Tegucigalpa – La organización criminal conocida como «Los Cachiros» sigue dando de qué hablar, los relatos siguen siendo escalofriantes, la penetración que hicieron en varias elites sigue siendo desnudadas, volviéndose una especie de azote que golpea desde Nueva York, en tanto se esperan las confesiones de otros narcos en las cárceles estadounidenses, mientras la narcoactividad sigue retando con sus operaciones a la autoridad.
Los relatos del cachiro Devis Leonel Rivera Maradiaga y su asociación con la policía, algunos de ellos rindiendo cuentas en la justicia estadounidense, parecen sacados de las series de narcos que se difunden en la televisión nacional e internacional: operaciones montadas para recuperar drogas con la protección oficial, crímenes de rivales, financiamiento de campañas electorales, reuniones privadas de altos vuelos, son parte de los relatos de los hechos que marcó el imperio Cachiro en Honduras.
De aquella familia que comenzó en el abigeato a las hazañas ejecutadas penetrando las élites del poder político, económico y estatal del país, hoy se conocen fragmentos de un rompecabezas que no termina de armarse, que todo indica se completará en el tiempo, en tanto se esperan otros destapes que pueden sacudir las elites políticas del país.
De momento han trascendido relatos de los fiscales de Nueva York respecto al expolicía Carlos Valladares a un paso de ser condenado, luego de confesar sus operaciones con Los Cachiros donde con armas oficiales les custodió droga, sobornó a otras autoridades, asesinó personas, recuperó drogas y efectuó otra serie de operaciones, que a su juicio, según relató en los tribunales, le hizo ser “un buen policía”.
Pero aún falta por conocer el testimonio del otro cachiro, Javier Rivera Maradiaga, el estratega de la familia, el “querido” en muchos lugares. De él, los tribunales de Nueva York no han difundido nada, tampoco de Ramón Matta, hijo, cuyo juicio se espera a fines de este año. No ha trascendido tampoco el relato de Wilter Blanco o Carlos Arnoldo “El Negro” Lobo, Héctor Emilio Fernández, alias “Don H”, y otros que por un buen período fueron parte de los líderes transportistas de droga en el país.
Se reactivan los Valle Valle
El testimonio de Los Valle Valle no se conoce tampoco, parece que habría entrado en secretividad, en tanto sus operaciones parecen haber sido revitalizada por sus herederos, entre ellos hijos de los jefes encarcelados en Estados Unidos y otros de sus familiares.
El clan de Los Valle Valle ha sido reactivado, opinan los expertos, en tanto las últimas operaciones de la Fiscalía Antidroga y la Dirección de Lucha contra el Narcotráfico junto a la ATIC, así parecen evidenciarlo.
En menos de tres semanas, en el corredor de occidente y en el norte, las autoridades de la ATIC han incautado 820 mil dólares a ciudadanos ligados al cartel de Los Valle Valle con conexiones con el cartel mexicano de Sinaloa, uno de los más potentes de ese país.
Luego incautaron cerca de media tonelada de droga valorada en un poco más de seis millones de dólares, siendo de momento la mayor cantidad de estupefacientes incautada en lo que va del año, reflejando así que este grupo de transportistas de droga sigue muy activo moviéndose en la zona y habría que investigar con qué tipo de complicidad.
Los Cachiros, junto a Los Valle Valle, han sido los dos grupos de transportistas de droga más activos en el país dado las zonas territoriales que controlaron y de las cuales apenas se conocen algunas. Ambos grupos han sido objeto de fuertes incautaciones de bienes, cuentas bancarias y bienes-inmuebles, pero el imperio que construyeron no termina de conocerse, y la narcoactividad parece volver a reorganizarse con los herederos de segunda y tercera generación.
El último destape del cachiro Devis Leonel Rivera Maradiaga, detallando sus operaciones de sicariato con el policía retirado Valladares, solo indican que su nivel de ejecución fue muy certero, ligada y protegida con determinadas autoridades de ese momento, donde incluso revelan que en su accionar no quedaron fuera del radar los jueces.
Las actuaciones policiales con el crimen organizado, en este caso con Los Cachiros, indica como muchas autoridades del orden fueron sicarios de este cartel y es probable que en el tiempo salgan a relucir otros sicarios uniformados que amparados en la impunidad infestaron el país con el tráfico de drogas, consumo, comercialización, producción y transporte.
Los políticos en el narco
En el caso de Los Cachiros, las revelaciones del testimonio de uno de sus integrantes señalan como éstos se decantaron por trabajar mucho con políticos hondureños, financiar campañas y obtener jugosos contratos con el Estado que les servían volver lícito su dinero ilícito.
Varios de estos políticos mencionados por Los Cachiros fueron diputados en su momento, y algunos de ellos ya se encuentran en Estados Unidos rindiendo declaraciones ante las autoridades para ratificar su complicidad o para negarla, como ha sido el caso de Fredy Nájera, diputado por el departamento de Olancho que se ha negado a colaborar con las autoridades y negado ser parte de la red Cachiro.
Otro que está en Nueva York es el también exdiputado, Midence Oquelí Martínez Turcios, quien al conocer que era investigado y sería pedido en extradición, optó por entregarse y su testimonio aún no es del conocimiento público.
Estos dos personajes políticos fueron nombrados por Devis Leonel Rivera Maradiaga en el testimonio que dio en contra de Fabio Lobo, último sentenciado por narcotráfico.
Pero la fiscalía de Nueva York también liga a los hermanos Urbina Soto de Yoro con el cartel de Los Cachiros, y enfrentan cargos por conspiración y tráfico de armas, entre ellos el exalcalde de Yoro, Arnoldo Urbina, preso en territorio hondureño por otros delitos.
La relación de Los Cachiros con los políticos les permitió obtener impunidad, usar sus influencias para facilitar el transporte de droga, conectarse con otras autoridades uniformadas e incluso con otros funcionarios para operar a sus anchas y fortalecer un reinado de más de dos décadas. Sus declaraciones, ahora, son un azote que golpea fuerte y es probable que a medida que surjan más revelaciones, los latigazos desnuden más a las elites políticas y de otra índole en el país.