Washington – Ricardo Zúñiga, uno de los negociadores del histórico acuerdo entre EE.UU. y Cuba, explica en una entrevista con Efe que el presidente Barack Obama busca «abrir nuevas puertas para los cubanos» y que el apoyo del papa Francisco fue clave para crear «un ambiente de confianza» entre las partes.
Tras el «fracaso» de la política de las últimas décadas y el inicio de «reformas» en la isla, «lo que queríamos hacer era mejorar las posibilidades de ver un avance positivo dentro de Cuba», cuenta Zúñiga, de origen hondureño y el principal asesor para Latinoamérica de Obama.
Se trata de «incrementar la posibilidad del flujo de recursos e información hacia Cuba», para «mejorar las condiciones del cubano de a pie», según Zúñiga, que encabezó junto con el consejero adjunto de seguridad nacional de la Casa Blanca, Ben Rhodes, la delegación estadounidense que negoció en secreto con Cuba desde junio de 2013.
De esas negociaciones nació el acuerdo anunciado este miércoles por Obama y el presidente cubano, Raúl Castro, para iniciar un proceso hacia la restauración de las relaciones diplomáticas entre los dos países, rotas desde 1961, que contempla la apertura de embajadas en Washington y La Habana en los próximos meses.
El acuerdo incluye también la flexibilización de las restricciones a los viajes y el comercio entre EE.UU. y Cuba, y a las remesas que reciben los cubanos desde territorio estadounidense.
El intercambio comercial «va a beneficiar al pueblo cubano», que «sufre con las restricciones» vigentes en la isla, de acuerdo con Zúñiga, quien anotó que, pese al giro prometido por Obama, EE.UU. seguirá siendo «crítico con la situación política y social» del país caribeño.
Las conversaciones secretas, en su mayoría celebradas en Canadá y que se prolongaron durante un año y medio, fueron «muy duras y muy claras», reveló a Efe el asesor de Obama.
Durante su viaje al Vaticano en marzo pasado, Obama habló de esas negociaciones con el papa, quien se mostró «muy interesado por la situación de la relación entre ambos países (…) y dispuesto a ayudar en cierta forma», afirmó Zúñiga.
«Cuando ya pensábamos que teníamos un arreglo que iba a ser sostenible y aceptable para las partes, nos reunimos juntos con el Vaticano, porque es un actor en el cual ambos tenemos confianza», detalló.
Esa «recta final» hacia el cierre del acuerdo, a falta de algunos «detalles», se produjo en octubre y Obama le dio el visto bueno tras las elecciones legislativas del 4 de noviembre, en las que la oposición republicana se hizo con el control total del Congreso.
«Utilizamos y manejamos varias fórmulas (para el acuerdo), ninguna de las partes consiguió todo lo que quería, de ninguna forma, pero sí pudimos tener un intercambio correcto, que fue constructivo también», apuntó Zúñiga.
En el marco del acuerdo, el contratista estadounidense Alan Gross fue liberado tras haber pasado más de cinco años preso en La Habana, mientras que los tres agentes cubanos del grupo de «Los Cinco» condenados en 2001 que aún estaban encarcelados en EE.UU. también recuperaron la libertad y regresaron a la isla.
Esos tres agentes fueron liberados a cambio de un espía de origen cubano que trabajó en secreto para la CIA, identificado como Rolando Sarraff Trujillo y que estuvo preso en la isla durante casi 20 años.
Según Zúñiga, Obama y Raúl Castro «no participaron directamente en ninguna de las conversaciones», pero estaban «muy bien informados» de la situación por sus respectivos equipos.
Ambos hablaron por teléfono durante aproximadamente una hora este martes, un día antes del anuncio del acuerdo, y esa conversación supuso el primer contacto entre los líderes de ambos países en más de medio siglo.
Obama y Castro coincidieron en diciembre pasado en el funeral del expresidente sudafricano Nelson Mandela en Johannesburgo, donde se dieron un apretón de manos.
Como dijo este miércoles en su discurso sobre el cambio de política hacia Cuba, Obama espera que el Congreso, que desde enero estará controlado totalmente por los republicanos, inicie un debate «serio y honesto» sobre el embargo económico unilateral impuesto a la isla en 1961, durante la presidencia de John F. Kennedy.
Pese a que existen pocas posibilidades de que eso ocurra, «hay muchos republicanos que apoyan las medidas» de Obama y «que piensan que, a través del intercambio comercial y personal entre nuestros pueblos, podemos avanzar todo lo que no se ha avanzado» en más de medio siglo, enfatizó Zúñiga.