¿Es suficiente la democracia?

Por: Julio Raudales
Tegucigalpa.- La caída del Muro de Berlín, el desarrollo de las tecnologías de la información y la expansión de los mercados globales generaron un nuevo ardor democrático en el mundo, muy especialmente en nuestra América Latina.

Pero la percepción ciudadana muestra que la posibilidad de procesos electorales y la “civilidad” que llevan mas de dos décadas, no generan respuesta a las aspiraciones de millones de personas que continúan esperando sin recibir.

Pero a la pregunta sobre la capacidad de la democracia para sufragar las enormes expectativas ciudadanas, la respuesta es un SI rotundo.

¿Por qué?, porque la democracia es algo mas que la repetición de procesos electorales. La democracia tiene calificativos, tiene calidades y sobre todo, tiene distintas formas de dar respuestas.

A propósito de lo anterior,  la Fundación Konrad Adenauer y PolyLat han publicado recientemente un estudio basado en la medición del Índice de Desarrollo Democrático (IDD) para Latinoamérica. Véalo en http://www.idd-lat.org/2015/downloads/idd-lat-2015.pdf?nocache=7687652837

El estudio mide cuatro dimensiones fundamentales que son: Democracia de los Ciudadanos; Democracia de las Instituciones; Democracia Social y Humana y; Democracia Económica. Paso a explicar brevemente una por una.

La democracia de los ciudadanos incluye el respeto a sus derechos políticos y libertades civiles, es decir, la amplitud de su espectro de elección, la libertad para elegir y ser electo sin discriminación por color, ideología, creencias o preferencias de género, el empoderamiento de las mujeres, etc.

Por su parte, la democracia en instituciones mide la calidad institucional y eficiencia política, lo cual implica la necesaria existencia de aspectos como: independencia y equilibrio entre los poderes del Estado, libertad de prensa, acceso a la información, sumisión del ejercito y la policía, accionar del Ombudsman, etc.

La dimensión de la democracia social y humana pondera la capacidad de la sociedad para generar políticas que aseguren el bienestar de los individuos. Esto es, la calidad de los servicios públicos de educación, salud, el desempleo urbano y la población que vive bajo la línea de pobreza.

Por último, la dimensión económica que valora la capacidad para asegurar la eficiencia productiva. Acá encontramos indicadores como la libertad económica, el PIB per cápita, la brecha de ingresos, el peso de la inversión en el Producto y el nivel de endeudamiento.

El IDD agrupa a los países de la región en cuatro categorías que van desde alto desarrollo hasta aquellos con desarrollo mínimo. Vale decir que en ésta última categoría se encuentra nuestra Honduras, compartiendo la vergüenza con Nicaragua, Venezuela y Guatemala.

El índice es estandarizado y toma como referencia al país que exhibe la valoración mas alta, que para 2015 resulta ser Uruguay, cuyo IDD es de 10.0; Honduras por cierto, exhibe un índice de apenas 1.988.

Lo preocupante al respecto, es el hecho de que después del 2009 seguimos muy por debajo de nuestro promedio histórico que es 3.529. Esto es considerando todas las mediciones hechas a partir del 2002.

Es decir, nuestra democracia, que entre 2002 y 2008 experimentó un auge continuo según la medición hecha por el IDD, pero sigue en un declive del cual parece no salir.

Solo nuestro recién estrenado sistema multipartidario pareciera abonar a favor del desarrollo de nuestra democracia. Hay que darle por ello el crédito al gobierno anterior y al espíritu de lucha de quienes tuvieron el valor de abrir nuevos espacios de participación. Hablo especialmente de Libre y PAC.

Por lo demás, es evidente que en los últimos años, instituciones como la transparencia, libertad económica, equilibrio de poderes y desarrollo social han empeorado.

¿Cómo cambiar lo anterior? En 2010 Honduras inició un esperanzador proceso de construcción democrática mediante un esquema de organización ciudadana que permitiera a las autoridades leer de forma inteligente las expectativas sociales y de esta forma tener mayores posibilidades de respuesta.

El instrumento está allí, sigue vigente, se llama Visión de País-Plan de Nación. A pesar de que es Ley Nacional, casi nadie lo ha leído. La ciudadanía, que es la potencial beneficiaria no le exige su aplicación a las autoridades y con ello, se cierran las oportunidades para nuestro desarrollo democrático.

Si lo retomamos hay esperanza. Ojalá y no seamos contumaces. Hagamos algo para que la democracia sí sea una respuesta a nuestras aspiraciones. La organización ciudadana es una buena vía. ¡Retomémosla pues!

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