Puebla, México – El pequeño Edson junto a ocho hondureños fueron abandonados por unos polleros desde hace un mes en Atlixco, Puebla. Su historia forma parte de muchas que se repiten constantemente en la ruta migratoria.
De acuerdo al diario mexicano Municipios de Puebla, Edson y su hermana, junto a otros hondureños fueron engañados por “Coyotes” (traficantes de personas) y ahora viven el drama del abandono en su objetivo de alcanzar el denominado sueño americano.
Pero lo dramático de la historia es que los hondureños protagonistas de la historia piden monedas en la calle para llegar a su siguiente punto: Perote. Ahí pretenden subirse a La Bestia y seguir su viaje hacia Estados Unidos.
Edson viaja con su hermana, quien recién cumplió la mayoría de edad. Con ellos iban 19 indocumentados, pero ahora no saben del resto.
De acuerdo a la información publicada en el diario azteca, tanto Edson como sus acompañantes “medio comen, medio duermen y están con la angustia de que no se encuentran ni a la mitad del camino, así es su vida desde que se encuentran en la región”.
La nota periodística señala que estos migrantes tras preguntar se enteraron que pueden llegar a Perote o a Tehuacán, pero hay un problema, el costo de los pasajes. No tienen ni siquiera para comer, pero tampoco quieren regresar a Honduras donde cada vez es más complicado vivir.
Como siempre sucede, como sucede aquí en la zona del Valle de Atlixco o de la Mixteca poblana, el trabajo escasea, o simplemente no alcanza para vivir dignamente, es por eso que prefieren sortear peligros para cruzar a la unión americana en lugar de plantearse una vida en México.
Los abusos en todo este trayecto son de todo tipo, desde sexuales hasta económicos, y en el peor de los casos pueden terminar en la muerte.
De su lado, Francisco Lira, responsable de la Oficina de Atención al Migrante en Atlixco, dijo que son comunes los casos en que los “polleros” abandonan a los centroamericanos al cruzar la frontera con México.
El funcionario agregó que la oficina sólo puede darles asesoría, inclusive tener un acercamiento con las oficinas de Relaciones Exteriores quienes les darán un boleto de regreso, pero no otra cosa.
Él -Edson- se despide antes de viajar a otra ciudad, mientras el sudor se siente en sus manos y se ve en su rostro, quizás porque sabe lo difícil que será el camino, concluye el reportaje.