Por: Pedro Gómez Nieto
Hay políticos que poco saben de ciencia política, aunque vivan de la política.
El general Vásquez (APH) promueve la creación de un centro de estudios políticos para formar a quienes ocupen puestos de responsabilidad. Ente que impulsaria seminarios, tertulias, e investigación. La política, como ciencia, trata de la organización de las sociedades desde las formas de gobierno posibles. Cada pueblo, alrededor de un territorio propio, termina formando un Estado, soberano e independiente. Pueblos que establecen su modelo de desarrollo según un marco jurídico, una constitución, unas instituciones, un modelo de convivencia, una democracia. Sociedades que delegan en sus políticos el manejo de esa gobernabilidad. ¿Es gobernabilidad o es gobernanza? No es igual aunque son convergentes.
La gobernabilidad alumbra a la persona, la gobernanza al proceso. La gobernabilidad depende de las capacidades del gobierno, la gobernanza implica además las capacidades de esa sociedad. La sociedad –teóricamente- podría incluso autogobernarse, lo cual sería una quimera en democracias como la nuestra, inspirada en la revolución francesa, donde el gobierno tutela los derechos del individuo. En la gobernabilidad la acción del gobierno se dirige al pueblo subordinado, por el contrario en la gobernanza el pueblo es un valor añadido, que participa junto al gobierno en el fortalecimiento de la democracia y el desarrollo armónico del país, al estilo de las democracias anglosajonas.
El líder político obligatoriamente necesita mostrar liderazgo. Llevamos 36 años en el subdesarrollo porque la clase política no ha dado la talla. No avanzamos en línea recta sino en espiral, y cada cierto tiempo volvemos a pasar por las mismas coordenadas y errores. Esta crisis es la secuela del drama del 2009, con los mismos actores pero con los papeles cambiados, y por el mismo motivo… La comunidad internacional, a la que recurrimos cuando tenemos problemas, y que despreciamos –por injerencia- cuando su presencia nos molesta, alumbraron en los “Acuerdos de San José” la manera de fortalecer la democracia, pero fueron ninguneados por los dirigentes políticos. Los perdedores de entonces ahora se están desquitando y se le suman oportunistas. Siempre Honduras es la cenicienta.
Solo podremos salir de esta pobreza intelectual y material, de esta miseria de política -llena de miserables- si como sociedad civil nos implicamos en la gobernanza de Honduras. Por eso, sorprende la actitud que mantiene el líder liberal –LZ- desde la campaña. Tras su fracaso dijo: “soy el único responsable de la derrota”, lo que no es muestra de humildad sino de obviedad y soberbia. Ahora no acepta la reelección ni la autoridad del TSE, pero aceptó ambas premisas para presentarse a las internas y una vez nombrado candidato para las generales ¡escandalizado! se rasga las vestiduras como buen fariseo. Intelectual metido en política “por convicción” –muletilla donde justifica sus errores-, está siendo artífice de la segunda fractura del liberalismo, que recibirá la “extremaunción” en los próximos comicios, salvo que los líderes liberales que mantuvieron vivo el partido desde el 2009 le pongan remedio. Escuchamos a sus asesores y pareciera que pertenecen a Libre.
Cuando el pasado 08.01.18 en Frente a Frente, Renato Álvarez, le leyó la editorial de la Tribuna, donde se exponía una lección magistral de política y del tipo de político que necesita el liberalismo, LZ se escondió bajo los estatutos del partido, como si fuera el paraguas para protegerse de la lluvia, pero se le mojaron los zapatos… Repite lo de “pesos y contra pesos”, alumbrando solo parte del escenario porque el Partido Liberal desde el 2009 -gracias a políticos liberales- dejo de ser “peso”, y tras su pésima campaña electoral lo ha consolidado como “contrapeso”. Con su acercamiento progresivo a “Mel”, que se ufana de tener un millón de liberales en Libre, terminará difuminando el partido.
¿Cómo es posible que siendo minoría la bancada nacionalista haya sido capaz de sacar a delante su política legislativa? Porque tuvo liderazgos, capacidad y habilidad para establecer acuerdos y consensos, en beneficio del país, lo que es habitual en las democracias avanzadas. Los tres mosqueteros, MZ-SN-LZ, llaman a esa práctica “dictadura” que no la conciben sino mediante “sobornos”. Sorprendentemente lo que denuncian es lo que intentan hacer para el próximo Congreso, un “bloque antiJOH” para torpedear la gobernabilidad. ¿También las leyes que beneficien al pueblo? En la milicia se dice: “se les vio el plumero”.
Renato, tras leer el artículo, le pregunta a LZ, ¿algún comentario para el ingeniero? Y LZ levantando los estatutos ante las cámaras como quien muestra un crucifijo para alejar los vampiros, habló de artículos y sanciones, ningún posicionamiento firme del liberalismo en contra de la estrategia incendiaria de MZ-SN. Recordé la analogía del espejo de Ettore Scola, donde por supuesto los vampiros no se reflejan, y percibí que el político, como decía el director de cine, por sus errores también se desvanecerá…