Tucson (EE.UU.) – La masiva llegada a Estados Unidos de menores centroamericanos en los últimos meses ha supuesto un resurgimiento de milicias civiles, lo que complica aún más la situación en la frontera con México.
«Vemos un movimiento a nivel nacional donde grupos radicales están tratando por todos los medios de tomar ventaja de la situación. La semana pasada el líder del KKK (Ku Klux Klan) declaró públicamente que lo que deberían hacer es ir a la frontera y matar a alguien», dijo a Efe Mark Potok, experto en grupos de odio en Estados Unidos y portavoz del Southern Poverty Law Center (SPLC).
En las últimas semanas la presencia de milicias civiles se ha incrementado a lo largo de la frontera con México, especialmente en estados como Arizona y Texas.
Estos grupos han expresado su molestia ante la llegada en los últimos meses de más de 63.000 inmigrantes indocumentados menores de edad provenientes de países centroamericanos, así como madres con sus hijos.
«Sabemos que el KKK en realidad no va a ir a la frontera con pistolas para detener a alguien, todo es un repugnante truco. Ellos saben que si hacen estas declaraciones van a tener cobertura de los medios a nivel nacional», aseguró Potok.
Los grupos radicales tienen un amplio historial de utilizar la cuestión de la inmigración ilegal y, en su opinión, esta ideología de odio racial les sirve para reclutar a más gente.
Esta no es la primera vez que milicias civiles patrullan la frontera con México, en 2005 surgió el grupo de vigilantes conocidos como el Proyecto Minuteman.
Cientos de hombres y mujeres armados llegaron hasta la frontera con México para «vigilar» y frenar lo que llamaron «una invasión» de inmigrantes ilegales.
El movimiento, que acaparó la atención nacional e internacional, poco a poco se desintegró debido en gran parte a problemas internos y escándalos provocados por algunos de sus dirigentes.
En 2011, Shawna Forde, una de las fundadoras del movimiento en Arizona fue sentenciada a la pena de muerte por el asesinato de Raúl Junior Flores y su hija de 9 años, Gina Brisenia Flores, en la frontera de Arizona.
Durante una invasión de viviendas, Forde junto con otros cómplices entraron a la fuerza a la casa de la familia demandando drogas que supuestamente serían vendidas para financiar las operaciones de la milicia civil.
James Gilchrist, fundador de este grupo a nivel nacional, recientemente declaró que se encuentra reestructurando la milicia civil y que espera que en 2015 pueda llevar hasta 3.000 «minutemen» frontera con México.
Mientras esto sucede, docenas de grupos de milicias civiles, algunos de ellos coordinados por Patriot Information Hotline ya se encuentran en diferentes puntos de la frontera con México.
Barbie Rogers, portavoz de esta organización, dijo a Efe que actualmente hay trece grupos en operación en Texas y tres más en Arizona, aunque rechazó dar el número exacto de voluntarios y sus ubicaciones por medidas de seguridad.
Sin embargo, adelantó que solamente el pasado fin de semana uno de estos equipos en Texas contó con la participación de 60 voluntarios, quienes asistieron a la Patrulla Fronteriza en la detención de indocumentados.
De acuerdo a la portavoz, todos los detenidos eran inmigrantes indocumentados clasificados como «OTM», sigla con la que se identifica a personas que no son de origen mexicano.
«Los Estados Unidos no puede permitirse recibir más inmigrantes indocumentados», aseguró Rogers.
En su opinión, el Gobierno mexicano también tiene una responsabilidad, ya que está convencida de que los inmigrantes indocumentados centroamericanos «tienen paso libre» por México.
La vocera de Patriot Information Hotline manifestó su rechazo ante la posibilidad de que el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, firme una orden ejecutiva que pueda otorgar alivio migratorio a los millones de indocumentados que viven actualmente en el país.
«No es justo para todos aquellas personas que han seguido nuestras leyes y han esperado años para llegar a este país de manera legal; algunos han esperado hasta 20 años», enfatizó.
Ante las críticas sobre sus operaciones en la frontera por parte de organizaciones que los consideran racistas, Rogers respondió que estas personas deberían primero ver de cerca su trabajo y los peligros que enfrentan, sobre todo en lugares como el desierto de Arizona, donde existe una marcada presencia de los cárteles mexicanos.