Alberto Gaucci, un cura que cambió un IPhone por ladrillos

Tegucigalpa.- De contextura delgada, blue jeans desteñidos, camiseta deportiva en cuello V, cabello desarreglado, sandalias de hule y una inseparable cajetilla de cigarrillos sujetada con un hule en una de las mangas de la camiseta, el padre Alberto Gaucci es un sacerdote muy peculiar que desde hace décadas pregona la fe en las amplias pampas olanchanas.

En esa peregrinación se hace acompañar de cuando en vez y de vez en cuando de un perro aguacatero, calatoso—como dicen en los pueblos—pero sin duda un fiel amigo que ha encontrado en el cura a un ser noble que vino de un pequeño país ubicado en el corazón del Mediterráneo como es la República de Malta.

Malta es un país insular compuesto por un archipiélago, es miembro de la Unión Europea y por su posición geográfica en el centro del Mediterráneo, esta al sur de Italia, al oriente de Túnez y al norte de Libia.

De ahí viene este sacerdote maltés, a quien recientemente se le otorgóla nacionalidad hondureña, ganada a pulso y que representa un reconocimiento a un ciudadano del mundo que ha hecho de Olancho su casa y de los olanchanos su otra familia.

¡Las apariencias engañan!

gaucci1Su forma de vestir puede confundir a cualquiera, pero él sonríe como un buen franciscano, pues es el vivo ejemplo de la sencillez encarnada, haciendo válido aquel refrán acerca de que las apariencias engañan.

Recientemente estuvo en las oficinas de la Secretaría de Finanzas en un trámite administrativo, pero por su apariencia no lo querían dejar entrar, pensaron que era una persona no apta para trámites.

Pero el padre Alberto Gaucci no se inmuta de estas anécdotas que son parte de su vida dentro del folclor y la cultura hondureña, él nunca deja de sorprender. Cuentan los olanchanos que recientemente alguien le regaló un teléfono celular iPhone y éste lo cambió por ladrillos para construir una de sus tantas obras.

Así es él, desprendido de las cosas materiales, pero muy comprometido con esa tierra olanchana de la cual ha visto y vivido muchas de sus metamorfosis.

pies padre gauci

Que el padre Alberto se le conceda el saque de honor en un partido de fútbol y que haga a un lado sus chancletas de hule para dar un puntillazo al balón descalzo, no es novedad entre los olanchanos, pero sí sorpresa para las personas de otras regiones del país que poco o nada conocen de este predicador del evangelio que vive su fe sin darse baños de pureza.

De ahí que sorprendiera a una audiencia estilizada cuando le fuera otorgado el premio Quetglas, en honor al también sacerdote Antonio Quetglas. El padre Alberto recibió su reconocimiento con su vestimenta de siempre, contrastando con los trajes de gala de la concurrencia.

Las aventuras de Gaucci

padre lloraFue ganador también del Premio Nacional de Derechos Humanos que le entregó el comisionado nacional de los derechos humanos en la época que lo rectoraba el doctor Ramón Custodio.

En Olancho, en tierra adentro, los pobladores cuentan mil y una historias de las andanzas del padre Alberto, como le llaman. Dicen que cuando estaba lo más fuerte de la vendetta entre la familia de los Turcios y los Nájera, en San Esteban, este sacerdote ahora nacionalizado hondureño se daba el lujo de sentarlos en la misma capilla, oficiar misa y regañarlos abogando por la paz. Y lo logró.

Recién llegado a la zona, aseguran, se fue a recorrer en el carro de la parroquia algunas regiones sensibles y casi le sacan un susto, pues el vehículo de la parroquia por su trabajo tierra adentro, siempre andaba polvoso, y ese día el padre Alberto le dio por lavarlo.

Al llegar a determinado lugar, casi lo pasconean (tirotean) porque no reconocían el carro, pues relumbraba de limpio. Otra de sus anécdotas fue su encuentro con Canuto, un famoso bandolero olanchano muy temido en la zona porque aseguran “no pedía permiso para regalar tiros, no le negaba las balas a nadie”.

gaucci2Pero el padre Alberto entabló una amena conversación con Canuto en uno de sus recorridos por las pampas olanchanas, sin saber en realidad de quién se trataba, cuentan los lugareños. Cuando el sacerdote contó de su encuentro y diálogo con Canuto se sorprendió por los decires de la gente que no daba crédito que un religioso hubiese cruzado palabra con uno de los forajidos más temidos en Olancho y sobre quien se tejen cuentos y leyendas de Honduras.

A mediados de los años noventa, cuando el fenómeno de las maras o pandillas sorprendía al país, el padre Alberto se propuso que en Olancho no habría cabida para las maras, pues su otra pasión, aparte de la prédica religiosa, son los jóvenes.

Los involucró en actividades recreativas y de servicio comunitario, construyó a puro esfuerzo, pidiendo por aquí y por allá, un centro recreativo y hoy se enorgullece de la labor que ha hecho a favor de la juventud, un legado que los olanchanos también le agradecen.

padre gaucci11Es un ávido lector de libros y le gustaba el extinto escritor y académico hondureño, Matías Funes, así como otros intelectuales del país. Él puede describir a Honduras en una palabra, él siempre comenta como este país tiene tantas riquezas que ya quisiera tenerlas Malta, la patria que lo vio nacer.

Hoy tiene más canas que antes, pero el entusiasmo y su infinito amor por el prójimo no se pierde, quizá sea más refunfuñón que de costumbre, pero para los olanchanos él es un orgullo, un hombre de Dios, un ser de luz y fe. Y Para Honduras, un hijo más que llegó solo para hacer el bien. Él es el padre Alberto Gaucci, un hondureño cinco estrellas.

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