Tegucigalpa – Los recientes cambios en la cúpula policial más que una dinámica lógica que rige a las instituciones del gobierno, traen consigo otros temas de fondo que ameritan de respuestas integrales y contundentes. Ellos son la depuración y la estabilidad a lo interno de la Policía para dar señales de estabilidad y confianza. El presidente Juan Orlando Hernández ha anunciado que el tema es un objetivo para atender con prioridad.
– Seguridad y Defensa, objetivos inmediatos en la agenda presidencial.
La destitución del jefe de la policía, el comisionado Ramón Sabillón, calificado por el titular de la Secretaría de Seguridad, Arturo Corrales, como un hombre intachable, abrió el espacio para la especulación, máxime cuando el propio Sabillón mensajeaba a la prensa que su salida era ilegal.
Corrales quien cumple órdenes del Ejecutivo, cuyo presidente, Juan Orlando Hernández, dijo que los cambios eran rutinarios. Pese a ello, Sabillón se resistió a acatar una disposición presidencial, al menos en lo que concierne a la rama policial.
Más allá del trasfondo que pueda existir alrededor de este caso y del desempeño acertado -según las autoridades- del destituido comisionado Sabillón, lo cierto es que hasta ahora la Secretaría de Seguridad no ha podido conformar un mando único que estabilice las crisis y permita poner el acelerador al tema de la depuración policial.
Desde la muerte de los universitarios en octubre de 2012, cuatro jefes policiales ha tenido la institución en menos de dos años, dando así más largas a una depuración que de acuerdo a los diagnósticos de organismos internacionales puede llevar más de una década.
Los motivos de esos cambios, no dejan de generar incertidumbre a lo interno de la institución policial, cuyos integrantes son sometidos a pruebas de confianza y estudios socioeconómicos en una carrera contrarreloj, según los expertos.
Depuración policial
Las autoridades de la Dirección de Investigación y Evaluación de la Carrera Policial (DIECP) aseguran que han aplicado pruebas de confianza a unos 6 mil 480 policías, entre efectivos y oficiales, en tanto unas 17 investigaciones patrimoniales se encuentran en poder del Tribunal Superior de Cuentas desde hace más de un año para investigación de algunos oficiales.
La policía hondureña está conformada por un poco más de doce mil efectivos, es decir, las pruebas de confianza apenas van por un poco más de la mitad.
Pero a lo largo de estos cuatro directores policiales que ha tenido la Policía Nacional en menos de dos años, unos se han caracterizado por sacar gente, otros por reintegrar, otros por sacar y otros por reintegrar, en un círculo vicioso que no se sabe a ciencia cierta quiénes están fuera o quiénes están adentro.
Investigaciones periodísticas revelaron hace más de un mes que incluso siguen operando en la institución, ad honorem, policías que habían sido depurados, pero siguen prestando servicios sin funciones específicas, al tiempo que aparecen oficiales, que habrían pasado las pruebas de confianza, departiendo con el crimen organizado, en particular en el occidente del país.
También existen policías que fueron sacados y ahora tienen demandado al Estado.
Lo anterior no significa que la Policía esté limpia, todo lo contrario, los casos de efectivos policiales y algunos oficiales coludidos con el delito siguen saliendo a luz pública en una cronología de hechos sobre los cuales se podría escribir un libro con casos y hechos que superarían al Macondo del colombiano Gabriel García Márquez.
En este sentido, algo no termina de cuajar en ese embrollo de entrarle de lleno a los cambios que amerita la Policía, de ahí que el presidente Hernández, al parecer quiere poner un freno para retomar con fuerza una depuración que cada vez se vuelve lenta, pero que de acuerdo a la DIECP es de un ritmo normal.
Presidente dispuesto a acelerar
A su retorno de un viaje relámpago hecho a Panamá, el presidente Hernández dijo que el tema de la depuración policial es una agenda prioritaria en su gestión, que se va poner el acelerador al asunto porque ahora se cuenta con un cuerpo de investigación e inteligencia confiable que permitirá ser más certeros en los objetivos trazados.
Seguridad y Defensa, aseguró, son sus objetivos inmediatos, al aseverar que tanto en la Secretaría de Seguridad como en la de Defensa ha comenzado una transición inmediata para poder recuperar territorios que antes no se controlaban y actuar así en función de devolver la paz y la tranquilidad al país.
Hernández reiteró que los cambios suscitados en Seguridad no deben asustar a nadie, que vienen más en ambas ramas, es decir Defensa y Seguridad, al destacar como un ejemplo de recuperación del control de zonas territoriales, la región de La Mosquitia, en el Caribe.
En tanto, el titular de Seguridad, Arturo Corrales, hizo un anuncio de trascendental importancia: la estrategia será aplicada a la práctica y la tecnología irá de la mano de esos cambios en materia de seguridad ciudadana que se vienen.
De esta suerte, la nueva cúpula policial tiene dos objetivos centrales ante los ojos de la ciudadanía: depurar y depurar bien, así como dar certezas que el mando es capaz de dar estabilidad a un organismo en donde las llamadas manzanas podridas no se arropen al vaivén de la inestabilidad que produce tanto cambio direccional, que al final, terminen siendo las que expulsen a los buenos para dejar a los malos. Ese es el reto, depurar con pinzas y poner orden con la ley en la mano.