Tegucigalpa – La crisis que vive el Partido Liberal, más allá de la lucha entre viejos y nuevos liderazgos, coloca en el debate si se está ante el agotamiento o no del actual modelo del sistema de partidos políticos, tras la fracción del bipartidismo, el surgimiento del multipartidismo y su volatilidad de cara al próximo proceso electoral de 2021, donde el apoyo a la democracia cayó siete puntos según el Latinobarómetro de 2017.
Con más de un siglo de existencia, en donde las crisis internas han sido parte de su historia política, el Partido Liberal (PL), reivindicador en el pasado de causas justas y sociales, vive desde el 2009 un coma permanente, tras la salida forzada del poder del expresidente Manuel Zelaya que buscaba instalar una ilegal cuarta urna —según falló un tribunal— para continuar en el poder, aspecto que el exgobernante niega a pie juntillas.
Desde ese momento, los liberales no han podido recuperarse y parte de su militancia se fue a lo que hoy es el partido Libertad y Refundación (Libre). Pero la crisis liberal, acentuada por una fuerte lucha de viejos y nuevos liderazgos que les permita hacer del partido un ente que se acerque más a la gente y convoque nuevos electores, no es propia del partido en sí. Representa, para los expertos, el agotamiento de un modelo del sistema de partidos políticos marcado por el bipartidismo.
Agotamiento que está relacionado con esa distancia que los partidos políticos han puesto entre sus electores, se volvieron elites burocráticas, acostumbradas a los pactos, a negociar los acuerdos sin tomar el pulso al deseo de consulta que amerita el país.
Esa forma tradicional de reparto es parte de la crisis que hoy golpea a los liberales, que han estado en la llanura por tres períodos consecutivos cuando la tendencia había sido otra. Pero la crisis liberal, podría trasladarse también al gobernante partido Nacional, cuando deje el poder, opinan los analistas.
Más discretos que los liberales, los nacionalistas viven también sus propias diferencias internas y en la transición generacional de relevo, los liderazgos también enfrentan las pugnas entre lo tradicional, lo nuevo y lo que aún no se dilucida.
Los problemas del bipartidismo político encarnado en los partidos Liberal y Nacional se agudizan por el fenómeno de la corrupción y los últimos golpes recibidos, unos y otros, en especial por los casos Red de Diputados, Caja chica de la dama, Pandora y los juicios por narcotráfico en los Estados Unidos. En el caso de Pandora, este caso ha afectado hasta sus los principales centros de acopio de los partidos políticos al ser aseguradas sus sedes por la Fiscalía hondureña.
Esa volatilidad, dicen los observadores, puede reencarnase en el partido Libertad y Refundación (Libre), una incisión liberal, también marcada por pringas de escándalos y mencionada, en la figura de algunos de sus miembros, en casos de narcotráfico como se desprende del testimonio de un jefe Cachiro en su testimonio en una corte de Nueva York.
Multipartidismo y volatilidad
El actual sistema de partidos políticos se encuentra también en crisis. De cinco partidos legalmente inscritos, ahora hay 10 y el sistema político se volvió multipartidario con un esquema electoral también agotado. La transformación del actual Tribunal Supremo Electoral es parte de los procesos que deben acentuarse.
Las misiones de observación electoral abogaron por una reforma y una despolitización partidaria de sus autoridades, así como la urgente necesidad de una nueva ley electoral que responda a la nueva configuración del sistema político de partidos políticos.
Los últimos comicios generales reflejaron un bipartidismo fuerte a nivel de los gobiernos locales, pero un claro tripartidismo en los niveles electivos presidencial y de parlamentarios, mientras el resto de los partidos políticos apenas sacó votos para escasos diputados y ese número de votos pone en duda su existencia de cara a un nuevo proceso, mientras otros dos partidos políticos se encuentran en proceso de formación y legalización.
No obstante, los expertos indican que esas nuevas fuerzas emergentes que no terminaron de cuajar en el último proceso se vuelven una especie de partidos de maletín, que pueden mantenerse o desaparecer de un proceso a otro.
El multipartidismo hasta ahora tampoco parece dar muestras de ser una opción de relevo frente al bipartidismo, pero éste debe modernizarse y reinventarse si no quiere correr peor suerte.
Si el bipartidismo desaparece como fuerza política, las acciones de gobernabilidad serán un tanto complicadas y cualquier partido que llegue al poder enfrentará los problemas de la búsqueda permanente de consensos, vaticinan los analistas políticos, al replantearse si ha llegado el momento también de reconfigurar un nuevo modelo político en el sistema de partidos.
Baja confianza en partidos
La volatilidad del multipartidismo puede llevar al país a que suceda lo de Guatemala o Costa Rica, donde el bipartidismo se rompió y los partidos surgen como ofertas de supermercados y desaparecen de un proceso electoral a otro.
De acuerdo al Latinobarómetro, el declive de la democracia se acentúa y los gobiernos cada vez tienen menos respaldo popular, y si bien las elites políticas no perciben en conjunto el deterioro, las señales a lo largo de las últimas décadas son preocupantes.
La confianza en los partidos políticos a nivel latinoamericano es apenas del 15 por ciento, la más baja, seguida del Congreso (22%) y los gobiernos (25%). Y si del Tribunal Electoral se trata, el nivel de confianza en América Latina cayó de 51 al 29 por ciento.
La reconfiguración del sistema político de partidos ha llegado a Honduras. La crisis de los liberales dirá si el modelo se agotó o es capaz de renovarse y recomponerse.