
Tegucigalpa – Mauricio Arriola, es un migrante laboral en la capital hondureña, desde hace 15 años se dedica a la venta de conos, pero no siempre fue así, antes era un agricultor en su natal San Antonio de Flores en el departamento de El Paraíso, oriente de Honduras.
-Según cifras del Cohep más de 1.5 millones de hondureños laboran en el sector informal de la economía con ingresos inestables en sus hogares, falta de seguridad social y vulnerabilidad económica.
La difícil situación lo orilló a emigrar a la capital en busca de mejores oportunidades, sin el acceso a un trabajo estable, emprendió con la venta de conos, con una bicicleta vieja como medio de transporte y una hielera también longeva, su día a día inicia desde las cinco de la mañana.
Debe trabajar al menos 11 horas, para poder llevar el pan que sustenta su hogar conformado por su esposa y cuatro hijos.
Su mayor reto es poder hacer “malabares” para ajustar la canasta básica, dijo ante los micrófonos de Proceso Digital quien lo abordó mientras buscaba vender conos en el centro de la capital.
En Honduras el comercio informal se presenta como una vía para que familias de bajos recursos generen ingresos y satisfagan necesidades básicas, actuando como un motor económico para muchos hogares.
Días buenos y malos
En la venta de conos, aunque se trate de una profesión de mucha nostalgia ya que a los niños les gusta por naturaleza y a los adultos hace recordar su infancia, hay días buenos y malos, dijo el emprendedor de 53 años.
Desde hace 15 años se dedica a la venta de conos, pero no es algo a lo que se puede dedicar todo el año, en invierno, por ejemplo debe orientar su emprendimiento, él vende frutas y verduras en esa temporada.

Un día bueno en la venta de conos es llegar a casa con mil 500 lempiras, un ingreso per cápita para esta familia de 250 lempiras por cada miembro.
Sin embargo, un día malo es llegar con 600 lempiras, un ingreso per cápita de 100 lempiras.
En cualquier escenario se deben hacer “malabares” para comprar la canasta básica, dijo al tiempo que reprochó el alto costo de muchos productos comestibles en Honduras.
Acceso a crédito
Aunque su día a día ya tiene una connotación difícil, su mayor desafío es el acceso al crédito, compartió.

Confesó que ningún banco le presta dinero, por su condición de comerciante.
Quizás también por el lugar donde vive, la colonia Villa Vieja, arguyó el emprendedor. En cualquier escenario el banco no me presta y eso es difícil para cualquier emprendedor, dijo.
“Cuando ya no hay dinero pues se decae y se paraliza uno a veces”, externó con su humilde lenguaje que denota a un hombre de campo que tuvo que emigrar a la ciudad en busca de mejores oportunidades, pero que no puede olvidar su esencia.
Situación de país
Consultado por los problemas cotidianos de los hondureños, señaló que el país cruza por algo bíblico, en referencia al apocalipsis.
Consideró que ya ningún gobierno puede ayudar, solo Dios puede hacer algo por este país.
No obstante, consideró que lo mejor que un gobierno podría hacer es dar opción de préstamo a bajos intereses a los sectores menos privilegiados de la sociedad.
Consideró que en Honduras existe una profunda desigualdad. Mientras él intenta vender un cono por 15 lempiras, los diputados ganan más de 100 mil lempiras sin ir a sesionar, comparó.

Mi bici y yo
Compartió que su bicicleta es tan vieja como los años que lleva vendiendo conos, aunque su aspecto es de una bicicleta descompuesta, todavía sirve, compartió.
Con su bicicleta recorre a diario el centro de la capital y varios mercados, si la situación es difícil avanza hacia colonias en la periferia.
No utiliza su bicicleta como medio de transporte hacia su hogar, sería muy desgastante para la bicicleta, dijo entre risas. La bicicleta al igual que la hielera la guarda en un lugar donde le han permitido su almacenamiento sin costo. A su casa viaja en bus, lo que también se convierte en una travesía diaria que puede tardar horas, puesto que para y desde la salida a oriente de la capital se arman sendas filas de vehículos a causa de una eterna reparación de la calle que no concluye, no al menos en la presente administración ya que esta situación persiste desde hace varios años.
Este hondureño de a pie representa el trabajo de miles de connacionales que buscan, sin opción a un empleo, emprender como comerciante informal, pese a la desidia gubernamental hacia este sector. (RO)
