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Los misteriosos puntos rojos en el universo primitivo podrían ser un nuevo objeto celeste

Redacción Ciencia – El Telescopio Espacial James Webb de la Nasa captó en el año 2022 misteriosos puntos rojos en el universo primitivo y el análisis posterior realizado por un equipo internacional de científicos ha revelado que podrían representar un objeto celeste desconocido hasta ahora.

Se trataría de agujeros negros (regiones en el espacio donde la gravedad es tan elevada que toda la materia queda atrapada en su interior) capaces de tragar cantidades masivas de materia pero que a la vez ‘escupirían’ luz, según los investigadores, que han descrito estos cuerpos como «rompedores del Universo» y han apuntado que podrían representar el eslabón perdido que explicaría el rápido crecimiento de los agujeros negros supermasivos.

Los hallazgos corresponden a un equipo internacional de investigadores, entre ellos científicos de la Universidad Estatal de Pensilvania (Estados Unidos) y del Instituto Instituto Max Planck de Astronomía (Alemania); hoy publican los resultados de su trabajo en la revista Astronomy and Astrophysics.

Los investigadores sugirieron inicialmente que estos objetos podrían ser galaxias tan maduras como la Vía Láctea, que tiene aproximadamente 13.600 millones de años, y comprobaron cómo estos cuerpos podían desvelar a la ciencia nuevos conocimientos sobre los orígenes de las galaxias en el Universo.

Ahora, en el artículo publicado hoy, el equipo internacional de astrónomos y físicos sugiere que los puntos rojos podrían no ser galaxias sino un tipo de objeto completamente nuevo para la ciencia: una estrella con un agujero negro.

Y han apuntado que su análisis revela que los diminutos puntos de luz pueden ser esferas gigantes de gas caliente que son tan densas que parecen las atmósferas de estrellas típicas impulsadas por fusión nuclear; sin embargo, en lugar de fusión, son impulsadas por agujeros negros supermasivos en su centro que rápidamente atraen materia, convirtiéndola en energía y emitiendo luz.

El James Webb, el telescopio más potente que hay en el espacio, fue diseñado para observar la génesis del cosmos con instrumentos de detección infrarroja capaces de detectar la luz emitida por las estrellas y galaxias más antiguas, y permite a los científicos retroceder en el tiempo aproximadamente 13,500 millones de años, muy cerca del inicio del universo tal como se conoce ahora. EFE

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