Tegucigalpa – Hace solo dos semanas, el Medio Oeste de Estados Unidos fue azotado por una ola de frío invernal excepcional, con nevadas extremas que cubrieron campos y obras en blanco, y más de 80 estaciones meteorológicas en el sur rompiendo récords de bajas temperaturas, este clima invernal temprano “congela” las jornadas laborales de los hondureños.
– Para los migrantes –muchos de ellos de México, Centroamérica y el Caribe–, que representan hasta el 50% de la fuerza laboral en agricultura y un tercio en construcción según datos del Departamento de Trabajo–, el clima dicta el ritmo del día.
Para los miles de hondureños, que cruzaron la frontera hace varios años, incluso décadas en busca de un futuro mejor, este no es solo un cambio de estación: es una amenaza diaria a su sustento.
Las condiciones climáticas actuales están acortando jornadas laborales, exacerbando riesgos de salud y profundizando la precariedad de los migrantes hondureños.
El 2025 ha sido un año de volatilidad climática en Estados Unidos, y noviembre no es la excepción. Una «ola de frío histórica, digna de diciembre», se abatió sobre el este del país a principios de mes, trayendo aire ártico que congeló ríos y paralizó ciudades desde Nueva York hasta Atlanta, principales urbes donde los hondureños prestan su mano de obra.

Afectaciones van allá de las jornadas
El líder de la comunidad hondureña, Juan Flores, dijo a Proceso Digital que las afectaciones van más allá de las jornadas laborales.
Muchos compatriotas quedan con secuelas, en especial los que trabajan al aire libre, acotó.
A causa de las afectaciones muchos compatriotas no pueden trabajar incluso después de que mejoren las condiciones climáticas, lamentó.
Otros hondureños que trabajan bajo techo como en restaurantes deben afrontar las condiciones climáticas de igual forma ya que algunos viajan varias horas para llegar a sus centros de trabajo, expuso.
Inédito
El Servicio Meteorológico Nacional (NWS, en inglés) avisó la semana anterior de una ola de frío en los dos tercios del este del país, con récords de temperaturas mínimas en Florida, donde llegaron debajo de los cero grados centígrados, lo que incluso podría congelar a las iguanas.

Jornadas interrumpidas
En los vastos campos de California y Florida, donde millones de toneladas de frutas y verduras se recolectan anualmente, los migrantes son el engranaje invisible. Pero este noviembre las condiciones climáticas han reducido rendimientos, forzando a los trabajadores a jornadas extendidas o a paros forzados cuando el frío polar llega al sur.
El impacto va más allá de las horas perdidas, como advirtió el líder hondureño.
Los extremos climáticos, incluyendo el frío, aumentan la vulnerabilidad de los trabajadores migrantes étnicos a enfermedades relacionadas con el clima, como hipotermia o resfriados crónicos, especialmente en quienes carecen de acceso a atención médica.
Además, el clima influye en los patrones migratorios mismos. Investigaciones indican que eventos extremos como estos impulsan flujos migratorios internos, es decir los migrantes se desplazan dentro del país en busca de trabajo.
EE.UU., tierra de oportunidades, debe reconocer que su prosperidad depende de estos trabajadores. Sin protecciones climáticas y migratorias, el frío no solo congelará andamios y campos: congelará sueños enteros. La pregunta no es si el invierno empeorará, si no si la sociedad se derretirá lo suficiente para abrigarlos. PD









