticas, pero pese a ello han logrado salir avante en las competiciones, expresó con satisfacción.
“En Honduras hay talento, las muchachas demuestran que tienen “garra” (compromiso), valor, y que pueden ser mejores que los hombres”, detalló.
Aseguró que el amor por el fútbol es tan grande que muchas de las jugadoras tienen hijos, trabajan, estudian, pero tienen tiempo para poder jugar y entregarse en cada encuentro.
Una federación ajena a la inclusión de las futbolistas del barrio
Proceso Digital consultó con la Secretaria adjunta de la Federación Nacional Autónoma de Fútbol de Honduras (Fenafuth), quien también formó parte de la organización de selecciones femeninas, Helga Chávez. Ella reconoce que el apoyo al futbol femenino es escaso y limitado.
La funcionaria detalló que la labor de la Federación es desarrollar el fútbol, pero “muchos se equivocan y creen que uno entrega ayudas económicas a equipos o ligas en general, a veces se apoya en conseguir canchas y dar arbitraje solamente, ya que no se cuenta con un presupuesto amplio”.
Al ser consultada sobre el apoyo a las ligas que se forman en los diferentes barrios y colonias, Helga Chávez hizo un llamado a los dirigentes que tienen campeonatos para que estas ligas se inscriban a la federación y así se pueda tener un control e incluir a las mujeres en las selecciones.
El futbol social o la inclusión, parecen ser conceptos lejanos para la Fenafut. Helga Chávez señaló que la federación se encarga de dar seguimiento y formación a las jóvenes que integran las diferentes selecciones, pero que no trabaja directamente con ligas o equipos de barrios ya que las jóvenes se seleccionan en las ligas ya federadas.
“Nosotros nos dedicamos solamente al desarrollo y preparación de selecciones, como se puede ver la preparación de una selección es sumamente costosa”, argumentó. Para preparar el premundial femenino sub-20 en 2015, se gastaron más de cinco millones en un evento con 240 atletas, justificó la dirigente.
Explicó que el presupuesto que asigna la Federación Internacional de Futbol Asociado (FIFA) al fútbol femenino es de 37 mil 500 dólares al año, unos 850 mil 875 lempiras, sin embargo, el fondo que se gasta es mayor, dijo.
Señaló que para este año se tenía suspendida la ayuda financiera (producto del escándalo del Fifagate), por lo que no se tenía asignado ningún presupuesto, pero ya eso está desbloqueado y se está trabajando en un plan de corto, mediano y de largo plazo, para el resto del presente año.
Aseguró que “las cosas van a cambiar”, que se está implementando un plan de trabajo que consiste en una alianza con la Secretaría de Educación y la Dirección de Cultura, Artes y Deportes. Según ella, esta alianza servirá para que niñas de escuelas, desde los ocho años, puedan ir integrando las selecciones e ir formándolas desde pequeñas en un proceso a largo plazo. La visión nuevamente es competitiva y no incluyente.
En Honduras hay talento
Por su parte, el entrenador de selecciones femeninas, Miguel Escalante, dijo a Proceso Digital que en Honduras hay talento.
Pese a la calidad deportiva de las futbolistas hondureñas, el técnico lamentó que en este 2016 no se programaron eventos futbolísticos para la rama femenina.
Escalante dijo que actualmente está formando 20 jovencitas que a diario practican en una academia de fútbol – “con esto logramos que estas jóvenes no se pierdan, algunas están becadas ya que son de escasos recursos pero son buenas adquisiciones para las selecciones a futuro” reflexionó.
Señaló que Honduras cuenta con un buen potencial femenino de futbolistas pero las dificultades pasan por darles buenos técnicos y entender sus condiciones porque la mayoría de estas mujeres estudian y trabajan.
Así en sus barrios, entre jornadas de trabajo, de estudio, de responsabilidades familiares y en una batalla incesante por la vida, las mujeres hondureñas han roto otra barrera y siguen con mayor presencia jugando al futbol en las cachas de sus lugares. Ellas han hecho del balón un instrumento de alegría y de equidad en las más desiguales condiciones para la práctica del deporte más popular del mundo.