Miami, (EEUU) – Fue hace 20 años y yo estaba ahí esa noche para contarlo.
Como decenas de otros periodistas y cámaras de televisión, haciendo guardia frente a una modesta casa de la llamada Pequeña Habana de Miami, en el 2322 SW 3 Street.
Dentro estaba Elián González, el balserito cubano objeto de una disputa entre el exilio cubano y el gobierno de Cuba, que apoyaba, con insistencia, el reclamo de su padre, Juan Miguel González, para regresarlo a la isla.
Elián, de cinco años, era un peón más en la guerra fría entre Estados Unidos y Cuba. Y el líder cubano, Fidel Castro, movía sus piezas desde La Habana para obtener un triunfo propagandístico frente a la “potencia imperialista”.
Dentro estaba, entre otros, también, Delfín González (tío segundo de Elián, quien murió en 2016) y Donato Darymple. Este último, uno de los dos pescadores aficionados que rescataron al niño, cuando flotaba solo en un neumático en el mar, después del naufragio de la balsa de aluminio, donde murió ahogada su madre, Elizabeth Brotos, y otros diez cubanos más.
Yo me marche a media noche y no presencie lo que, inesperadamente, paso a partir de las cinco de la madrugada. Pero si estuvo presente el amigo y colega periodista Rui Ferreira, uno de los mejores analistas sobre Cuba que, entonces, trabajaba para “The Miami Herald” y “El Nuevo Herald” y que ha compartido conmigo algunos datos de esa madrugada.
Unos 15 agentes del Servicio de Inmigración (INS) de Texas asaltaron la casa, por detrás, tirando gases lacrimógenos y gritando “Where is the fucking child?” (“¿Donde está el jodido niño?”. Pero solo cinco entraron dentro.
Según me cuenta Ferreira, la operación duró apenas 50 segundos, viendo su reloj.
Donato Darymple
Uno de los dos pescadores que salvó a Elián en las aguas cercanas a Fort Lauderdale. Despertó al niño y se lo llevo a una de las habitaciones, con el fin de esconderlo o protegerlo en uno de los roperos.
Alan Díaz
El fotógrafo “frelance”, de la Agencia de Noticias AP, que dormitaba en su vieja camioneta frente a la casa fue avisado por Delfín González, al grito de “Vienen los gringos”.
Díaz cogió sus cámaras, saltó la valla y entró a la casa. Le dijeron dónde estaba el niño con el pescador. Y esperó. Solo por cuestión de segundos.
James Goldman
El agente del INS, James Goldman, empuñando un fusil automático Heckler & Koch MP5 alemán de 9mm y con el dedo en el gatillo, entró para arrebatarle el niño al pescador. Se lo dio a una agente mujer que estaba detrás. Elián, asustado y llorando enloquecido, gritaba ”Prima Mari”, en referencia a su prima Marysleys González, que lo había cuidado desde su llegada a esa casa.
La mujer policía le decía a Elián en español y casi susurrando: “Papito, no llores, ya estarás con tu papi”.
El niño fue llevado en avión a la Base Aérea Andrews, donde le esperaba su padre, Juan Miguel González, para llevarlo a la Cuba de Fidel Castro, que le hizo un gran recibimiento, con fines propagandísticos.
La foto
Díaz empezó a tirar fotos. Y una de ellas sería portada al día siguiente de miles de periódicos en el mundo y le valdría, al año siguiente, el Premio Pulitzer, en la categoría de fotos periodísticas.
Al poco tiempo, la AP lo nombró fotógrafo fijo. Murió el año pasado a los 71 años.
Elián González
Elian tiene ahora 25 años vive en Cárdenas (Matanzas). Ha estudiado Ingeniería Industrial en La Universidad de Matanzas y tiene novia. Ella es Lianet Escaño Valdés, graduada en la Universidad de La Habana de Biología Química y un año más que Elián.
Y es un comunista más en Cuba. Es miembro de la Unión de Jóvenes Comunista de Cuba. El gobierno lo usa de vez en cuando con fines propagandísticos.
“Fidel era mi padre, mi amigo y mi abuelo”, dijo tras la muerte del líder cubano en 2016.