
Una de las limitantes públicas de Honduras es la ausencia de un servicio civil estructurado, piramidal y basado en la meritocracia. Los empleados gubernamentales adolecen de una carrera que les garantice sus derechos y les incentive a trabajar con eficiencia.
Esto afecta, no solamente la vida profesional de quien tiene la vocación del servicio público, también disminuye la calidad de los bienes que el estado entrega a la ciudadanía. Quienes realmente desean contribuir con su esfuerzo al bienestar general, carecen de garantías laborales. La gran mayoría lo hace a expensas de los vericuetos de la política vernácula. Así, cada cuatro años los empelados públicos son presas del estrés e incertidumbre acerca de su continuidad laboral y ello desemboca en la ralentización de su desempeño.
Hay quienes, debido a su conocimiento técnico y compromiso, lograron trascender varias administraciones. Cada cuatro años, han sido testigos de cómo los funcionarios de la nueva administración se cuelgan medallas y pregonan que están haciendo cambios históricos y, como ahora, cada administración anuncia que ha cumplido su misión y que deja un país mejor que el encontrado al inicio. ¡Todos dicen lo mismo! ¡Nada cambia!
Pese a ello, los indicadores sociales muestran progresos lentos y en muchos casos, retroceso.
Un ejemplo común de lo dicho, es la reducción de la pobreza mediante el uso de “política social”. Todos sin excepción alegan haberla combatido eficazmente pese a que la evidencia muestra una realidad divergente. La semana pasada sin ir más lejos, un vicecanciller, con una ligereza rayana en lo atávico, aseveró que en los últimos tres años, mas de un millón de familias hondureñas dejaron de ser pobres.
¿De donde sacó el dato? ¿Qué argumentos objetivos o juicios de valor respaldan semejante declaración? ¿Existe evidencia empírica y analítica de su propuesta? Veamos.
Empecemos por aclarar que la única fuente posible de dicha afirmación, es la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), que año a año publica el Instituto Nacional de Estadística (INE). Dicho instrumento, cuidadosamente elaborado, capta los ingresos y el estandar de vida de una muestra de entre 7 a 10 mil hogares estratificados y distribuidos en todas las zonas del territorio nacinal.
La medición es confiable en un 95% y, por más que se adverse a un gobierno, no se debe caer en la tentación de descalificar una de las pocas instituciones que mantiene a su personal con los insentivos adecuados para que hagan su trabajo con pericia y responsabilidad.
Para determinar el número de hogares en pobreza, la encuesta utiliza únicamente la variable “ingresos generales”, ya sean por trabajo, por ganancias de capital y por otros emolumentos como las remesas familiares, que en el caso de Honduras, constituyen un factor importantísimo, no es ni necesario decirlo.
Existen muchos enfoques o metodologías alternativas que nos permiten tener una mejor comprensión de cuantos hogares son pobres en el país, pero resultan bastante caros y por ello no contamos con una serie adecuada que permita comparaciones. La única manera de medir pobreza en Honduras es la EPH.
Y en efecto, en el año 2021 el porcentaje de hogares en situación de pobreza por ingresos fue de 73.2%, muy superior al 59.3 de 2019. Es decir, el efecto del cierre de la economía en marzo de 2020, sumado al paso de dos tormentas tropicales en octubre, hizo que la pobreza por ingreso se incrementara en 15 puntos porcentuales.
Para 2024, dicho porcentaje se redujo a 62% como muestra la última EPH. Es decir, 11 de los 15 puntos perdidos en 2020 corresponden a hogares que retornaron a su condición previa.
La pregunta obligada es: ¿Se debe esto a la acción gubernamental? Y la respuesta dista de ser facil. No cabe duda de que la actual administración ha enfocado una buena parte de su presupuesto a lo que se hace llamar “inversión social”. Pero ese porcentaje no es muy superior al que administraciones anteriores diigieron a los mismos propósitos.
Los actuales funcionarios podrían alegar que ahora los esfuerzos tienen un mejor enfoque o que la corrupción se eliminó, pero ambos argumentos resultan poco creíbles a la luz de los últimos escandalos surgidos.
Asi que solo podemos deducir que la reducción en la pobreza registrada entre 2021 y 2024 se debe principalmente al esfuerzo particular que quienes se empobrecieron debido a la pandemia, han realizado para salir adelante. ¡Al fin y al cabo, todos estamos conscientes de que nada es tan eficaz para salir adelante como el esfuerzo particular. Lo demás es espejismo.