Por Alberto García Marrder
Especial para Proceso Digital, La Tribuna y El País de Honduras
Es inminente ya el ataque norteamericano contra las bases del narcotráfico en Venezuela y en busca de su presidente Nicolás Maduro, acusado de ser el jefe de los carteles de la droga.
Pero en Washington insisten que no será una invasión, como la que realizó en 1989 para derrocar al líder panameño, el general Manuel Antonio Noriega.
Para esta ocasión, el presidente estadounidense, Donald Trump, ha formado en el Mar Caribe, cerca de las costas venezolanas, una poderosa flota de ocho navíos de guerra, un submarino de propulsión nuclear, diez cazas F-35 en Puerto Rico y aviones B-2 desde territorio americano.
Una flota nunca vista desde la Segunda Guerra Mundial. Y con tres de esos navíos con capacidad para desembarcar en lanchas unos 10,000 “marines”.
La intención es realizar ataques precisos sobres centros del narcotráfico en Venezuela con misiles y drones, además de atacar los “búnker” subterráneos donde sospechan se pueda esconder el presidente Maduro, al que Trump acusa de ser el jefe del Cartel de Los Soles, formado por militares venezolanos.
Maduro ha desmentido que sea jefe de una banda del narcotráfico y ha acusado a Estados Unidos de una agresión a la soberanía de Venezuela.
Las fuerzas americanas están listas para el ataque y solo falta la luz verde de Trump para iniciarlas, sin importarles las repercusiones internacionales de tal acción.
Según la agencia de noticias “Bloomberg”, Trump ha comunicado que los ataques al territorio venezolano serían “los próximos” al considerar terminados los del mar, en su campaña contra el narcotráfico en el Caribe.
“Trump ha dado órdenes al Ministro de Guerra (antes de Defensa), Pete Hegseth para que notificara al Congreso sobre los próximos pasos relacionados con Venezuela”, informa “Bloomberg”.
Ojo a este léxico, “comunicara”, pero no a pedir permiso del Congreso de cualquier acto de guerra, como exige la constitución.
Maduro se ha quedado solo y ni rastro de sus fieles aliados como Rusia, Cuba o Irán. El que se ha auto-invitado a una guerra dialéctica con Trump es el presidente de Colombia, el izquierdista Gustavo Petro, quien hasta ha ofrecido tropas colombianas para ayudar “a los hermanos venezolanos”.
Petro, quien pretende cambiar la constitución de su país para poder reelegirse, aspira a ser un “líder mundial” al enfrentarse al “imperialista Trump”.
Por ahora—y solo por ahora—Trump ha suspendido la ayuda económica a Colombia y ha anulado la visa de Petro, así como las inversiones de colombianos en los Estados Unidos.
Muchos comentaristas apuntan que tras Maduro, el próximo podría ser Petro, también acusado por Trump de dirigir un cartel de drogas o de permitir sus operaciones. Colombia es el mayor productor de cocaína en el mundo y Venezuela un trampolín de sus exportaciones hacia los Estados Unidos ya sea por el Mar Caribe o el Pacífico.
Existe una gran diferencia entre Maduro Y Petro. El primero es un seudo presidente que ha falsificado una elecciones (las de julio de 2024) para poder mantenerse en el poder y el segundo fue elegido legalmente en una segunda votación, a pesar de su pasado de guerrillero y demagogo.
Trump, por su parte ha revelado que Maduro le ha ofrecido “de todo” para evitar una acción militar, pero el presidente, según el diario español ABC, sostiene que no hay margen para un entendimiento y dio por zanjada cualquier dialogo.
Y Trump ha dado permiso a la Agencia Central de Inteligencia (CIA) a usar “operaciones encubiertas” en Venezuela. Y América Latina sabe mucho de esas operaciones (Guatemala, Cuba, Contras-Nicaragua, Bolivia, Argentina y un largo etcetera,)
Estados Unidos quiere eliminar no solo a Maduro, si al “chavismo”, incluyendo a Diosdado Cabello (ministro del Interior), a Vladimir Padrino (Ministro de Defensa) y los hermanitos Rodríguez, Jorge (Presidente de la Asamblea Nacional) y a Delcy, vice presidenta.








